Nueve días ingresado por coronavirus: «Para mí ha sido volver a nacer» - Alfa y Omega

Nueve días ingresado por coronavirus: «Para mí ha sido volver a nacer»

José Cediel vivió «una experiencia mística» los nueve días que estuvo ingresado en el hospital. Salió de allí «espiritualmente reforzado» y con ganas de dar amor a todo el mundo a su alrededor. «Ha sido una experiencia pascual maravillosa», dice

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
José Cediel junto a su familia
José Cediel junto a su familia. Foto: José Cediel.

«No me importa saber cómo me contagié y cómo caí enfermo. No me importa si se podía haber evitado. Da igual, eso no me preocupa. Pero sé muy bien quién me ha curado: el Amor». José Cediel, ingeniero y padre de cinco hijos, aguantó la primera embestida del coronavirus a base de paracetamol, hasta que ya no pudo más y su médico de cabecera le mandó al hospital, donde pasó nueve días lejos de su familia.

«Yo estrené la quinta planta del Ramón y Cajal cuando la reservaron solo para enfermos de coronavirus», dice en conversación con Alfa y Omega. «Desde mi habitación iba oyendo cómo, poco a poco, iban abriendo el resto de habitaciones». Una fiebre muy alta y una neumonía bilateral le dejaron «delirando», y en sus ratos de lucidez «solo acertaba a preguntarme: ¿por qué?».

Poco después se dio cuenta de que al coronavirus y todo lo que trae consigo «solamente lo puede vencer el amor». Por eso, «empecé a vivir del amor que me daba todo el mundo, empezando por el personal sanitario, desde los enfermeros hasta los que me limpiaban el cuarto que, en circunstancias muy duras, me dieron todo su cariño».

«También recibí mucho amor por WhatsApp. Y sobre todo, el amor incondicional de mi mujer y de los cinco hijos que tengo», dice José. En el hospital, «no paraba de rezar, eso fue para mí un punto de inflexión. Me descargué la aplicación de la parroquia del Buen Suceso y escuchaba homilías, lecturas, Misa… Empecé a mejorar y a querer salir ya de allí».

Lo consiguió nueve días después, pero el José que salió ya no era el mismo José que entró: «En cuanto me encontré mejor decidí decir a todo el mundo a mi alrededor que les quería. Recibí tanto amor en el hospital que yo también quería dar mucho amor. Escribí hasta a mis compañeros de trabajo, me quité prejuicios y máscaras».

Además, «espiritualmente he salido reforzado, con ganas de querer, de perdonar a todo el mundo, de ser más comprensivo, de estar más cerca de Dios, de aprovechar todos los momentos de oración y todo el tiempo con mi familia que pueda tener. Salí del hospital para darlo todo sin condiciones. Para mí ha sido volver a nacer. Ha sido una experiencia pascual maravillosa».

Al preguntarle por las personas que han muerto durante estas semanas y que siguen muriendo en todo el mundo, José reconoce que «yo me he librado, pero hay muchas familias que ni siquiera se pueden despedir de los suyos, y es muy doloroso perder a un ser querido», pero dice también que «ningún sufrimiento es en vano ni es inútil. Todo ese dolor de tanta gente muriendo es una riqueza espiritual que va a dar sus frutos, es un dolor que santifica y que nos santifica también a todos. Es valioso, estoy convencido. Todo en la vida es útil, desde que uno nace hasta que muere. El Amor es más fuerte, y ya ha ganado. Antes incluso de que el virus existiera, Dios es más fuerte. Y Jesucristo ha resucitado».