Me he servido del conocido guiño de Toy Story para titular en torno a aquello del infinito y no «Metafísica del wéstern», que hubiera echado para atrás a unos cuantos lectores sin atreverse a abrir el melón de esta serie compleja. Hubiera sido una pena, porque Outer Range es de lo más interesante que nos ha dado este convulso 2022 en lo que a series se refiere. Ópera prima del director Brian Watkins, la historia es una locura audiovisual, con mezcla de géneros, de esas que en determinados ámbitos se llaman de autor, y que puede verse, sin más, como un entretenido thriller –con crimen incluido–, o puede abrirse a múltiples lecturas en una suerte de wéstern sobrenatural.
Lógicamente –nunca peor dicho–, hay que entrar en la trama: un enfrentamiento entre dos familias, los Abbot y los Tillerson, por unas tierras, al que se le da una vuelta de tuerca cuando uno de los protagonistas, Royal Abbot, descubre un agujero que –¡prepárense para la sorpresa!– abre un túnel en el espacio-tiempo, que tenemos más o menos claro dónde empieza, pero no dónde puede acabar. Van a sentirse como Alicia rodando por el agujero del clásico de Lewis Carroll, con un poco de Regreso al futuro, unas gotitas de Stephen King, y un aire a series como Yellowstone.
Estrenada el pasado mes de abril, Outer Range nos ofrece una primera entrega de ocho episodios con un magnífico arranque, pero que va de más a menos –en los dos episodios finales parece que alguien ha perdido la cabeza, o que se la han cortado, volviendo a Alicia y a su país de las maravillas–. Aún así, no ha dejado a nadie indiferente y está pidiendo a gritos una segunda temporada. Amazon Prime ni confirma ni desmiente, pero raro sería que dejara a la legión de seguidores en ese limbo, que está ciertamente más allá del espacio, más allá del tiempo y que, sin embargo, tiene las coordenadas concretas de unos ranchos de Wyoming.