Osoro en la Almudena: «No es lícito promover que Dios sea retirado de la historia»
El arzobispo de Madrid presidió la Eucaristía en la que participaron miles de fieles, que se acercaron para honrar a la patrona de Madrid
«Celebrar esta Misa aquí, en esta explanada, y tener después una procesión en su honor es una alegría. Implica que hemos dejado atrás lo peor de la pandemia y, además, es una ocasión para que más madrileños se acerquen a nuestra Madre y descubran a esta mujer tan excepcional que, con una confianza absoluta, prestó la vida entera para dar rostro humano a Dios». Así lo ha subrayado este martes, 9 de noviembre, el cardenal Carlos Osoro, en la fiesta de la patrona de Madrid, la Virgen de la Almudena, después de que el año pasado, debido a la pandemia, los cultos se vieran reducidos a una Misa en el interior de la catedral.
Ante los más de 3.300 fieles sentados en la plaza, los que se arremolinaban en las inmediaciones y los miles de televidentes que han seguido la celebración por televisión, el arzobispo de Madrid ha incidido en que, en el último año y medio, «nos hemos descubierto frágiles y llenos de miedos» y «han salido a relucir las grietas de nuestros estilos de vida y de los modos de organización de nuestras sociedades». Esto, en palabras del Papa en Fratelli tutti, pone de manifiesto que «nadie se salva solo» y, según ha aseverado, muestra «la conveniencia de construir una cultura del cuidado».
En este sentido, el purpurado ha dedicado parte de su homilía a glosar a María, una «Maestra» que «escucha y acoge la Palabra de Dios». Ella, ha detallado, vive «la comunión con Dios», «vive en la alegría porque Dios nos salva», «vive en la humildad porque sabe que estamos en manos de Dios» y es consciente de que «Él hace grandes obras a través de nosotros si ponemos la vida en sus manos». «Santa María nos enseña e invita a poner a Dios en el centro de nuestra vida y de la historia», ha abundado, antes de plantear si «¿se puede pensar el presente y el futuro de nuestra casa común y de nuestro proyecto común sin Dios?» y alertar de que «se puede creer o no en Dios, pero no es lícito promover que sea retirado de la historia de los hombres».
Presencia de todas las administraciones
Atentos a estas palabras, además del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida –que ha renovado el Voto de la Villa–, han estado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; la presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo; la delegada del Gobierno en Madrid, Mercedes González; representantes de todas las formaciones tanto en el Pleno Municipal como en la cámara autonómica; miembros del cuerpo diplomático, y militares.
Frente a la tentación «de aislarse, de juntarse únicamente con los que son parecidos», «de quedarse paralizados», el arzobispo ha reivindicado ante todos ellos que la Virgen «nos enseña a salir a los caminos reales por los que transitan los hombres y llevarles, no sin dificultades ni altibajos, la Buena Noticia». «Cuando uno tiene un encuentro con el Señor como lo tuvo María, se descubre amado y siente la necesidad de entregar este amor a otros», ha aseverado.
En situaciones de crisis como la actual, ha proseguido, esto debe llevar a «arrimar el hombro y abrir el corazón», lo que «implica acercarnos a nuestros hermanos, escucharlos, compartir vida con ellos y atender sus necesidades». «Hemos de mirar a nuestras gentes, a las familias que atraviesan dificultades, a los jóvenes que no encuentran trabajo, a los ancianos que requieren ternura, a los más pobres que descartamos y muy a menudo dejamos a un lado del camino…».
En la renovación del tradicional Voto de la Villa, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha recordado este martes, 9 de noviembre, en la Misa solemne presidida por el cardenal Osoro, que la Virgen estuvo «escondida muy cerca de aquí, en uno de los torreón de la antigua muralla, junto a lo que ahora es la Cuesta de la Vega» hasta la reconquista de la ciudad, cuando, «durante una procesión encabezada por el rey Alfonso VI» en 1805, se derrumbó una sección de la muralla y apareció con «dos velas, una a cada lado, que permanecieron milagrosamente encendidas» durante siglos. «Hoy me toca renovar este voto que mis predecesores han realizado desde 1646 y quisiera llamar la atención sobre aquellas dos pequeñas velas que os rodeaban aquel primer 9 de noviembre y lo que simbolizan: la aparición de la luz al final de la oscuridad de la prueba», ha aseverado.
El regidor ha rememorado que el año pasado, en plena pandemia, imploraron «auxilio» a la Virgen y «no nos soltasteis de la mano durante aquella dura prueba», ni «nos faltará vuestra ayuda en la tarea que se nos avecina: relanzar la ciudad hacia un futuro de unidad, de prosperidad y de justicia social».
En este sentido, ha pedido a la Virgen, entre otras cosas, «que consoléis a las familias y a los seres queridos de quienes han fallecido durante la pandemia» y a la de pequeña fallecida, María; que «tengamos siempre el corazón abierto» para la «atención de las necesidades de los más débiles y desfavorecidos»; «que protejáis y ayudáis a nuestras familias para que se mantengan unidas»; «que desde nuestra condición urbana y cosmopolita nunca olvidemos los campos de España ni el medio rural»; «que no aparezcan la ira ni la discordia en nuestras calles», o «que se preserven los destinos de España». «Y que quienes tenemos la responsabilidad de gobernar, a mí el primero, nos recordéis todos los días el consejo de vuestro Hijo: “Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”», ha concluido.