Chris y Regina Catrambone: «No podemos ser indiferentes ante lo que está pasando»
En verano de 2013, Chris y Regina Catrambone estaban disfrutando de un crucero en el Mediterráneo, cerca de la isla de Lampedusa, a bordo de un lujoso yate. De repente apareció en el agua un objeto de color rojo. «¿Qué es eso?», preguntó ella al capitán. «El chaleco de un inmigrante que no logró alcanzar la costa», respondió. Ese día cambió la vida de este matrimonio norteamericano
La fe en Jesús ha sido la guía de Chris Catrambone desde pequeño: era monaguillo en su parroquia y llegó a plantearse la vocación al sacerdocio. Ya adulto, trabajó en el sector de los seguros pero lo perdió todo después del huracán Katrina, que devastó Nueva Orleans: «Lo perdí todo, y eso me hizo sentirme como se sienten hoy los refugiados». Logró recuperarse e hizo mucho dinero con una aseguradora especializada en zonas de conflicto bélico. En 2014, él y su mujer, Regina, decidieron emplear su dinero en fundar Migrant Offshore Aid Station (MOAS), una ONG dedicada a rescatar a los inmigrantes que se arriesgan a cruzar el Mediterráneo, y tienen otro barco en el golfo de Bengala rescatando a los refugiados rohinyá, una de las minorías más perseguidas hoy en el mundo, que huyen de Myanmar.
Chris, Regina, os habéis complicado un poco la vida…
Chris: Una cosa muy bonita que nos hace ver nuestra fe católica es que nos consideramos hermanos que estamos ayudando a otros hermanos que están sufriendo. Nos llegaron mucho las palabras del Papa Francisco en Lampedusa en 2013 preguntando por qué dejamos a esta gente morir en las costas. Es muy triste que haya gente desesperada por dejar su país y que otros países los rechacen sin darles ninguna esperanza. Es nuestra fe lo que nos ha hecho ir hasta ellos para encontrarlos y sembrar la paz de alguna manera. Rezamos todos los días por esto.
Regina: Nos hemos dado cuenta de que no podemos permanecer indiferentes ante lo que está pasando.
Decís que vuestra fe es muy importante en vuestra vida. ¿Cómo es vuestra relación con Jesús?
C.: Jesús es mi ancla y mi brújula. Es Él el que lleva mi vida. Me hace humilde, y me mantiene siempre trabajando duro en favor de otras personas. Él me ha dado a mi familia, y sus enseñanzas me guían y me hacen ser lo que soy.
R.: Jesús es mi medicina, es el médico que cura nuestras heridas. Si lo encuentras, no necesitas nada más, estás completo. No tienes necesidad de nada más.
¿Por qué os habéis metido en esta aventura juntos, como matrimonio?
R.: Creo que si no hacemos esto juntos, quizá tendríamos éxito con la ONG, pero perderíamos a nuestra familia. La familia es lo más importante, y tenemos que ir en todo al mismo paso. El poder de la familia hoy esta subestimado. En esta misión estamos como familia. Cuidamos el uno del otro, y también de nuestros hijos, y es este amor lo que nos mantiene unidos y lo que nos permite ayudar a los demás.
O sea, que no habéis encerrado vuestro amor en casa bajo llave…
R.: Para nosotros es muy importante tener éxito en esta misión, pero no a costa de perdernos el uno al otro. A lo mejor tendríamos mejores resultados por separado, pero cuando nos casamos prometimos estar juntos en lo bueno y en lo malo. Como esposa, yo tengo que estar al lado de mi esposo, y viceversa.
También habéis involucrado a vuestra hija…
C.: Nuestra hija estudia en la universidad, pero esta metida en este proyecto desde el principio. Ella es una millenial, forma parte de esta generación, pero ha podido conocer de cerca que hay muchas personas de su edad que han vivido otras circunstancias muy distintas, que han vivido en zonas de guerra, por ejemplo.
Habéis mencionado al Papa. ¿Qué os parece su visita a la isla de Lesbos?
R.: El Papa es una voz muy importante para nosotros y para estas personas que se juegan la vida cruzando el mar. Está llamando la atención sobre lo que está pasando en el Egeo. La situación es desesperada, especialmente después del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía. Necesitamos que la gente allí esté protegida, porque la mayoría no tiene un lugar al que volver. Los niños necesitan ir al colegio, y no pueden hacerlo. Todos han perdido ya su pasado, y ahora pueden perder además su futuro. No les podemos tratar así. Los niños son el futuro de nuestra humanidad, no podemos perder esta generación. Es nuestra responsabilidad.