Olga Ginés: «La atención espiritual y el voluntariado son valores diferenciales en los hospitales católicos»
La nueva presidenta de los Hospitales Católicos de Madrid defiende, además, que están al mismo nivel en profesionalidad y excelencia que cualquier otro grupo hospitalario privado o público
Olga Ginés, gerente del Hospital Beata María Ana de Madrid, de las Hermanas Hospitalarias, lleva un mes al frente de los Hospitales Católicos de Madrid, una entidad que agrupa ocho complejos asistenciales pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas. Hablamos con ella de las señas de identidad de este grupo y de cómo han vivido la pandemia.
¿Cuál es el principal reto de este mandato que inicia?
Queremos poner en valor el papel que tenemos dentro de la sanidad privada madrileña y la aportación que se ha realizado a la sanidad desde diferentes órdenes religiosas. Nos hemos dedicado siempre a trabajar, pero nunca hemos puesto en valor el trabajo y el esfuerzo de todos nuestros hospitales, que están al mismo nivel que cualquier otro.
¿Siente que no se los reconoce?
No se trata de eso y tampoco lo buscamos, pues en nuestra esencia está el cuidado del paciente, no el reconocimiento.
¿Cuáles son las señas de identidad del grupo?
Lo más importante es la atención al paciente, que debe estar en el centro. Además, aportamos la misma profesionalidad y excelencia que cualquier otro grupo hospitalario, pertenezca a la red privada o a la red pública; estamos ubicados en las zonas más accesibles de Madrid; y apostamos por la tecnología sanitaria. Luego, contamos con valores diferenciales, pues no solo nos hacemos cargo del cuidado y la salud física del paciente, sino también de la emocional y espiritual. En este sentido, dentro de nuestro concepto de salud integral, contamos con dos servicios permanentes: la pastoral y el voluntariado. Además, esta atención no es solo para los pacientes, sino también para los familiares y para nuestros colaboradores.
¿Qué papel juegan estos dos servicios?
Por ejemplo, durante la pandemia han ayudado a que muchas personas no estuvieran solas. Así, en los hospitales católicos se habilitaron circuitos para que los pacientes se pudieran comunicar con sus familiares, no solo a través del teléfono. También se han volcado en acompañarlos pasando un rato con ellos en la habitación, leyéndoles…
¿Cómo han vivido la pandemia?
Creo que ha sido una situación muy dura para todos los sanitarios. En nuestro caso, hemos estado volcados con la sanidad pública y con todos los madrileños. Todos los centros católicos se pusieron a disposición de la sanidad madrileña. Hemos vivido momentos duros y críticos. Nos ha ayudado a reforzarnos como equipo, a reaprender formas de atención y asistencia, a ser cada vez más humanos.
A veces, se vincula sanidad privada y ánimo de lucro. En su caso, no es así…
Somos centros privados que pertenecen a congregaciones religiosas y todos los excedentes se destinan al sostenimiento de la obra de estas en España y en el resto del mundo, donde hacen una labor humanitaria, sanitaria, educativa… Para nosotros, el excedente no es un reparto de dividendos. Además, también tenemos proyectos dentro de los propios centros como convenios con Cáritas para la atención sanitaria de personas en exclusión social o colaboraciones con algún dispensario para hacer chequeos a algunos colectivos.
Entonces, si un hospital va bien…
Es maravilloso. En el hospital donde soy gerente, el Beata María Ana, tenemos un proyecto solidario asignado, en concreto, en Timor Leste. Los excedentes irán a parar ahí.
¿Cómo van a hacer frente a la Ley de Eutanasia?
Todas las congregaciones, dada la importancia de la ley y de sus implicaciones, estamos trabajando en un grupo para tener una voz única. Para nosotros es fundamental el derecho a la vida y, en su caso, la atención paliativa en los momentos finales.