Monseñor Alberto Ortega: «No hay solución militar al conflicto» - Alfa y Omega

Monseñor Alberto Ortega: «No hay solución militar al conflicto»

Monseñor Silvano Tomasi, representante del Papa ante la sede de las Naciones Unidas en Ginebra, y monseñor Alberto Ortega, de la Secretaría de Estado vaticana, representaron a la Santa Sede en el comienzo de la conferencia internacional Ginebra 2. Ya en Roma, el sacerdote español compartió, el lunes, por teléfono, sus impresiones

Ricardo Benjumea
Refugiados sirios huyen a Wadi Khaled, al norte del Líbano

¿Cuáles son sus expectativas con respecto a Ginebra 2?
El hecho de que se celebre esta Conferencia es ya un aspecto muy positivo. Sirve para manifestar que, a nivel internacional, hay un apoyo claro a esta negociación. La gente quiere paz, como se vio en septiembre, con la iniciativa de oración y ayuno por la paz en Siria y en Oriente Medio, que tuvo una respuesta preciosa. Hay un sentimiento generalizado de que se ha llegado demasiado lejos, y de que no existe una solución militar al conflicto. Entre el Gobierno sirio y la oposición, se ve que las distancias todavía se tienen que colmar, pero es positivo que, por lo menos, hayan comenzado a hablar, aunque será una negociación difícil, lenta. Por lo menos, parece que unos poquitos pasos se van dando, sobre todo a nivel humanitario, para abrir algún corredor, algún pasillo humanitario, alguna tregua parcial [el domingo se acordó la apertura de un corredor para evacuar a mujeres y niños de la ciudad de Homs]… Esto es muy importante para preparar el terreno de cara a otras decisiones más significativas para el futuro del país.

Algunos insisten en que sí hay una solución armada. Algunas cancillerías occidentales, por ejemplo, son partidarias de armar de una vez por todas a la oposición…
No, yo creo, por la experiencia en otros sitios, que la violencia al final genera más violencia; hay que privilegiar el diálogo. Ha habido ya demasiados daños. En el año y medio transcurrido desde Ginebra 1, el número de víctimas se ha disparado, y a nivel humanitario, la situación es insostenible: casi la mitad de la población necesita ayuda humanitaria. Y hay que evitar que el conflicto se contagie, como está sucediendo ya por desgracia, al Líbano o a Irak. Está en el interés de todos que se resuelva cuanto antes para evitar esa repercusión regional del conflicto que sería peligrosísima. En ese sentido, dado que la guerra tiene una dimensión regional e internacional, la paz en Siria ofrecería, al mismo tiempo, una contribución importantísima para la paz en la región. Ése es el objetivo que habría que intentar: pacificar esta región, por desgracia, marcada por tantos conflictos.

Monseñor Alberto Ortega

¿Qué tipo de acuerdo ve posible entre Gobierno y oposición? ¿Podrían inspirarse en el modelo libanés, donde las tres grandes comunidades (sunitas, chiítas y cristianos) tienen constitucionalmente establecido un reparto del poder?
La solución corresponde a los mismos sirios. Se podrían inspirar en el Líbano, o buscar modelos en otros países, donde se asegura, por ejemplo, ciertos puestos del Parlamento a las minorías. Habría que buscar maneras de garantizar que todas las comunidades presentes en el país se sientan parte del mismo e implicadas en la construcción del país. Nosotros insistimos mucho en que la diversidad no es un obstáculo, sino una riqueza. Y hemos insistido también en el concepto de ciudadanía, que permita que todos participen con los mismos derechos y deberes en la construcción de la sociedad. En esto, los cristianos quieren ofrecer una contribución importantísima, aunque sean una minoría.

¿Cómo es valorada la contribución de la Iglesia —y del Papa en particular— a la paz en Siria?
Es muy apreciada. El mismo secretario general de Naciones Unidas públicamente ha agradecido al Papa todo lo que está haciendo por Siria. Sobre el terreno, la Iglesia está haciendo muchísimo a través de las Cáritas; se ha hecho una labor muy bonita en educación, asistencia, dando de comer, albergando a los refugiados… Y hay también una labor muy importante de mediación, de reconciliación, que no sale en los periódicos. La Santa Sede no tiene otro interés que el bien de la persona. Su ayuda es para todos, sin distinciones. Estamos muy preocupados, claro, por la situación de los cristianos. Estamos preocupados por todos, pero nos duele que tantos cristianos estén dejando el país y, en general, Medio Oriente. Es una situación que esperemos que vaya cambiando, porque un Oriente Medio sin cristianos sería una pérdida para todos.