«Nos hará bien comprender el silencio» de Mongolia
Durante el vuelo papal, Francisco fue preguntado por «las dificultades de la diplomacia vaticana en estos tiempos de guerra» y la reciente polémica tras animar a jóvenes católicos rusos. «Ni se lo imagina», contestó Francisco, quien añadió que «a veces hay que tomarse las cosas con sentido del humor»
El Papa Francisco ya está en Mongolia. Aterrizó a las 3:52, hora española, tras un viaje de nueve horas y media y más de 8.000 kilómetros. Durante el vuelo dio las claves de su viaje a los periodistas que le acompañaban en el avión papal. «Ir a Mongolia es ir a un grupo muy pequeño de gente en un terreno enorme. Mongolia parece no tener fin y sus habitantes son pocos en número, un pueblo poco numeroso de una gran cultura».
Con una densidad de solo dos habitantes por kilómetro cuadrado, Mongolia ofrece paisajes desiertos que el Papa pidió contemplar. «Creo que nos hará bien comprender este silencio tan grande, tan vasto. Nos ayudará a entender lo que significa, no intelectualmente sino con los sentidos. Mongolia está para ser entendida con los sentidos».
Francisco incluso se atrevió a recomendar a los periodistas cómo hacer oración en la estepa. «Déjenme decirles que les haría bien escuchar un poco de música de Borodin, quien fue capaz de expresar la extensión y grandeza de Mongolia».
Durante el vuelo Eva Fernández, corresponsal de COPE, entregó al Papa una cantimplora agujereada que salvó la vida de un soldado ucraniano alcanzado por la metralla. El combatiente la había depositado en la iglesia castrense de Leópolis, agradecido a la Virgen por salvarle la vida. Tras recibir la bendición papal, la cantimplora volverá como objeto de devoción al templo al que fue donado.
El Papa también fue preguntado por «las dificultades de la diplomacia vaticana en estos tiempos de guerra» y las críticas que generaron sus palabras a jóvenes católicos reunidos en San Petersburgo, a quienes animó el 25 de agosto por videollamada a «conservar la herencia espiritual de la Gran Rusia». Sus declaraciones entonces recibieron una queja formal del portavoz del Ministerio de Exteriores ucraniano y la Oficina de Prensa de la Santa Sede publicó un comunicado contextualizándolas. «Ni se lo imagina», contestó en el avión papal Francisco, quien añadió que «a veces hay que tomarse las cosas con sentido del humor».
Francisco habló además de los cinco trabajadores de mantenimiento italianos que en la noche del 30 de agosto fueron arrollados por un tren a las afueras de Turín mientras realizaban labores de mantenimiento. Sostuvo que los accidentes laborales «son una calamidad y una injusticia y siempre por falta de cuidado» y que «los trabajadores son sagrados».
Una vez en suelo mongol, Francisco fue recibido por la ministra de Exteriores, Battsetseg Batmunkh, y recibió una taza de yogur seco de una joven local en señal de hospitalidad. Después la guardia de honor celebró una pequeña bienvenida, y el Papa y la ministra charlaron unos minutos en una sala privada del aeropuerto antes de marchar a la prefectura, en el sur de la capital, para descansar.