Papa Francisco: las conferencias de prensa «me hacen vulnerable, pero es un riesgo que quiero correr»
El Pontífice asegura que reza siempre al Espíritu Santo antes de comenzar a escuchar las preguntas y a responder
Sus largas conferencias de prensa en el avión al regreso de viajes agotadores no son un plato de gusto, según reconoce el Papa Francisco en el prólogo a un libro de entrevistas, adelantado por la editorial Rizzoli este martes: «Sí, tengo todavía el miedo a ser malinterpretado».
El Papa confiesa que «a veces, en el avión, imagino las preguntas que podrían hacerme. Pero para responder necesito estar con la persona y mirarle a los ojos. Sí, tengo todavía miedo a ser malinterpretado. Pero quiero correr ese riesgo pastoral».
El volumen, titulado Ahora haced vuestras preguntas recoge ocho de las muchas entrevistas concedidas por el Santo Padre en cuatro años y medio de pontificado. Ha sido coordinado por el jesuita Antonio Spadaro, director de La Civiltà Cattolica, quien le hizo las dos primeras de gran alcance sobre sus proyectos y su personalidad.
A diferencia de las entrevistas periodísticas tranquilas en Casa Santa Marta, las más de veinte conferencias de prensa celebradas ya en el avión papal son un verdadero riesgo, pues tienen lugar por la noche, justo al regreso de viajes que dejan exhausto a Francisco y a los periodistas.
En varias ocasiones, alguna frase poco matizada –o sacada de contexto en las redacciones de los medios– ha causado molestia a personas buenas, y eso también le duele a él.
El Papa confiesa que «me gusta responder a las preguntas con sinceridad. Sé que tengo que ser prudente y espero serlo. Rezo siempre al Espíritu Santo antes de comenzar a escuchar las preguntas y a responder».
Sabe muy bien que es peligroso, pero «del mismo modo que no debo perder la prudencia, tampoco debo perder la confianza. Sé que esto puede hacerme vulnerable, pero es un riesgo que quiero correr».
Francisco prefiere siempre utilizar palabras y expresiones sencillas tanto en las conferencias de prensa y entrevistas como en la breve homilía de la misa que celebra cada mañana ante veinticinco personas de alguna parroquia de Roma.
Corre riesgos porque desea «una Iglesia que sepa participar en las conversaciones de los hombres, que sepa dialogar».
Y lo hace siguiendo un precedente en el que pocos habían pensado: «la Iglesia de Emaús, en la que el Señor «entrevista» a los discípulos que caminan desanimados. Para mí, las entrevistas forman parte de esta conversación con los hombres de hoy».
Juan Vicente Boo / ABC