No es verdad 839 - Alfa y Omega

Según algunos comentaristas, un tanto sorprendidos y perplejos, al ver que Rubalcaba y hasta los líderes sindicales de la UGT y de Comisiones Obreras flanquean al Presidente del Gobierno, de cara a la importante Cumbre Europea próxima, sólo falta ya que se besen. La viñeta que ilustra este comentario es suficientemente ilustrativa del nuevo clima que ni el más perspicaz de los observadores políticos es capaz de definir: ¿pura fachada? ¿Puro paripé? ¿Influencia directa de las reuniones con el rey? ¿Mero instinto de conservación política del bipartidismo, ante los resultados de ciertas encuestas? ¡Vaya usted a saber…! Está muy bien -pero que muy bien- que el Gobierno prometa ahora ahorrar 37.700 millones de euros hasta 2015, adelgazando la Administración. ¡Ya iba siendo hora!, porque antes nos hemos quedado todos los ciudadanos como sílfides. Pero, insisto, está muy bien. Lo que pasa es que esas 217 medidas de reforma del Estado, conocidas ya como La revolución Soraya, son otros tantos parches; remedios necesarios, sin lugar a dudas, que si se hubieran aplicado hace unos cuantos años hubieran producido muchos más efectos benéficos que los que, sin duda, van a producir ahora; pero, en resumidas cuentas, parches y remiendos. El Gobierno sigue sin ir a las raíces, a las verdaderas causas de los problemas que todos tenemos que soportar. Sigue siendo el sistema que en su día fue válido el que ha dejado de serlo. Los parches y remiendos ayudarán, pero el mal de fondo no acabará de ser desarraigado. La Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha explicado que, con las nuevas reformas, «pasaremos del Vuelva usted mañana, de Larra, al No hace falta que vuelva». Por lo visto, Internet va a ser el bálsamo de Fierabrás y la panacea. Pero lo que los más lúcidos y sensatos analistas se preguntan es para cuándo no vamos a tener que ir ni que volver. Dos analistas tan agudos como José Antonio Gundín e Ignacio Camacho han escrito, estos días, que en España no sobran funcionarios; lo que sobran son enchufados -se ha escrito estos días sobre la cartografía del enchufe: todavía hay 300.000 contratados más que en 2006, lo que contribuye a que el gasto estructural sea 28.000 millones de euros superior al de entonces; el último año, las Autonomías han pasado de tener 912.893 funcionarios a 921.109, es decir, 8.216 más. ¡Con la que está cayendo! El AVE, a 11 millones de euros el kilómetro, es un proyecto caro, pero no un despilfarro, sino una inversión. Un despilfarro son los 22.500 coches oficiales, los 52 millones anuales que cuesta el Senado, las 3.500 empresas, fundaciones y sociedades públicas con sus 159.000 empleados, los aeropuertos vacíos de Ciudad Real o de Castellón, las llamadas embajadas y duplicidades de servicios en las tres Administraciones: central, autonómica y municipal, etc.

Otro equilibrado y sereno analista, José María Carrascal, acaba de escribir en ABC, bajo el título El socialismo perfecto, que «los socialistas andaluces han llegado al socialismo perfecto empobreciendo de tal forma a sus gobernados, que dependan del Gobierno para todo». ¿Puede entender alguien, por ejemplo, que a estas alturas de la película, todavía siga en vigor la empresa pública que fue creada para la Expo de Sevilla? Como suele decir don Manuel Pizarro, «los que saben, hacen, y los que no saben, explican… Y no se puede soplar y sorber a la vez». ¿Alguien puede entender que en España siga habiendo 22 veces más coches oficiales que en Estados Unidos? ¿Y alguien puede explicar cómo es posible que sigamos sin saber quién es la X de los ERE en Andalucía?

Hay muchas cosas más difíciles de entender y que la sufrida y sensata gente de a pie, que a duras penas consigue llegar a fin de mes -y no digamos la que no puede llegar-, se cuestiona comentando: «Esperábamos que llegaran los nuestros y, cuando por fin han llegado, resulta que no eran los nuestros». Cada cinco minutos es asesinado en el vientre de su madre un ser humano que tiene derecho a nacer. ¿Hay algo más importante que esto, con lo que haya que acabar cuanto antes?

O la lumbrera, que se dice teólogo y escribe: «Pero, a estas alturas, ¿todavía no se ha enterado el cardenal Rouco que lo del demonio y los exorcismos pertenece a un mundo de creencias mágicas que ya no tienen vigencia ni merecen que se les preste atención o interés alguno?» Le hacemos la caridad de omitir su nombre. O el de ese otro biólogo y teólogo que declara: «Una aparición mariana y un OVNI son igual para el cerebro». Para el suyo, seguro. También le hacemos la caridad de omitir su nombre. «¿Por qué, en vez de rezar el Rosario, no se dedica a aprender y a instruirse un poco más?», le preguntó un joven universitario a un venerable anciano. «Yo le puedo dejar algún libro para que se instruya», añadió. «Por favor, envíeme el libro a esta dirección», le dijo el anciano, mientras le entregaba su tarjeta de visita en la que se le leía: Louis Pasteur, Instituto de Ciencias de París.