«En un año he realizado 30 o 40 bautizos de adultos en Albania»

Obispo del sur de Albania: «En un año he realizado 30 o 40 bautizos de adultos»

Tras la práctica desaparición del clero local durante el comunismo, los misioneros han ayudado a restablecer a «una Iglesia muy joven» y con una fe viva, asegura Giovanni Peragine, de visita en Madrid

María Dolores Gamazo
Peragine, obispo de Albania, delante de un cuadro del fundador de su congregación
Peragine durante la entrevista, delante de un cuadro de Antonio Maria Zaccaria, fundador de los barnabitas. Foto: María Dolores Gamazo.

En Albania, ecumenismo y diálogo interreligioso van de la mano. De hecho, «para nosotros es más fuerte el diálogo interreligioso que el discurso ecuménico», subraya a Infomadrid Giovanni Peragine, administrador apostólico de Albania meridional. Este religioso de los Clérigos Regulares de San Pablo (barnabitas) ha visitado la parroquia madrileña de San Antonio María Zaccaria, atendida por su congregación, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

En Albania, los católicos son el 10 % de la población. Pero en su diócesis, que ocupa más del 60 % del territorio, son incluso menos. «Nos llevamos muy bien tanto con los responsables de la comunidad musulmana», mayoritaria en el país y de identidad sunita, «como con los de la Iglesia ortodoxa. Y con ellos hemos vivido experiencias muy bonitas».

Por ejemplo, el pasado mes de noviembre «tuvimos un encuentro con los representantes de las diferentes confesiones de mi diócesis, tanto cristianos como musulmanes. Y nos fuimos a Roma, tres días de peregrinación, para estar juntos. Visitamos el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, asistimos a una audiencia con el Papa Francisco. También fuimos a una iglesia ortodoxa, y a una mezquita. Una bonita experiencia de amistad, todos juntos en varios momentos del día».

El respeto religioso es uno de los valores de la tierra albanesa. El administrador apostólico de Albania meridional prefiere este concepto al de tolerancia: «Tolerancia implica respeto sin colaboración. No expresa realmente la lealtad que nos tenemos», ni la colaboración recíproca. Con ellas, se ha creado auténtica fraternidad. «Como nos dijo el Papa Francisco, somos hermanos en la diversidad. Y trabajamos este aspecto en los encuentros que tenemos con los ortodoxos y con los musulmanes».

Constitución atea

Esta convivencia se explica por las raíces del país, uno de los primeros en los que hubo cristianismo. «Según la tradición, san Pablo predicó en estas tierras. Y nosotros estamos muy orgullosos de estas raíces paulinas». Con la llegada del Imperio otomano, buena parte de la población se convirtió al islam «para conseguir trabajo, ir a la escuela… Hoy en día, muchos musulmanes reconocen que sus raíces son cristianas».

A partir de 1944, el régimen comunista quiso acabar con la presencia de las religiones por medio de la persecución. «Sobre todo a la Iglesia católica, ya que tenía en sus manos la cultura. Sacerdotes y obispos eran escritores, poetas. Habían estudiado en el exterior». En 1967, se incluye en la Constitución el ateísmo de Estado. «Durante los últimos 30 años del comunismo, se vivió una persecución contra toda forma de religiosidad, tanto pública como privada. Se creó un clima de sospecha, tanto dentro como fuera de las familias. La gente tenía miedo de rezar en privado, incluso de enseñar las oraciones a hijos o nietos», relata el religioso barnabita. Todo el clero local fue perseguido, y hay 38 mártires beatificados.

Para Peragine, lo positivo es que «esto contribuyó a reforzar el clima de tolerancia religiosa que existe ahora en el país. De hecho, el Papa Francisco viajó a Albania en 2014, su primer viaje a Europa, porque quería presentar esta convivencia».

Iglesia de misioneros

En 1993, tras la caída del régimen comunista, san Juan Pablo II ordenó a un obispo albanés para «reconstituir la jerarquía eclesial». También animó a las congregaciones religiosas a hacerse presentes en el país. Los barnabitas, que habían acogido a refugiados albaneses en Italia, decidieron abrir allí una casa. El primer padre llegó en agosto de 1996. Peragine se instaló en 1998. Todavía hoy, de los 13 sacerdotes de su diócesis, solo uno está incardinado allí; el resto son misioneros.

Desde el principio, y en los distintos destinos que ha tenido por todo el país hasta ser ordenado obispo en 2017, su prioridad y la de sus hermanos ha sido la promoción humana. «El país acababa de salir de una dictadura. Había que recuperar al hombre, ya que la conciencia de las personas estaba tocada, destruida. La Iglesia comprendió esta urgencia, y se puso a trabajar en ello desde el punto de vista social, educativo y formativo».

Se crearon guarderías, colegios y escuelas superiores. «Ahora estamos muy presentes también en el sector social, incluso con ambulatorios». Estas obras facilitan mucho dar testimonio, asegura. «Evangelizar a través de la caridad es muy importante».

En su diócesis, una de las últimas acciones ha sido la puesta en marcha de un comedor social, abierto a todos. «Viene gente de todas las religiones. Pero todos saben que, antes de comenzar a comer, hay que rezar», indica Peragine. A través de este acompañamiento se crea amistad.

Iglesia joven

El fruto de esta labor es una Iglesia «muy joven. Está integrada por las personas que han convertido los misioneros en estos 20 años. En este año, he realizado unos 30 o 40 bautizos, todos de adultos» procedentes en su mayoría del islam. «No tenemos bautizos de niños», afirma. Una vez bautizó a una abuela, y en bastantes más ocasiones a «personas de cierta edad». Durante años no pudieron vivir la fe «y han encontrado en los sacerdotes y misioneros el deseo de conocer el Evangelio».

En su región, la fe se vive de forma «muy viva, porque los jóvenes la han abrazado por convicción». Esto le da esperanza en el futuro. «Creo en la fidelidad de este país», asegura. A pesar de que los misioneros no lo tienen fácil. «No tenemos medios. Somos muy pobres». Pero en ese vasto territorio, como un desierto, «visitando las comunidades, cualquier cosa que nace es bonita. El desierto está floreciendo».

Pero es consciente de los desafíos. «Uno de los problemas más grandes es la emigración de los jóvenes. La situación social y política ha mejorado, pero necesitan trabajo». Con todo, «creo que este país se podrá rescatar definitivamente. Ha sufrido mucho, y se lo merece».