Nadia Coppa, presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), afirma acoger con gran alegría que, «manteniendo el “carácter episcopal”», la Asamblea Sinodal cuente con la participación, como miembros con derecho a voto, de mujeres y laicos. En un comunicado hecho público por la institución en su web, asegura que «la tienda se agranda, se ensancha, y esto suscita el asombro ante la acción de Dios en la historia, generando entusiasmo y positivismo, porque renueva el deseo de crecer como Iglesia dialogante, capaz de difundir un modo de ser, de trabajar juntos —en la escucha y en la participación—, de orientar hacia opciones pastorales que respondan a nuestra realidad y tiempo actuales».
La decisión del Papa Francisco, añade, «es el resultado de nuestra rica reflexión en curso, como pueblo de Dios, y es una respuesta concreta al discernimiento y al deseo de inclusión que está surgiendo en varios niveles». Además, la presencia de un grupo importante de mujeres con derecho a voto «es una disposición inédita que enriquece el dinamismo eclesial, manifestando apertura y disponibilidad para acoger la novedad de Dios, renovando la Iglesia y revelando toda su riqueza».
Desde la institución que aglutina a las superioras generales de las congregaciones religiosas femeninas constatan que «esta novedad confirma la importancia del proceso de escucha y participación que llevamos adelante desde hace dos años, y es expresión de la circularidad de la Iglesia que, con su diversidad, está llamada a ser testimonio misionero de la centralidad de Cristo».
Ampliar la participación «significa dar la oportunidad de seguir profundizando en un proceso de comunión eclesial que nos haga presencia profética en un mundo en constante transformación». Los nuevos miembros «podrán contribuir compartiendo experiencias e intuiciones adquiridas en estos años de escucha en los procesos sinodales desarrollados a varios niveles, y aportando otras luces y otras riquezas al discernimiento sapiencial de la Iglesia y de sus pastores».
Esta apertura, concluye Coppa, «es un recordatorio alentador de que todos estamos llamados a ser parte activa de una Iglesia relacional, inclusiva y dialogante, una Iglesia que se deja transformar por el Espíritu para ser expresión de comunión y fraternidad, abierta al servicio de Dios y de los hombres, sin dejar a nadie atrás».