Orgullosamente hecho por humanos
Estos verbos, comprender, seleccionar, relacionar, ordenar, contar, constituyen el core value, por decirlo a lo moderno, del periodismo; lo que no se puede subcontratar. Me pregunto si podría hacerlo una inteligencia artificial
Natcha no es la primera, en honor a la verdad. Hace 6 años, Qiu Hao ya fichó por Xinhua, la agencia de noticias oficial china, y hay otros en Bangladés, la India y Pakistán. Estoy hablando de presentadores de telediario generados con inteligencia artificial. El 1 de abril, Natcha fue la primera en Tailandia, para el canal Nation TV.
A riesgo de sonar reaccionario, diré que, como periodista, me preocupa un poco que las máquinas hagan mi trabajo. Tiendo a pensar que este oficio es un trabajo intelectual que consiste ante todo en ordenar: comprender —en la medida de nuestras pobres capacidades— la deriva del mundo contemporáneo, seleccionar lo fundamental y luego contarlo, estableciendo las correlaciones ineludibles y el orden de prioridades para una determinada audiencia. Esos verbos (comprender, seleccionar, relacionar, ordenar, contar) constituyen el core value, por decirlo a lo moderno, del periodismo; lo que no se puede subcontratar. Me pregunto si podría hacerlo una IA.
El argumento de la cadena tailandesa para quitar a un humano y poner a un robot tiene que ver con aprovechar mejor el tiempo de los empleados. Apirawee Pichayadecha, la directora de Nation TV, que planea incorporar pronto un compañero para Natcha, dijo que «los reporteros de IA ayudarán a respaldar el trabajo de nuestro departamento editorial, lo que permitirá que los reporteros humanos tengan más tiempo para recopilar y verificar información». Desde mi punto de vista se trata de un error, porque los minutos en pantalla del presentador no son tantos, y porque creo que, a la larga, el noticiero perderá capacidad de conectar con su público. Puede que me equivoque. Yo también pensaba que de ningún modo las máquinas podrían sustituirnos en el terreno artístico, y sin embargo una de las cantantes más famosas de Japón, Miku Hatsune, es poco más que un holograma y un sintetizador. Y en Corea del Sur pegas una patada y te salen tres bandas de k-pop generadas con IA.
Las tecnologías basadas en el machine learning son muy útiles si sabes utilizarlas. Esta semana he ahorrado mucho tiempo gracias a ellas. Por ejemplo, necesitaba identificar todos los lugares que aparecían en un determinado texto y lo que sucedía en ellos. Hacerlo yo mismo me hubiera llevado media hora, pero ChatGPT lo hizo en 15 segundos. Tenía también seis horas de vídeo que me interesaban de manera superficial. En menos de un minuto, una IA procesó toda esa información y generó un resumen en texto que era suficiente para mi propósito. También he usado tecnologías similares para ayudarme a analizar los datos de una tabla de Excel que me hubiera costado mucho más tiempo por mi cuenta. Sin embargo, luego le di a leer unas cuantas de mis columnas. Con más o menos acierto consiguió identificar los elementos de lo que llamó «mi estilo». Luego le pedí que escribiera una nueva columna imitando mi estilo y, ¿adivináis lo que salió? Efectivamente, este texto.
Ja, ja, ja. No. Es broma. Salió un churro mal escrito, aburrido e incapaz de ofrecer algo nuevo. Más bien un Frankenstein con pedazos de este artículo y de aquel otro, pero nada que mereciera la pena leer. Comprender el mundo y ordenarlo —lo único verdaderamente valioso de nuestra profesión— es una función humana. Cuando Natcha aparece en pantalla un faldón advierte: «Presentadora IA». A ver si me acuerdo de proponerle a la directora de Alfa y Omega que a mis textos les ponga esta etiqueta: «Orgullosamente hecho por humanos».