Duni Sawadogo, premio Harambee: «Nuestro problema es el paludismo y no hay vacuna»
La catedrática marfileña cree que África debe tener una actividad científica más fuerte para hacer frente a las enfermedades que sufre
Duni Sawadogo todavía recuerda el día en el que una joven se le acercó para pedirle que dirigiera su tesina. No sabía quién era ni por qué se lo pedía. «Usted no se acuerda –le dijo la estudiante, según narra Sawadogo–, pero hace un tiempo vine a pedirle dinero y me dijo que no. Le expliqué que no tenía nada –dormía en la facultad, pues no se podía permitir una habitación– y que algunas amigas me habían propuesto ejercer la prostitución para pagar los estudios. Me dijo que me fijase en los alumnos en las aulas, que estaban siempre comiendo, que comprase chucherías y se las vendiese». Le hizo caso y aquella decisión dio sus frutos. Los tenía a la vista.
Así, sin grandes alardes ni acciones llamativas, Sawadogo, catedrática de Hematología Biológica de la Facultad de Farmacia de Universidad Felix Houphouet Boigny (Costa de Marfil), ayuda a que las mujeres lleguen a la universidad y a la ciencia. Una promoción que también realiza nutriendo su equipo de presencia femenina, aconsejando a las estudiantes, corrigiendo sus publicaciones, presentándoles profesores y ayudándolas a buscar estancias en el extranjero. Todo un empeño que le ha valido este año el Premio Harambee a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana.
Así devuelve a la sociedad marfileña la suerte de haber nacido en una familia con un padre ingeniero y catedrático (musulmán) –él también ayudaba a los estudiantes– y una madre intelectual (católica) que siempre intentaron darle a ella y a sus hermanos la mejor educación. También a su país, que la becó para estudiar en España, concretamente en la Universidad de Navarra, y luego le dio la oportunidad de ser catedrática. Ella trabajó muy duro, a veces sin medios, y aprovechó la oportunidad.
La datos demuestran que, aunque han aumentado del 3,6 % en 2000 al 7,1 % hoy, las mujeres científicas siguen siendo minoría en el país. Las familias son clave, pues prefieren que estudien los chicos porque las mujeres se van al casarse: «Si hay menos en Primaria y en Secundaria, también habrá menos en la universidad». Otro factor es la escasez de universidades públicas. En el fondo, dice, todo está relacionado con la pobreza.
Ella es modelo de mujer científica y, además, ejemplo de que se puede llegar. Durante la pandemia fue llamada por el ministro de Sanidad para formar parte del Comité de Dirección de la Autoridad Marfileña de Regulación Farmacéutica. Se trata de un organismo fundamental en la lucha contra los medicamentos falsos, un problema que está generando secuelas en muchos africanos y que provoca la muerte de 300.000 niños cada año, según la OMS. «Hay mucho dinero detrás. Se puede ganar 20 veces más con las medicinas falsificadas que con las drogas», explica.
Aunque pronto van a llegar al país las vacunas contra la COVID-19, allí el impacto no ha sido ni de lejos el mismo que en Europa: 30.000 contagios y menos de 200 fallecidos. «Nuestro problema es el paludismo, con más de tres millones de afectados, y no se acaba de encontrar una vacuna. Se nos dice que no es posible, pero en un año sacan una contra otra enfermedad», detalla. Y cree que esta situación tiene que hacer reflexionar a los africanos y hacerles caer en la cuenta de la importancia de luchar por sus intereses y «tener una actividad científica más fuerte para desarrollar medicinas para las enfermedades del continente».
Sawadogo cierra la entrevista con optimismo. Hay motivos para ello, pues ya son muchos jóvenes marfileños que han pasado por sus manos y triunfan en la ciencia dentro y fuera del país. Su sueño pasa por crear un entorno mejor en África y ofrecer futuro para no tener que ver más muertes en el Mediterráneo.