No es verdad 831 - Alfa y Omega

Supongo que están informados ustedes de las decisiones políticas que ha tomado Enrico Letta, el nuevo Primer Ministro italiano, ya en el acto mismo de su investidura en el Parlamento: cambio de la Ley electoral, punto final a la financiación de los partidos políticos por parte del Estado, congelación del IVA, bajada de impuestos… No un año después, sino en el mismo momento de tomar posesión del cargo. Si esto puede hacerlo el nuevo Presidente del Gobierno italiano, ¿por qué no puede hacerlo el Presidente del Gobierno español, aunque sea año y medio después de haber tomado posesión? Es lo que la gente de a pie, entre ellos, los primeros, esos 6.200.000 parados, está esperando desde hace mucho tiempo. La semana pasada, aparte de esa incalificable vergüenza de un Parlamento impunemente asediado y blindado, hemos asistido los españoles a una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes, en la que la señora Vicepresidenta del Gobierno y los ministros de Economía y de Hacienda hicieron bueno el famoso trabalenguas según el cual la cosa consiste en ir juntando tres palabras rimbombantes: Racionalización objetivable sistemática; o Sistema objetivable racionalizado; u Objetivación racionalizada y sistematizada… Los espectadores de televisión o los oyentes de radio o los lectores de prensa asistíamos atónitos al despliegue de palabras y más palabras, al final de las cuales, lo único que quedaba claro es que al final de esta legislatura seguirá habiendo un 25 % de paro y que no se reducirán los gastos de un Estado sobredimensionado a todas luces y que no se propondrá el cambio constitucional que sea necesario para regular razonablemente el hoy insoportable e irracional Estado de las Autonomías; y que no se cambiará la Ley electoral, y que no se bajarán los impuestos, y que no se hará todo eso que el Gobierno italiano –que, eso sí, ha tenido un parto largo y complicado– ha decidido desde el momento mismo de su investidura. Seguirá habiendo ni se sabe cuántas empresas públicas, ni se sabe cuántos millones de funcionarios para trabajos duplicados y hasta triplicados… O sea, que da la impresión de que el Gobierno ha tirado la toalla en lo del paro, aunque hay que reconocer que algunas cosas las está haciendo bien y que toda la gente con dos dedos de frente sabe perfectamente que las cosas no se van a arreglar de la noche a la mañana por arte de birlibirloque. Pero hay cosas que sí se pueden hacer, que ya se tenían que haber hecho y que se siguen sin hacer.

ABC que está recordando, estos días, 110 años de humor gráfico en sus páginas, ha publicado un viejo chiste de Mingote en el que se ve a dos españolitos carpetovetónicos, descansando sobre las piedras de una ciudad encantada como la de Cuenca, y uno le comenta al otro: «Hay países en los que se vota a los políticos más convenientes». Y el otro replica: «Gente sin ideología…». E Idígoras y Pachi acaba de pintar una viñeta en El Mundo, en la que se ve a Santiago Apóstol, Patrono de nuestra Nación, devolviéndole España al Padre Eterno que le dice: «Lo siento, Apóstol Santiago, no se admiten devoluciones». Esperemos y confiemos que el Santo Apóstol se las arregle lo mejor que pueda. El genial Berlanga finalizaba su película La vaquilla, que estos días han repuesto en televisión, con las costillas de la vaquilla al sol, rodeada de buitres comiéndose los despojos entre gritos de españoles de uno y otro bando desde las trincheras. Pues esto es lo que hay, efectivamente. Y si no vale decir No soy yo, es Europa, menos todavía vale decir, como dice Rubalcaba –al que le queda un taburete, como el que se ve en la viñeta que ilustra este comentario– que eso del paro ya no es achacable a la herencia recibida. Como si antes de los 6.200.000 no hubiera habido 6, 5, 4, 3…, mientras el mango de la sartén lo tenía él. ¡Ah! Y un par de cosas más. Que un banquero que dimite, haya prestado los servicios que haya prestado a su Banco, cobre una pensión de 88 millones de euros es una obscena provocación, inmoral y antisocial, especialmente para los dos millones de familias que tienen a todos sus miembros en el paro. Y la pasarela de testas coronadas en Ámsterdam luciendo pedruscos brillantes, también.