Nuevo obispo de Orihuela-Alicante: «Valoro mucho el amor a la tradición de la diócesis» - Alfa y Omega

Nuevo obispo de Orihuela-Alicante: «Valoro mucho el amor a la tradición de la diócesis»

La diócesis de Orihuela-Alicante acoge, el sábado, a su nuevo pastor, monseñor Jesús Murgui, hasta ahora obispo de Mallorca. El sucesor de monseñor Palmero entrará en la ciudad en una mula blanca, como manda la tradición de la diócesis oriolana. El prelado comienza ilusionado el curso pastoral marcado por el Año de la fe, que considera una «gran oportunidad para transmitir la alegría de la fe»

Cristina Sánchez Aguilar
Monseñor Jesús Murgui Soriano.

¿Cómo afronta su nueva labor en Orihuela-Alicante?
He acogido este nombramiento con una enorme gratitud al Señor y al Santo Padre Benedicto XVI, y lo afronto con toda la ilusión que soy capaz.

¿Hay alguna pastoral a la que quiera dedicar especial atención?
Tengo una suerte muy grande: el día 29 me pongo a servir como obispo, a pocos días del inicio del Año de la fe, con el que el Papa nos ha dado una gran oportunidad de crecimiento eclesial. Mi antecesor, monseñor Rafael Palmero y su equipo, una gente magnífica, han preparado un programa precioso para el Año de la fe, con el que me siento muy identificado y que he acogido con mucha alegría. Seguiremos el programa diocesano, para vivir con la Iglesia universal esta gran oportunidad para transmitir la alegría de la fe.

Cuentan de usted que es un obispo especialmente cercano con sus fieles.
Me parece importante escuchar, aprender lo que el Señor ha ido escribiendo durante siglos en la vida de una diócesis, y leer, junto con los fieles, lo que el Señor nos pide en estos momentos. Yo me siento enviado por la Iglesia para ser sucesor de los Apóstoles, y eso me hace estar abierto al gran protagonista, el Espíritu Santo, para ser sensible ante mis nuevos hermanos de Orihuela-Alicante, y conocer su historia y sus necesidades.

Valenciano de origen, siempre se ha movido por aguas mediterráneas. Qué características tiene la Iglesia en esta parte de España?
El Mediterráneo tiene dos características comunes, que son el fenómeno turístico y la inmigración. Pero, por lo demás, de una orilla a otra la Iglesia es variadísima, porque la historia y las circunstancias son diferentes. En Mallorca, la insularidad ha marcado mucho la vida pastoral.

Trabajar con los turistas y los migrantes, dos tareas que le acompañaron en Mallorca de cerca, y ahora se van con usted a la costa peninsular…
Así es. En Mallorca hemos trabajado mucho, en este aspecto, de cara a los sacerdotes. Una de las labores más importantes ha sido enviarlos a estudiar al extranjero, pensando sobre todo en que aprendiesen idiomas, para tener gente aquí preparada que acoja a los de fuera. También hemos conectado con diócesis hermanas que nos han enviado sacerdotes. Por ejemplo, el año pasado vinieron sacerdotes de Nigeria y de Perú, que han cuidado especialmente de los hispanos. Y vienen de Rumanía, Polonia, Ucrania…, para atender las necesidades no sólo de los turistas, sino también de los migrantes. Con ellos, el trabajo ha sido, fundamentalmente, de integración: que no se sientan ayudados, sino acogidos en su casa, en la Iglesia.

¿Qué ha aprendido de su tiempo como obispo en Mallorca?
Ha sido un honor poder servir a Mallorca, que me ha regalado unos años muy interesantes, con objetivos pastorales muy claros. Uno de los grandes focos ha sido el seminario y las vocaciones, pastoral en la que hemos vivido una ilusionada realidad: poco a poco, el Señor ha ido regalando vocaciones y éstas han sido aceptadas. Otro campo precioso ha sido la transmisión de la fe y la iniciación cristiana. Hemos tratado de renovar la catequesis, abrirla a las familias, prolongarla más allá de la Primera Comunión, y que los colegios diocesanos sean ámbitos de pastoral bien claros.

Mallorca también cuenta con un rico patrimonio espiritual. Estos años, hemos querido fortalecer la fe de los mallorquines adentrándonos en los santos, sacerdotes ejemplares, buenos obispos y grandes laicos que ha tenido la isla.

¿Cómo ha afectado la crisis a Mallorca?
La insularidad da connotaciones especiales a la crisis, porque marca la realidad productiva, que se basa casi únicamente en el turismo, lo que hace que el trabajo siempre sea bastante estacional. En este tiempo de crisis y gran inmigración, la acción caritativa y social ha llenado las páginas más hermosas que he podido vivir, junto a Cáritas y Manos Unidas. Y con nuestra Mallorca Misionera, hemos enviado a muchas personas para llevar el Evangelio a países lejanos.

Llega a una sede episcopal que conserva la tradición. Hasta la entrada del obispo será a lomos de una mula blanca…
Estoy admirado del cariño que me están demostrando en Orihuela-Alicante, y valoro mucho que tengan ese amor a sus tradiciones. También es un signo del obispo, que se abandona a la novedad. Si es bueno para mi gente, yo se lo ofrezco al Señor. Y más, si sirve para imitar a Jesús, que entró en Jerusalén en borriquilla y terminó dando su vida.