¿Navidad en el hospital? - Alfa y Omega

¿Navidad en el hospital?

Algunos siguen solos, otros ensimismados, alegres, tristes. Dios nace en todas partes, pero aquí lo hace antes y se queda

Gerardo Dueñas
Un paciente reza frente al belén del centro hospitalario
Un paciente reza frente al belén del centro hospitalario. Foto cedida por Gerardo Dueñas.

En estas primeras líneas que te escribo, querido lector, en este año jubilar, aprovecho para felicitarte las Pascuas y desearte un bendecido y próspero 2025. Y lo hago desde el hospital, donde hemos celebrado la Navidad hace unas semanas. No sé si has tenido la oportunidad de pasar el Nacimiento del Señor en un hospital… yo lo llevo haciendo 14 años y es una experiencia inolvidable. Naturalmente, nadie de nosotros quiere estar enfermo y mucho menos ingresado en el hospital, pero esta sensación se acrecienta aún más si es Navidad, momento de familia, de comunidad, de alegría, de ternura.

El hospital, día a día, se va preparando para dichas jornadas: en los últimos coletazos del Adviento comenzamos a decorar la capilla y también las unidades de hospitalización se van llenando de copos de nieve, estrellas, árboles y belenes. El concurso de felicitaciones navideñas decora el vestíbulo de entrada y las propuestas de cenas de Navidad para el personal se alternan en los tablones de anuncios con la venta de lotería de cada sección. Y los pacientes siguen ahí. Llegan los permisos: los médicos dan autorización para salir a quienes pueden pasar estos días en casa, aunque sea solo para cenar y dormir el 24; el hospital se va vaciando y llega el día de Nochebuena. Pero algunos pacientes siguen ahí.

Jesús quiere nacer y, me gusta decir, nace antes en el hospital. Un buen grupo de voluntarios, capitaneado por Arantxa, Irene, César y Héctor, llegan al terminar la merienda y, con sus gorros y las letras de los villancicos en la mano, salen a cantar en cada unidad porque va a nacer Dios. Algunos pacientes cantan, bailan o, incluso este año, uno da volteretas en el salón al ritmo de los peces en el río. A otros se les humedecen los ojos e incluso hay quien permanece indiferente. Tenemos la Misa anticipada de medianoche a una hora temprana y este año es Yara, una católica de Belén que está haciendo su estancia de prácticas en la capellanía estas semanas, quien lleva en brazos al Niño y lo coloca en el pesebre delante del altar: es paisana de Jesús, ¿quién mejor para acunar a Dios que quien ha nacido en la misma ciudad que Él eligió para nacer?

El diácono José Manuel predica y todos cantamos y celebramos que Dios nace, que quiere compartir nuestra historia, y por eso incensamos el pequeño Nacimiento de barro que hace dos años Silvia, paciente fallecida este año, modeló con sus manos y que preside nuestra Navidad. Cantamos más y celebramos que Jesús nace, lo recibimos hecho Eucaristía y nos felicitamos. Al terminar la celebración litúrgica Yara, nuestra betlemita, toma en sus brazos al Niño Jesús y procesiona mientras cantamos Noche de paz. Lo colocamos en el belén de la entrada. Lo bendecimos y volvemos a cantar, porque Dios nace. Que estas imágenes nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. A continuación, compartimos unos dulces navideños. Los voluntarios marchan y llega la cena, especial, preparada con cariño por el servicio de cocina que da lo mejor de sí; platos decorados y menú navideño. Algunos siguen solos, otros ensimismados como si fuera 23 de marzo, otros alegres porque es Navidad, otros tristes porque es Navidad. Y estamos aquí, acogiendo a ese Cristo que nace y que está presente de forma especial.

Dios nace en todos partes, pero en el hospital nace antes y se queda. Y luego vendrán el nuevo año, la Epifanía con la adoración del Niño por las unidades y la vuelta al tiempo ordinario, pero eso te lo cuento otro día.