Padre Elías Royón, SJ. Al joven le atrae lo auténtico - Alfa y Omega

Padre Elías Royón, SJ. Al joven le atrae lo auténtico

«A los jóvenes les atraen vidas auténticas, testigos y signos de la bondad de Jesucristo», afirma el padre Royón, jesuita, presidente de CONFER. La elección del primer Pontífice religioso en más de 150 años es algo, a su juicio, secundario, porque «el Papa Francisco será superior al jesuita Jorge Bergoglio», pero sí percibe en su estilo «mucho del carisma de la vida religiosa», como «su espiritualidad», o «la pasión por salir a las periferias»

Ricardo Benjumea
El padre jesuita Elías Royón, en el Festival Ven+id de la vida consagrada, durante la JMJ de Madrid.

Francisco es el primer Papa religioso desde 1846. Su elección llega en un momento histórico no precisamente fácil para la vida religiosa. ¿Qué cree que ha querido decir con esto el Espíritu Santo?
Efectivamente, la elección del Papa Francisco ha sucedido en un tiempo nada fácil para la Iglesia; y con ella el Espíritu desarmó todos los pronósticos, nos ha sorprendido una vez más. La renuncia de Benedicto XVI ha sido también una sorpresa del Espíritu, que nos habla de humildad y amor a la Iglesia, que debemos escuchar. Que el Papa Francisco sea religioso, no lo considero como algo determinante. Aunque es muy posible que pueda imprimir un aire particular a su pontificado: una especie de mirada eclesial desde la radicalidad del seguimiento a Jesucristo: la pobreza, la humildad, la cruz… Creo que los gestos tan evangélicos con que el Papa Francisco se está mostrando, expresan mucho del carisma de la vida religiosa. Su espiritualidad profunda, las actitudes tan evangélicas, y la pasión por salir a las periferias, son líneas muy peculiares de la vida religiosa.

¿Y qué significa su elección, para los jesuitas?
Evidentemente, nos sentimos contentos y agradecidos al Señor. Es natural que la formación y la espiritualidad ignaciana, especialmente el discernimiento y los ejercicios espirituales, le influyan; pero no olvidemos que el Papa Francisco será superior al hombre y al jesuita Bergoglio, superior al arzobispo de Buenos Aires…, porque el Espíritu le ha elegido para guiar a su Iglesia en este momento de la Historia y le llena de su gracia.

¿Qué respuesta se puede dar para que la vida religiosa vuelva a ser atractiva para los jóvenes?
La disminución de las vocaciones es un problema bastante complejo que no se puede simplificar en sus causas ni resolver con unas recetas pastorales; esta disminución afecta a toda la Iglesia española y hunde sus raíces en muchos elementos de nuestra cultura. No olvidemos que la vocación es un don de Dios; la comunidad cristiana tiene que pedir por las vocaciones. Es necesario cultivar una cultura vocacional, fomentar una pastoral juvenil de propuestas diversas y personalizadas, que ponga su centro en el encuentro con Jesucristo. Ciertamente a los jóvenes les atraen vidas auténticas, alegres, llenas de esperanza, testigos de la trascendencia, signos de la bondad y la misericordia de Jesucristo.

Un comentario frecuente es que las Congregaciones que mantienen la fidelidad a su carisma y están presentes en el mundo, pero sin confundirse con él, son las que mejor aguantan la tormenta, e incluso algunas viven un auge de vocaciones. ¿Es difícil conciliar esa autenticidad con la novedad en los métodos, necesaria para llegar a esos jóvenes?
La vida religiosa en España goza de buena salud, con sus sombras y sus luces, como todos los componentes de la comunidad eclesial. Se esfuerza en vivir en fidelidad a sus carismas, en servir a la Iglesia, e intenta responder a lo que el Señor nos está pidiendo en este momento. Si se mira sin prejuicios, la realidad vocacional no se corresponde con esa ecuación que a veces se sugiere. Desgraciadamente, el problema vocacional existe también en las diócesis.

Hablaba usted, en la Jornada de Vida Consagrada, de «salir a las fronteras de la sociedad de hoy para ser signos de la presencia siempre nueva del Espíritu del Resucitado, y hacer así más creíble a su Iglesia». El Papa ha popularizado el término periferia, idea básicamente coincidente con la suya. ¿Cuáles son esas periferias hoy en España?
Las periferias de hoy para la Iglesia en España no son tan diversas de las que el Papa Francisco ha hablado. Sin olvidar que ir a las periferias supone salir de sí misma, como afirmó siendo cardenal en el precónclave: «Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar, deviene autorreferencial y entonces se enferma»: narcisismo, ensimismamiento, plegados sobre los propios problemas, cerrados al diálogo con los jóvenes, con la cultura, con lo diferente… Y trazó el perfil del nuevo Papa: «Un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales». Ese perfil es un camino para la Iglesia: olvidarse un poco de sí y anunciar a Jesucristo, identificarse con Él en la pobreza y en la cruz, encontrarle en los pobres, en los desheredados, en los que están sufriendo más duramente la crisis.

¿El Año de la fe es una invitación a relanzar la nueva evangelización. ¿Cómo afronta este reto la vida religiosa, tanto desde un punto de vista externo (llegar a los alejados), como interno (conversión y comunión fueron repetidas veces citadas por Benedicto XVI como exigencias previas a la misión)?
Efectivamente, la vida religiosa, desde sus propios carismas, deberá abrirse con creatividad a nuevas formas para el anuncio de Jesucristo, especialmente a los jóvenes y en el diálogo con la cultura. Así seguirá fiel a su historia.

El Año de la fe es también una invitación a una auténtica y renovada conversión, sin la cual no es posible evangelizar; una oportunidad para profundizar en la llamada a ser, en el día a día, manifestación del Evangelio y el Reino ya presente y activo.

RELACIONADO