Navidad en Siria: los cristianos hacen balance de un año sin Al Assad
La comunidad de Mar Musa ya se ha puesto manos a la obra para tender puentes entre comunidades enfrentadas después de un año sin Al Assad. Mientras, para los cristianos, la alegría se mezcla con el miedo y la incertidumbre
La sensación predominante en Siria después de la caída del régimen de Bashar al Assad es el «miedo que se ha infiltrado en los corazones de los ciudadanos: es la incógnita sobre el futuro del país». Tras un año sin Al Assad se preguntan, por ejemplo, si «la nueva Constitución consagrará un estado islámico inspirado en la sharia musulmana».
Es el diagnóstico que hacen los Maristas Azules —la marca con la que los Maristas son conocidos en el país— en su carta de felicitación de la Navidad de este año, que recoge Asia News. En ella, afirman que desde que los rebeldes expulsaron al dictador el 8 de diciembre de 2024, «han cambiado muchas realidades en la vida de la población siria, a todos los niveles, desde la seguridad y la educación hasta la política, la economía y la realidad sociológica».
Políticamente, «la situación sigue siendo opaca. De hecho, todavía estamos esperando la formación de un Parlamento» que redacte la nueva Constitución. Está «compuesto por 210 diputados», 70 nombrados por el presidente interino y 140 elegidos por «comisiones electorales también designadas por el presidente». Entre ellos, «las mujeres y las minorías étnicas y religiosas están muy poco presentes».
En cuanto a las condiciones de vida tras un año sin Al Assad, «los precios están por las nubes» sin haberse incrementado los salarios. Incluidos los de la electricidad. Eso sí, las horas de luz «ha aumentado de dos a seis al día». Por otro lado, las huellas de los casi 14 años de guerra son aún visibles. «Diversas empresas occidentales y árabes han anunciado su intención de invertir en la reconstrucción del país, pero en la práctica no se ha hecho nada todavía».
Varias masacres
También la comunidad monástica Al Khalil, de Mar Musa, hace balance del primer año sin Al Assad en estas fechas. El resumen es que albergan «sentimientos encontrados. Por un lado, alegría y satisfacción por haber sido liberados de la tiranía, la represión y la injusticia».
Sin embargo, esto contrasta por la «tristeza» por las masacres ocurridas en marzo en la costa, contra los alauitas; y en Sweida, al sur, en julio, contra los drusos. «El deseo de venganza y redención personal empaña el ambiente festivo» de estos días, lamentan los religiosos, dedicados al diálogo interreligioso.
Por otro lado, en el país aumenta la inestabilidad, aseguran. «El acuerdo entre los kurdos y el Gobierno de transición sigue siendo solo tinta sobre papel, a pesar de que ambas partes han confirmado su disposición a continuar el diálogo».
Miedo entre los cristianos
Al tiempo, «el miedo sigue apoderándose de las comunidades cristianas, temerosas de caer presa del extremismo y los llamamientos yihadistas». Este miedo se acrecentó tras el atentado contra la iglesia de Mar Elias, en Damasco, el 22 de junio, que dejó 25 muertos. Los religiosos recuerdan que como «pueblo del Libro» los cristianos «no somos un objetivo legítimo para los musulmanes», cuando «llega el oscurantismo, ni siquiera los propios musulmanes escapan».

La radicalización que se vive en algunos sectores «preocupa no solo a los cristianos y otras minorías, sino también a muchos musulmanes sunitas». Estos «temen el intento de islamizar la sociedad, la política y los programas educativos en escuelas y universidades».
Por ello, se preguntan «si los cristianos permanecerán en Siria antes de que se logre lo que todos aspiramos»: democracia, Estado de derecho e igualdad. Y en relación con ello, ofrecen un dato: «Los cristianos que han regresado a Qaryatayn», cerca de su monasterio de Mar Elian, «para residir permanentemente no superan los 20».
«Nosotros hemos elegido quedarnos y trabajar codo con codo con cada sirio que desea el bien de Siria, en todos sus componentes y facetas. Hemos comprendido que el bien de la Iglesia y la presencia cristiana está ligado al bien del islam y de la sociedad siria en su conjunto». Pero «no podemos vivir con dignidad solos; por eso exigimos dignidad, libertad e igualdad para todos los sirios, no protegiendo a unas facciones de otras».
Con todas las víctimas
Además, la comunidad está empeñada en aportar su granito de arena para promover la convivencia. Así, nada más caer el régimen pensaron en hacer realidad un sueño de su fundador, el desaparecido Paolo dall’Oglio: «Peregrinar por las orillas del río Orontes para visitar las aldeas sunitas y alauitas que se habían enfrentado, intentar promover la reconciliación y rezar ante las tumbas de las víctimas de ambos bandos».
En esta línea, este año han emprendido cuatro viajes, acompañados de amigos cristianos de distintas confesiones y musulmanes. Han visitado a familias alauitas de la costa afectadas por la violencia de marzo, a sunitas víctimas del régimen de Al Assad, a familias cristianas que sufrieron el atentado terrorista de la iglesia de Mar Elias en Damasco y el Valle de los Cristianos, donde la tensión interreligiosa «es muy alta».

«Fueron oportunidades genuinas y valiosas para escuchar el dolor ajeno, compartir su tristeza y sufrimiento, y brindar consuelo»; aunque en realidad «su comportamiento nos consoló». El grupo «creó la oportunidad, durante estos encuentros, de derribar barreras, superar miedos y prejuicios, incluidos los nuestros».
Lo mismo ocurrió cuando, por primera vez en 14 años, organizaron un seminario de diálogo interreligioso al que acudieron miembros de grupos enfrentados. Así, «algunas chicas de Idlib dijeron haber conocido a cristianos por primera vez, y algunos cristianos de Damasco se sorprendieron de lo mucho que compartían con los habitantes de Guta, su vecino enemigo».