Pablo López Raso: «El arte es un campo propicio para el diálogo entre creyentes y no creyentes»
Pablo López Raso, director académico de los grados de Bellas Artes y Diseño de la Universidad Francisco de Vitoria, habla en esta entrevista del I Simposio Trascendencia y Espiritualidad en el arte contemporáneo, un encuentro pionero en España que tendrá lugar el miércoles 29 de octubre en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid
Este simposio supone un diálogo inédito caracterizado por el renovado interés de ciertos artistas en lo relacionado con lo trascendente, y también por la actitud dialogante de una iglesia católica que invita —en el contexto del denominado Atrio de los gentiles— a que artistas no creyentes expresen su personal visión de lo espiritual, tal y como se pudo ver en el pabellón del Vaticano de la última Bienal de Venecia.
«Nada está preparado —asegura Pablo López—, «si fuera algo artificial y no deseado, una de las partes se hubiera negado a participar», explica. «Las vibraciones son buenas por ambas partes, hay química porque se unen dos fuerzas con ánimo de encuentro: la de unos artistas que entran en contacto con lo misterioso, y la de una Iglesia que acaba de colgar un sugerente anuncio en sus templos: se buscan artistas para exponer». La entrada es libre y gratuita hasta completar aforo. Puede consultar el programa completo del simposio haciendo click aquí.
Se forja un diálogo en torno a un tema con una pregunta de fondo. ¿Cuál es esa pregunta? ¿Qué se plantea? ¿Dónde se quiere llegar?
La gran pregunta es si es posible que artistas con inquietudes espirituales —aunque no sean creyentes— puedan colaborar con sus lenguajes actuales a responder a una esperanza universal: aquella a la que la Iglesia responde con su mensaje de salvación. No es una pregunta nueva, pues Juan Pablo II, en su famosa Carta a los artistas (1999), y Benedicto XVI, en su también famoso Discurso a los artistas (2009), hacían una invitación firme a los artistas para renovar una amistad con la Iglesia que ha sido una constante desde el origen mismo de ésta.
A lo que aspira la Universidad Francisco de Vitoria organizando este I Simposio sobre la Trascendencia y Espiritualidad en el arte contemporáneo es a poner a las partes en diálogo; que ese deseo de encuentro se materialice poniendo a ciertas personas en un foro donde discutir sobre esa posible colaboración. En este sentido, estamos muy orgullosos de ser pioneros propiciando este debate entre Iglesia y artistas no creyentes, pero que se plantean las grandes preguntas sobre la existencia, y que no rechazan la colaboración con una Iglesia abierta a propuestas.
El objetivo último de este simposio —y el de los que se repitan cada dos años en el futuro— no es otro que el de conectar personas que puedan, a su vez, poner en marcha iniciativas concretas que impliquen la colaboración de artistas buscadores de sentido (aunque no sean creyentes) y una Iglesia católica abierta a recibir en sus templos proyectos artísticos que conmuevan al fiel y a la vez que inviten al no creyente a hacerse preguntas sobre el sentido de su existencia.
Artistas creyentes y no creyentes que exploran el sentido de la existencia más allá de sí mismos, e Iglesia que quiere generar espacios de diálogo para hablar de espiritualidad ¿qué está pasando? ¿Qué provocación es ésta?
Desde hace cuatro años dirijo un proyecto de investigación: Trascendencia y espiritualidad en el arte contemporáneo. Dios en el arte contemporáneo, financiado por la Universidad Francisco de Vitoria, que nació desde la titulación del Grado en Bellas Artes, para observar en paralelo dos actitudes nuevas: por una parte, la de ciertos artistas actuales que planteaban propuestas con un claro componente existencial, que claramente cambiaban el típico paradigma moderno de artista guiado únicamente por su subjetividad, por un modelo que apuntaba hacia las inquietudes que todo hombre posee en torno al sentido de la vida. Por otra, la de una Iglesia que busca retomar la amistad de los artistas, tras una época moderna en que la religión y la institución eclesiástica, fueron tachadas de reaccionarias y contrarias a la naturaleza revolucionaria con la que los intelectuales y artistas de la época se identificaban.
