Ni la cárcel para los sacerdotes detiene la voz profética de la Iglesia en Nicaragua
Jorge Solórzano ha elevado públicamente oraciones por los dos sacerdotes encarcelados en Nicaragua y ha exhortado a sus sacerdotes a que no tengan miedo y sean «creativos para seguir anunciando el Evangelio con audacia»
La Iglesia en Nicaragua sigue siendo una voz alta y clara de denuncia ante la vulneración de los derechos humanos que la pareja presidencial, Daniel Ortega y Rosario Murillo, están perpetrando desde el poder.
Este jueves el obispo Jorge Solórzano Pérez, de la diócesis de la ciudad de Granada, ha hecho público un mensaje para animar a los fieles ante la adversidad que están viviendo en el país. En el texto pide oraciones por los dos sacerdotes encarcelados, Manuel Salvador García y el último —reciente, de esta misma semana—, Leonardo Urbina, párroco de la iglesia del Perpetuo Socorro, al que vistieron el traje azul de preso por «una supuesta violación a una menor», como explican los medios locales. La cuestión es que la audiencia en los juzgados de Managua fue a puerta cerrada y solo con la presencia de medios afines al régimen. De momento, la juez ha dictado prisión preventiva y programó otra audiencia para el 21 de julio.
El otro sacerdote, Manuel Salvador García, fue condenado por una supuesta agresión a una mujer, quien, por cierto, en el juicio alegó que no había sido agredida por el presbítero, lo que le costó ser acusada de falso testimonio. Representantes políticos en la oposición del Gobierno de Ortega aseguran que estos arrestos son para «callar a la Iglesia católica», como ha asegurado recientemente Luis Fely, de la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN).
Pero ni la cárcel para sus miembros detiene a la institución. Solórzano asegura en su texto público que sus fieles no deben «dejarse llevar por el desaliento ni perder la esperanza» frente «a toda adversidad», y pide a los sacerdotes que sigan «caminando juntos, con esperanza y sin desánimo». Es el momento, constata, «de ser creativos para seguir anunciando el Evangelio con audacia». El obispo pide, además, que en todas las parroquias se realicen jornadas diarias de oración «implorando al Señor la virtud de una firme certeza de que el camino del amor, el perdón y la misericordia harán posible la reconciliación plena del pueblo de Dios».