Para la historia y para la memoria - Alfa y Omega

En España, por desgracia, estamos asistiendo a un proceso de construcción de la memoria y reescritura de la historia. Impulsado por una agenda política, hay un recuerdo de la II República Española y la Guerra Civil que selecciona algunos episodios y silencia o soslaya otros.

Hace poco escribía sobre la exposición en torno a Manuel Azaña que acoge la Biblioteca Nacional de España. No hay en ella referencias al anticlericalismo, la persecución religiosa o la muerte y tortura de sacerdotes, frailes, monjas, consagrados y laicos a manos de las organizaciones de izquierdas desde 1931 hasta 1939. El terror en la retaguardia republicana durante la guerra se silencia. Parece de mal gusto recordar las matanzas de Paracuellos del Jarama, las checas de las ciudades españolas y los cadáveres en las cunetas que Felix Schlayer describió en Matanzas en el Madrid republicano (Áltera, 2005).

Por eso, son necesarios libros como Chekas. Las prisiones republicanas, de César Alcalá, que llega a las librerías gracias a la editorial Libros Libres, que dirige Álex Rosal. A lo largo de sus casi 400 páginas, el autor –escritor, periodista e historiador– describe tanto el sistema represivo importado de la URSS a España como el despliegue del sistema de centros de detención y tortura en las zonas bajo control republicano con énfasis en Madrid, Barcelona y la Comunidad Valenciana. Dedica dos capítulos interesantísimos a los barcos-prisión y a los campos de concentración. La obra es pródiga en direcciones, nombres propios y declaraciones de supervivientes y de testigos.

El paseante, pues, tiene la ocasión de tomar este libro y visitar los lugares de dolor y muerte que en el se mencionan. Rara vez –por no decir nunca– encontrará en ellos una placa o un recuerdo de las víctimas. Tampoco verá referencia de los verdugos –los comisarios políticos, los torturadores, los asesinos– ni encontrará indicaciones de sus crímenes. No se recuerda ni a los perpetradores de los crímenes ni a quienes los sufrieron. Esta obra de síntesis da cumplida cuenta de la magnitud de las atrocidades y de la extensión del olvido que se quiere imponer.

La sangre de los mártires es, sin embargo, semilla de cristianos. Con todo su poder de mentira y violencia, el Frente Popular no logró destruir a la Iglesia ni acabar con los cristianos. Miles de ellos sufrieron el martirio –es decir, fueron testigos de Cristo– a causa de su fe. Padecieron torturas. Pasaron por las cárceles y los campos. Murieron perdonando a sus enemigos. El Martiriologio Matritense del siglo XX (BAC, 2019) publicado por el Arzobispado de Madrid brinda ejemplos estremecedores del horror que asoló España y de la grandeza de Cristo y de su Iglesia, cuyos hijos mártires llenan sus páginas.

No dejen que los mártires caigan en el olvido.