Oración y vecinos movilizados en los pueblos afectados por la DANA
En Valle de Abdalajís (Málaga) «ofrecimos una Misa por todos los difuntos» y los feligreses «hemos organizado una recogida de enseres»
«Ayer ofrecimos una Misa por todos los difuntos de Valencia y pidiendo por los afectados de los pueblos a nuestro alrededor, especialmente en Álora y Pizarra», cuenta a Alfa y Omega Eduardo Muñoz. Él es párroco en Valle de Abdalajís, un pueblo malagueño afectado por la DANA donde en la madrugada del 29 de octubre cayeron 160 litros de agua por metro cuadrado. Como resultado, en la casa de espiritualidad Madre Petra de San José, que las Madres de los Desamparados y San José de laMontaña gestionan en el pueblo, «se han inundado dos plantas».
Muñoz explica cómo en su localidad «varios de los arroyos se desbordaron», haciendo circular por las calles «barro y piedras» a toda velocidad. Por suerte sin fallecidos en el pueblo, el párroco añade que «se ha inundado el colegio público Nescania». Relata además que «toda la vega del Guadalhorce era un mar». «Ahora hay huertas arrasadas, está todo lleno de cañas, los naranjos han sufrido mucho y la imagen es desoladora», lamenta.
Las dos carreteras que comunican al pueblo —una hacia Álora y la otra hacia Antequera— quedaron cortadas, lo que aisló a los vecinos durante las primeras horas del episodio. Un panorama al que se sumó que «hubo algún apagón de luz». En otros pueblos de alrededor como La Joya, una pedanía de Antequera y de donde Eduardo Muñoz también es párroco, el cauce desbocado «arrasó por completo una granja de gallinas».
Feligreses movilizados
En cuanto a la reacción de los vecinos de Valle de Abdalajís ante el desastre, Eduardo Muñoz revela que «esta mañana me he puesto en contacto con una feligresa porque queremos ayudar a los necesitados». Al ser un pueblo de poco más de 2.500 habitantes, «no tenemos una Cáritas constituida como tal», pero sí «vamos a hacer una recaudación de enseres porque hay familias que han perdido todo el mobiliario».
El sacerdote subraya la paradoja de que «aquí estamos pidiendo constantemente por el agua» porque, cuando se construyeron las vías para el AVE, «se atravesó la sierra y rompió el acuífero que suministraba a Valle de Abdalajís», provocando una profunda sequía ante la que muchos vecinos protestaron con fuerza. A este pueblo —conocido antaño como la Villa de los Manantiales— después de las obras «el agua llega a través de los camiones que vienen de Antequera». «La gente necesita agua, pero al llegar ahora tanta y con tanta agresividad ha acabado siendo destructiva», observa Muñoz.
Por último, recuerda que «todavía hay personas incomunicadas, especialmente las que viven en el campo». Lo sabe porque «van andando desde su casa al pueblo a comprar porque no pueden coger el coche».