El cardenal Osoro reitera la urgencia de la evangelización
En el inicio de curso pastoral, el arzobispo de Madrid anima a releer la parábola del hijo pródigo o, como a él más le gusta decir, del padre misericordioso
La carta del cardenal Osoro para este 2022-2023, titulada A la misión: retornar a la alegría del Evangelio, es una profundización en la parábola del hijo pródigo, pero tiene mucho también de Evangelii gaudium. Como expresa en la introducción, «se trata de que todos entremos con palabras, obras y gestos en la vida de quienes tenemos que evangelizar». En el texto, ya online y del que también se van a distribuir 20.000 ejemplares en papel, el arzobispo lanza un desafío misionero con tres objetivos: encender el corazón de los que caminan en la fe; llegar a los bautizados que, como el hijo pequeño de la parábola, se alejaron del amor de Dios, y buscar a quienes no conocen a Jesucristo o lo rechazan. «¿Cómo hacer posible —pregunta— que todos entiendan que nadie queda excluido de la alegría regalada por el Señor?». Hay una respuesta: seguir el ejemplo del padre de la parábola, que dio libertad a sus hijos, pero se mantuvo muy cerca de ellos en vida y corazón. El purpurado incide especialmente en los jóvenes, aquellos que quizá se han educado con padres no practicantes y «no han tenido oportunidad de conocer a la Madre Iglesia». El reto es acercarse a ellos y «hacerles llegar la misericordia, la bondad y la belleza de Dios», en un momento de gran búsqueda espiritual y muchas ofertas en torno a tanta «clientela», «algunas con intereses espurios». Es urgente, asevera, que la Iglesia asuma «la prioridad del anuncio del Evangelio».
Junto al padre misericordioso y el hermano menor hay otro protagonista: el hermano mayor. Como él, «quienes anunciamos el Evangelio podemos dar por supuesto todo», viviendo la vida espiritual a medio gas, con mediocridad, «sin disfrutar intensamente de todo lo que Dios y la Iglesia nos ofrecen». En el fondo, los dos hijos «no son tan diferentes»: uno se fue de casa; el otro se resiste a entrar en ella. A ambos, el padre los quería sentar en el mismo banquete, una fiesta que expresa «la vida nueva en Cristo a la que somos convocados todos». Por eso, el cardenal Osoro concluye invitando a los creyentes y a las distintas realidades diocesanas: «No tengamos miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, a todas las periferias existenciales».
La Escuela Diocesana de Evangelizadores, nacida hace dos años para la formación de agentes de pastoral, ofertará 36 cursos y desarrollará planes específicos por vicarías, atendiendo a las necesidades e intereses de cada una de ellas. Dará respuesta, entre otros, a la creciente demanda de formación en pastoral familiar, así como en Biblia y en los nuevos ministerios laicales. Igualmente, se continuará impartiendo el curso de atención y prevención de abusos de Repara. En total, se prevé que este año se llegue a 80 grupos, que suponen entre 1.500 y 2.000 alumnos. Se han incorporado además 15 nuevos tutores y se combinará la modalidad online con la presencial para facilitar la asistencia.