Nuncio en Sudán: «La evacuación de Jartum fue durísima»
El arzobispo español explicó a los asistentes a Struggle for survival, una charla organizada por la fundación Nigrizia, cómo vivió la evacuación de Sudán el pasado 15 de abril
«Para mí fue durísima la evacuación de Jartum, fue a toda prisa y en un minuto tienes que tomar muchas decisiones», contó Luis Miguel Muñoz Cárdaba, nuncio apostólico en Sudán, el 21 de septiembre en la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, en Roma. «En la escuela diplomática nos preparan para momentos come ese, pero es muy dramático», explicó el arzobispo a los asistentes a Struggle for survival (lucha por la supervivencia), una charla organizada por la fundación Nigrizia y coordinada por Antonella Napoli, directora de la revista Focus on Africa.
Luis Miguel Muñoz Cárdaba fue nombrado nuncio en Sudán en marzo de 2020 y tres años después, el 15 de abril, abandonaba el país tras un violento golpe de Estado. Inmediatamente tras el estallido marchó a Yibuti, donde permaneció una semana hospedado por el obispo local. «Fue bonito porque pudimos ayudar a salir a otros misioneros africanos y filipinos», contó. Durante su intervención en la Iglesia Nacional Española de Roma, reconoció especialmente al embajador de Canadá que «nos ayudó mucho» durante el caos del ataque.
El también arzobispo titular de Nasai también narró que, tras pasar una semana en Yibuti, se desplazó a Eritrea, el otro país del que es nuncio aunque no cuente con un edificio que sirva como nunciatura como tal. «El motivo para ir allí es que pensábamos que la guerra podría finalizar pronto y, aunque el aeropuerto había sido destruido, pensamos que por vía terrestre podríamos volver». «Por desgracia no ha sido posible y la guerra continúa», lamentó.
El nuncio en Sudán, que desde el golpe ha vivido los últimos cinco meses en Eritrea, contó que llegó a Jartum «un poco ingenuo» en 2020. Entonces un nuevo Gobierno parecía generar una situación mucho más estable. «Era un momento de gran esperanza, solo unos meses después de una revolución cívica, pacífica y democrática», rememoró. «Algún embajador europeo me decía: “Este es un momento muy bueno, el país va a ser un ejemplo no solo para el Cuerno de África sino para todo el continente”». En contraste al entusiasmo de los representantes europeos, los lugareños eran mucho más escépticos con el cambio. «Los obispos locales me decían: “Quién sabe, hemos visto ya tantas cosas…”. Desgraciadamente los obispos tenían razón», explicó Luis Miguel Muñoz.
Por último, el nuncio en Sudán contó que, antes del golpe «faltaban unas pocas semanas para firmar un nuevo acuerdo que fijaba elecciones cada dos o tres años». «Estaba particularmente contento porque se reconocía la personalidad jurídica de las minorías religiosas y esto lo querían las iglesias locales», confesó el español. Ahora el país lleva cinco meses en disputa entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), dirigidas por el paramilitar Mohamed Hamdan Dagalo, y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), bajo el control del jefe del Consejo Soberano de Sudán, el general Abdel Fattah al Burhan. Amnistía Internacional estima los muertos en miles.