En realidad todo se enmarca en el ámbito de esa nueva evangelización que proponía Benedicto XVI como tarea fundamental de la Iglesia para el siglo XXI, y que implica la existencia de un ámbito de diálogo con el no creyente, el famoso Atrio de los gentiles, en el que el Pontificio Consejo para la Cultura —cuyo origen se remonta al Concilio Vaticano II y al deseo de diálogo con la cultura— está teniendo un papel fundamental, impulsando proyectos de colaboración y diálogo muy concretos y prometedores, como el de la muestra In Principio (Pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Venecia, 2013).
¿Cómo reaccionaron los invitados a la propuesta? ¿Qué están esperando de este encuentro?
Estamos muy contentos con la acogida de este foro, y estamos muy agradecidos a todos los ponentes por su decidida participación en estas conversaciones. Tenemos el privilegio de contar con una voz tan autorizada como la de Monseñor Azevedo (delegado del Pontificio Consejo para la Cultura), que pronunciará la conferencia inaugural. Tenemos también la suerte de contar con voces reconocidas dentro del ámbito de la cultura más actual, como son Gloria Moure, una reconocidísima comisaria de exposiciones que acaba de organizar una exposición colectiva en Santiago de Compostela (On the Road) alrededor del ochocientos aniversario de la peregrinación de San Francisco de Asís a la misma ciudad, así como con un reconocido artista español de proyección internacional como es Eugenio Ampudia.
Todos los participantes buscan un diálogo fecundo, pero también sincero, en el que se pueda debatir de todo sin reservas, desde el respeto y con honestidad intelectual. La Universidad Francisco de Vitoria hace de este foro una experiencia abierta a todo el mundo, por lo que me permito también invitar a todos los lectores que deseen acudir este miércoles 29 a nuestra Aula Magna, a las 11.00.
¿Qué papel tiene el arte en este diálogo entre artistas creyentes y no creyentes?
La cultura, el arte, la belleza… generan experiencias que están presentes en las vidas de todas las personas —sean creyentes o no—, que afectan y transforman a los que las viven con profundidad y, por tanto, puede ser un campo de juego propicio para ese deseado diálogo entre creyentes y no creyentes acerca del sentido último de la existencia.
En el arte se manifiestan todos los anhelos, inquietudes y aspiraciones del hombre, y hablar de trascendencia es remontarse a las pinturas rupestres y a las manos impresas sobre las paredes de unas cuevas en las que moraban unas personas con el deseo de permanecer… Y los vídeos de Bill Viola en la actualidad nos invitan a reflexionar sobre lo que pasa y lo que permanece… El poder transfigurador del arte sobrecoge y da esperanza al contemplador en el asombro que generan sus imágenes.
Esta iniciativa, este atrio de gentiles en torno al arte, es pionero en España. Sólo en la Bienal de Venecia hubo antes algo así. ¿Qué está preparado y qué es espontáneo?¿Es un diálogo verdadero a cuerpo descubierto? ¿Qué puede suceder?
Sí, es pionero porque por primera vez se enfrenta a las partes, y éstas pueden ser consideradas como voces autorizadas dentro de sus respectivos ámbitos. Efectivamente, el gran hito en este diálogo lo marcó el Pabellón del Vaticano en la Bienal de Venecia del pasado año, en el que su presidente, el cardenal Ravasi, invitó a dos artistas y un colectivo (no creyentes) a expresar de manera artística lo que les sugería el Génesis de la Biblia; a expresar de manera libre, y sin iconografía previa, el mensaje de este libro relativo a la creación del hombre y el mundo.
La experiencia —de la que fui testigo— fue excepcional, y sobre todo, el medio era el mensaje. La Iglesia le estaba diciendo al mundo de la cultura que quería estar junto a ellos… Junto a los artistas, los poetas…