Papa Francisco: «El sexo es un don de Dios. No es el coco»
Francisco abordó también la cumbre antipederastia que reunirá a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo a finales de febrero
En su encuentro con los periodistas durante el vuelo de regreso de Panamá a Roma, el Papa Francisco manifestó anoche que «yo apoyo a todo el pueblo venezolano que está sufriendo», pero añadió que «si yo entrara a decir «háganle caso a estos países o a estos otros» me metería en un rol que no conozco. Sería una imprudencia pastoral por mi parte, y haría daño».
Consciente de que a muchos les costará entender que no tome partido con los países que reconocen a Guaidó, Francisco explicó que había medido mucho sus palabras del domingo en Panamá, cuando afirmó textualmente que «ante la grave situación por la que atraviesa Venezuela, pido al Señor que se busque y se logre una solución justa y pacífica para superar la crisis, respetando los derechos humanos y deseando exclusivamente el bien de todos los habitantes del país».
El Papa comentó a los periodistas que «esas palabras las pensé y las repensé, y expresé mi cercanía y lo que siento. Yo sufro por todo esto», e insistió en «una solución justa y pacífica».
El Santo Padre confesó que «me asusta el derramamiento de sangre. Y ahí pido grandeza a quienes pueden ayudar a resolver el problema. El problema de la violencia a mí me aterra. Después de todo el esfuerzo hecho en Colombia, lo que sucedió en la escuela de cadetes es terrorífico», dijo respecto al atentado del ELN contra la escuela de policía que causó 21 muertos.
En una valoración de su propio enfoque, el Papa añadió que «no me gusta la palabra «equilibrado». Tengo que ser pastor. Y si necesitan ayuda, que se pongan de acuerdo y la pidan».
Francisco abordó también la cumbre antipederastia que reunirá a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo a finales de febrero, presentándola como un servicio pues «algunos obispos no sabían que hacer, no entendían, hacían una cosa buena y otra mala. Sentimos la necesidad de dar una «catequesis» sobre este problema a las conferencias episcopales».
El primer objetivo es que los obispos «tomen conciencia del drama de un niño abusado. Yo recibo con regularidad a personas abusadas, y recuerdo una que durante 40 años no podía rezar. El sufrimiento es terrible».
El segundo objetivo es que los obispos «sepan qué se debe hacer: el procedimiento. Qué tiene que hacer el obispo, el arzobispo metropolitano, el presidente de la conferencia episcopal. Que sea claro. Que los protocolos sean claros».
En ese encuentro en el Vaticano «habrá oraciones, habrá testimonios (de víctimas) y una liturgia penitencial para pedir perdón para toda la Iglesia».
Según Francisco, el comité organizador «está trabajando bien en la preparación de todo esto, pero me permito decir que he percibido expectativas un poco infladas. Hace falta desinflar las expectativas y limitarlas a estos puntos de que hablo».
El Papa insistió en que el abuso sexual de menores «es terrible. Es un drama humano del que tenemos que tomar conciencia. Nosotros, resolviendo el problema en la Iglesia y tomando conciencia, ayudaremos a resolverlo en la sociedad, en las familias, donde la vergüenza lleva a esconder todo».
En relación con un debate educativo en varios países de América central, Francisco afirmó que «en las escuelas hay que dar educación sexual. El sexo es un don de Dios. No es el «coco». Es el don de Dios para amar. Que algunos lo usen para ganar plata o explotar a otros, es otro problema. Pero hay que dar educación sexual objetiva, como es. Sin colonización ideológica».
Refiriéndose implícitamente a la ideología de género, el Papa advirtió que «si de entrada le das una educación sexual llena de colonizaciones ideológicas, destruyes a la persona». Pero insistió en que «el sexo como don de Dios debe ser enseñado. Educar viene del latín e-ducere, sacar lo mejor de la persona y acompañarla en el camino».
En su opinión, «lo ideal es que empiece en la casa» aunque «no siempre es posible porque hay tantas situaciones en las familias». En cuanto a la escuela, el problema es la calidad de los maestros y los libros pues «hay cosas que maduran y hay cosas que hacen daño. Yo he visto alguna «verdura» en esto. Pero tiene que haber educación sexual, sin ideología».
En cuanto a las mujeres que se han sometido a un aborto voluntario, Francisco dijo, hablando como confesor, que «después de haber cometido este error, hay misericordia también. Una misericordia difícil porque el problema no es dar el perdón, el problema está en acompañar a una mujer que ha tomado conciencia de haber abortado. Son dramas terribles».
Añadió que «hace falta estar en el confesionario, y ahí dar consolación, no atacar. Por eso abrí la potestad de absolver el aborto por misericordia». Sin embargo, suele persistir el problema de que «tantas veces deben encontrarse con el hijo. Yo aconsejo muchas veces, cuando lloran y tienen esta angustia, yo les digo que su hijo está en el cielo, que hablen con él, que le canten la nana que no pudieron cantarle. Y ahí se da una reconciliación de la madre con el hijo, porque Dios ya ha perdonado».
Juan Vicente Boo / ABC