«No hay peor pobreza material que la de no permitir ganarse el pan y que priva de la dignidad del trabajo», denunció el Papa Francisco, el sábado, al recibir a los miembros de la Fundación Centesimus Annus – Pro Pontífice, que han celebrado un Congreso internacional sobre el tema Repensar la solidaridad para el empleo. Según el Papa, la gravedad de la crisis obliga a repensar la doctrina social, para hacer emerger «toda la potencialidad» inagotable del Evangelio. El Pontífice denunció que el desempleo «se está extendiendo con rapidez en amplias zonas del Occidente y está ampliando de forma preocupante los confines de la pobreza». Cuando algo así ocurre, es que hay «algo que no funciona», subrayó. «Por encima de los negocios, de la lógica y de los parámetros del mercado, hay un ser humano y hay algo que se debe al hombre en cuanto hombre, en virtud de su dignidad profunda: ofrecerle la posibilidad de vivir con dignidad y de participar activamente al bien común».
El día anterior, ante los participantes en la Sesión Plenaria del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, el Papa denunció que, «en un mundo en el que se habla tanto de los derechos, ¡cuántas veces, de hecho, viene pisoteada la dignidad humana! Parece que el único que tiene derechos es el dinero. Vivimos en un mundo en el que manda el dinero», dijo Francisco, que pidió a las comunidades cristianas más sensibilidad hacia quienes se ven obligados a huir o abandonar sus países.
El Papa ha tenido diversas intervenciones, en las últimas semanas, de alto contenido socio-económico, y ha llegado a pedir una reforma financiera. El martes pasado, al conmemorar los 25 años de la Casa Don de María encomendada por Juan Pablo II a las Misioneras de la Caridad, Francisco denunció los estragos de «un capitalismo salvaje» que «ha enseñado la lógica del beneficio a cualquier coste». Pero en la propia Iglesia debe aprenderse el significado del don, dijo. Esta casa de acogida para indigentes «es un lugar que educa a la caridad… y me gusta que seminaristas de todo el mundo vengan aquí para hacer una experiencia directa del servicio».
Este lunes, al celebrar la Misa en la residencia de Santa Marta, el Papa advirtió de que la cultura del bienestar nos impide acercarnos a Jesús, porque «nos hace poco valientes, nos hace perezosos, nos hace también egoístas». El Pontífice puso este ejemplo: «No, no, más de un hijo no, porque no podremos ir de vacaciones, no podremos ir a tal lugar, no podremos comprar la casa». Como causas que nos aleja del «camino hacia el reino de Dios», el obispo de Roma habló también de la fascinación por lo temporal, o del miedo a los compromisos definitivos: «Una vez supe de uno que quería ser sacerdote, pero sólo por diez años, no más…». Y «cuántas parejas se casan, sin decirlo», pensando «hasta que dure el amor y después se verá…».