Padre Georg Ratzinger, hermano del Papa Benedicto XVI: «Joseph tiene mucho sentido del humor y es muy alegre» - Alfa y Omega

Padre Georg Ratzinger, hermano del Papa Benedicto XVI: «Joseph tiene mucho sentido del humor y es muy alegre»

Al recibir la noticia de la elección de su hermano, no se lo podía creer. A sus 81 años, este sacerdote, canónigo de la catedral de Ratisbona, de carácter afable y risueño, un gran músico —director de Los gorriones de la catedral de Ratisbona, coro infantil de primera categoría en Alemania—, explica a Alfa y Omega algunos recuerdos de su vida

María Solano Altaba
Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI.

¿Cómo era su familia?
Mi padre fue gendarme y mi madre era una mujer del campo. Ami padre lo trasladaron de destino varias veces. En el momento en que nació mi hermano, estábamos en Marktl am Inn. Y dos años más tarde nos mudamos a una pequeña ciudad cerca de la frontera austriaca llamada Tittmonning. Después destinaron a mi padre a Aschau am Inn. Allí, en Aschau, Joseph fue a la escuela Primaria e hizo la Primera Comunión. Y, en 1937, cuando mi padre se jubiló, nos trasladamos a Trauenstein, bueno, a una casa a las afueras de Trauenstein. Allí fue donde mi hermano asistió a la escuela Secundaria. En aquella época trabajó como mozo de carga, y después tuvo que alistarse como soldado. Durante la guerra fue prisionero. Luego estudiamos en Freising y, en 1951, fue ordenado sacerdote. Ha sido catedrático en Freising, Bonn. Münster, Tubinga y Ratisbona. Desde Ratisbona pasó al Arzobispado de Munich, donde el cardenal Wetter continúa como su sucesor. Estuvo en Munich de 1977 a 1981.

Al cardenal Wetter se le veía muy contento cuando conoció la noticia del nombramiento de Benedicto XVI.
Sí, estaba muy contento.

¿Cómo era Benedicto XVI cuando era un niño? ¿Era tranquilo, revoltoso…?
No, nervioso no era en absoluto. Era un niño obediente, muy inteligente, tenía mucho interés en el estudio, siempre fue un alumno ejemplar. Le gustaba mucho leer y escribir. Y tenía un gran sentido del deber. De pequeños sí que nos peleábamos a veces. No sería natural si no lo hubiéramos hecho. Pero luego nos perdonábamos.

Y entonces, llegó su vocación al sacerdocio, los dos. ¿Fue durante la guerra?
No, ya antes de la guerra. Bueno, yo soy tres años mayor que mi hermano. Primero fui monaguillo, luego estuve en el Seminario menor. Mi hermano hizo el mismo recorrido pero trasladado en el tiempo, tres años después, pero eso sí, por convicción propia.

¿Cuál fue la reacción de sus padres ante el sacerdocio de los dos hijos?
Mis padres decían que no debían influir en nuestra vocación. Ellos siempre decían que los hijos deben seguir su propio camino, los padres deben ayudarles para recorrer el camino que decidan.

¿Y daban gracias a Dios por la vocación de los dos?
Mis padres han agradecido a Dios esto toda su vida.

¿Cómo vivieron la guerra? ¿Fue difícil? Cuentan que su hermano perteneció a las Juventudes Hitlerianas. ¿Nos podría explicar cómo se vivió en Alemania en esos años para que podamos comprenderlo?
Yo estuve en las Juventudes Hitlerianas forzosas. Había dos tipos: las forzosas y las voluntarias. A las de verdad iban los niños voluntariamente. Los que íbamos a las forzosas, teníamos desventajas. Por ejemplo, en el colegio no te concedían ninguna ayuda económica al estudio. Te daban un carnet en el que ponía dónde tenías que estar y allí tenías que ir. Una vez a la semana, por la tarde, tenías que participar en una especie de desfile. Era obligatorio y no te podías librar de ello.

Bueno, es que el III Reich quería influir en todo…
Es que fue una dictadura que uno hoy no puede ni comprender. La gente habla hoy de ello, pero no llega a comprender lo que fue aquello.

He leído que su madre debió pertenecer a la Hermandad de Mujeres, un grupo también creado durante el III Reich y al que era obligatorio pertenecer. Creo que allí a veces rezaban el Rosario.
En el campo todo era un poco más tranquilo, no hablaban de Hitler, sino que lo que hacían era pasarse recetas de cocina y también rezaban, claro.

¿Conocían ustedes a gente judía?
No, no conocíamos a judíos, no había muchos judíos. Ya de mayor, aquí, en Ratisbona, he conocido a uno que es muy buena persona y con el que tengo muy buena relación. Pero en aquella época no conocí a ninguno.

Mucha gente habla de la timidez del nuevo Papa.
Él es de naturaleza más tímido, pero es sociable, se siente bien con la gente. Lo que tiene es como un aire de tranquilidad, de calma.

Bueno, ser tímido no significa ser triste…
Ser tímido significa guardar un poco las distancias y no avasallar. Y cuando te encuentras con alguien, no le avasallas, no le exiges. Ser un poco discreto.

¿Quiénes son sus mejores amigos?
Sus compañeros de Secundaria. Se reúne regularmente cada dos años con ellos. De entre ellos, había cinco sacerdotes, cuatro ya han muerto, él es el único que queda vivo. También, compañeros del Seminario, los de la quinta del 51. Ya nos vemos poco, pero siempre son encuentros muy sentidos, vividos desde el corazón.

Ustedes son de Baviera, y allí la cerveza es casi como el agua…
Él casi no bebe cerveza, porque le da dolor de cabeza. No le sienta muy bien el alcohol y bebe muy poco.

Usted no esperaba que su hermano fuera elegido Papa?
No, en absoluto.

En estos días ha habido quinielas sobre quien sería el sucesor, mucho jaleo… Será también una carga, ¿no?
Realmente hay que ver la llamada profunda de Dios detrás de esto. Ala llamada de Dios hay que responder que sí, hay que estar dispuesto.

Dicen que es duro e intransigente, ¿a usted qué le parece?
Eso es falso. Él está siempre dispuesto a buscar puntos de encuentro, a trabajar por el diálogo. Pero sabe que también hay límites. Cuando se pone en duda lo fundamental, en ese momento, él muestra absoluta claridad. No se puede cuestionar todo, ni ponerlo todo en tela de juicio.

Entonces, ¿podemos entender que esta firmeza en la fe es la que le guía?
Claro, hay cosas que no cambian, la verdad es la verdad. La verdad se mantiene.

¿Tiene sentido del humor?
Sí, tiene mucho sentido del humor, se ríe, es muy alegre. Le gusta estar con la gente y disfrutar con sus amigos.

María S. Altaba / Javier Sanz