No es verdad 893 - Alfa y Omega

Comienza un curso calentito tras el paréntesis veraniego, más bien para olvidar: los culebrones veraniegos de la corrupción política y económica -o sea, moral- han rivalizado este verano nada convencional con el sucio y cutre turismo de borrachera que convierte a nuestra España en un país no de servicios ni servicial, sino servil, que es un cantar bien diferente, y a muchos de nuestros jóvenes en carne de bestial yihad. Ha rivalizado también con esa vergüenza -en palabras precisas del Papa Francisco- de los dos mil inmigrantes muertos en pateras infames; o esas otras dos mil víctimas de una guerra absurda como todas, porque ya es sabido que en las guerras nadie gana, sino que todos pierden. Y es lo que ha ocurrido en Palestina, en esa escombrera en que ha quedado convertida Gaza por el cinismo de unos políticos israelíes que dicen usar sus misiles para proteger a sus civiles, mientras los inciviles árabes usan a sus civiles para proteger sus misiles. Parece un trágico trabalenguas, pero no lo es.

Victoria Prego ha dejado escrito, como hecho incontestable, que «los datos tranquilizadores del ministro de Economía no vencen la sensación de estafa que tiene el pueblo»; ese pueblo que hace como que la tormenta ha pasado, pero sabe que no, que queda mucho, mucho tiempo de seguir apretándose el cinturón, y que se abren una serie de incógnitas políticas de fondo, nada menos que con la unidad de España en peligro. Hermann Tertsch, lucidísimamente, ha hablado de encanallamiento patrio, y ha alertado de que, en Cataluña, el que no sea separatista tiene mala vida, y eso no puede ser así, no puede seguir siendo así. La mala vida tiene que ser para el que incumple la ley, se llame Mas o se llame Pujol, y si no, es que el mundo está al revés y que el dinero para separarse de España se lo pidan al clan mafioso de los Pujol.

José María Carrascal ha tomado buena nota de lo que ha ocurrido en Compostela con la Merkel y Rajoy, de lo que según él no parece haberse enterado el socialista Pedro Sánchez. Escribe: «Todas las esperanzas de renovación, buen criterio y política de Estado puestas en ese chico cuando presentó su candidatura a la Secretaría General del PSOE, se están reduciendo cada vez que abre la boca. Su primera metedura de pata fue de nivel europeo». Mientras tanto, los libros de texto suben de precio de cara al curso que va a comenzar -pues no faltaba más- y la gente sensata que queda, que puede que sea bastante más de la que parece, se da cuenta de que España goza todavía de un nivel de vida demasiado bueno como para ponerlo en peligro; a ver si se enteran nuestros políticos.

El comienzo de curso eclesial no puede estar más cargado de esperanzas. El cardenal Rouco ha prestado un último e impagable servicio a la diócesis de Madrid y a la Iglesia en España: su sucesor será el hasta ahora arzobispo de Valencia don Carlos Osoro (¡Bendito el que viene en nombre del Señor!), que ya ha manifestado que no se puede ser cristianos de salón, y ha asegurado que entregará su vida a nuestro servicio.

Por lo demás, y a nivel eclesial más universal, en Roma, conscientes de lo que hoy significa todavía la familia, preparan ya minuciosamente dos Sínodos sobre la familia: uno extraordinario y otro ordinario. Puede que la familia sea el último reducto que le queda a esta Europa desnortada y suicida que no quiere reconocer sus raíces, por mucho que la Canciller alemana Merkel abrace al apóstol Santiago y diga palabras hermosas sobre lo que significó para Europa ese Camino a Compostela que, como alguien ha escrito estos días, fue el Internet de la Edad Media, y de muchos siglos después.

Bienvenidos al curso calentito que comienza y que promete de todo menos aburrimiento. Ante la actual situación española de corrupción generalizada de arriba abajo, como ha denunciado estos días uno de los pocos jueces sensatos que quedan en España, lo cívico, lo responsable y lo sensato no es tirar la toalla, sino dar paso a la esperanza que pueda haber. Y si eso es así desde el punto de vista cívico, no digamos ya desde el punto de vista cristiano…