«Nuestro mundo, marcado por guerras y divisiones, necesita más que nunca los frutos del Espíritu Santo»
En la audiencia general, el Papa ha rezado también por los catequistas en el día que se celebra a san Pío X, su patrón
Los fieles han recibido con un gran aplauso al Papa Francisco cuando ha entrado en el Aula Pablo VI caminando con la ayuda de su bastón. Ha pronunciado el saludo litúrgico y, antes de tomar asiento, no ha podido reprimir su sorpresa y ha espetado: «¡Cuántos nuevos esposos!».
Durante la audiencia general de este miércoles, ha proseguido con su ciclo de catequesis sobre la acción del Espíritu Santo. En concreto, su reflexión se ha centrado en el bautismo de Jesús en el río Jordán, cuando fue ungido con el Espíritu Santo. Ha asegurado que es «un momento fundamental de la Revelación y de la historia de la salvación» en el que «toda la Trinidad se reunió a orillas del Jordán».
Francisco ha destacado que se trata indudablemente de un episodio muy importante de la vida de Jesús y que la prueba es que lo recogen los cuatro evangelistas. Es el propio Cristo quien después revela por qué su bautismo es un evento determinante en su vida cuando dice: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido».
Así, el Papa ha explicado que cuando Dios unge a Cristo con el Espíritu Santo unge a Jesús como Rey, Profeta y Sacerdote del mismo modo que en el Antiguo Testamento, los reyes, profetas y los sacerdotes eran ungidos con aceite perfumado. En el caso de Cristo, es ungido con un aceite espiritual, es decir, el Espíritu Santo. Y con esa unción también unge a su cuerpo que es la Iglesia porque recibe toda la plenitud del Espíritu Santo para su misión. Por eso, los cristianos son los «ungidos a imitación de Cristo».
De esta forma, «una persona que vive con alegría su unción perfuma la Iglesia, la comunidad y la familia con ese perfume espiritual», ha afirmado Francisco. Sin embargo, no siempre los cristianos portan ese perfume de Cristo, sino el mal olor del pecado. «No nos olvidemos nunca de que el pecado nos aleja de Jesús», ha puntualizado el Pontífice. Por otro lado, ha indicado que, en cualquier caso, nada debe separarnos «de nuestra sublime vocación de ser buen olor de Cristo en el mundo».
Perfumar el mundo con los frutos del Espíritu Santo
Un buen olor que se concreta en los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí. Por eso, una persona que viva estos frutos, puede transmitir «la fragancia del Espíritu Santo». Así, Francisco ha invitado a todos a sembrar estos frutos de paz, amor y bondad en la vida cotidiana.
«Una persona con amor, una persona alegre, una persona que crea la paz, una persona magnánima no tacaña, una persona benévola que acoge a todos, una persona buena… Qué bonito es encontrar a una persona buena, a una persona fiel, a una persona tranquila que no sea orgullosa», ha señalado el Santo Padre.
Tras los saludos en distintos idiomas, el Pontífice ha recordado que cada 21 de agosto se conmemora a san Pío X. Murió un día como hoy hace 100 años, en los albores de la I Guerra Mundial. Como Francisco, Pío X fue un gran reformador que acometió también una remodelación de la Curia vaticana. Además, promovió la Eucaristía y la catequesis, especialmente, entre los niños facilitando que se acercaran a los sacramentos. Por eso, a este Papa se le considera como patrono de los catequistas y por eso el 21 de agosto también se celebra el día de los catequistas. Así, el Papa ha invitado a rezar en esta jornada por los catequistas, para que el Señor «los haga valientes y sigan adelante con su trabajo».
Un día más, el Santo Padre ha implorado por la paz. Francisco resulta incansable en su empeño por recordar conflictos olvidados junto a los que centran la atención mundial. «Por favor, no olvidemos a la martirizada Ucrania, que sufre tanto; no nos olvidemos de Myanmar; Sudán del Sur; Kivu del Norte; y tantos países en guerra. Recemos por la paz. No nos olvidemos de Palestina ni de Israel. Que haya paz allí».
«Nuestro mundo, marcado por guerras y divisiones, necesita más que nunca los frutos del Espíritu Santo», ha asegurado el Papa durante esta catequesis.