Itxu Díaz: «Nada nos une más que las canciones»
Itxu Díaz (La Coruña, 1981) deja de lado el humor satírico en su nuevo libro, Nos vimos en los bares (Homo Legens), para hacer un repaso a la historia sentimental del pop español. «Los artistas musicales son de una enorme sensibilidad, son guardianes de la belleza», asegura.
¿Nos gustan determinadas canciones en sí o por lo que nos recuerdan?
Nos gustan por lo que nos hacen sentir. Nos gustan cuando nos comprenden, cuando se parecen a nosotros, o cuando nos empujan para salir de un bache.
Cuenta que los primeros vinilos que escuchó llevaban la firma de su hermano Pablo o de su tío Gaspar. ¿A qué suena su infancia?
Mi infancia es un vinilo de Los Limones girando sin parar. Y una habitación, la de mi hermano Pablo, con un elepé de Los Secretos sonando a todo volumen. Es también una canción de Hombres G que me perseguía en cualquier cinta: Chico tienes que cuidarte. Me pregunto si sería premonitoria.
Luego llegaron las cintas y los CD de Mecano o Antonio Flores… ¿Se reivindica un adolescente con la música que escucha?
El adolescente se desdobla. Hacia fuera, le puede la estética y la apariencia; algo que hasta esa edad no le había importado. Por eso de pronto escucha a grupos de moda o presume de escuchar canciones rarísimas. Y hacia dentro, le puede lo emocional. La adolescencia es sentimiento a flor de piel. La mía está vinculada al Básico 1 de Revólver, al directo de Duncan Dhu en el Teatro Victoria Eugenia y, más tarde, al Nos vemos en los bares de Celtas Cortos, a los que envío un guiño con el título de mi libro.
¿Qué echa en falta en la radio de ahora?
Que las consultoras que modulan cada programa dejen un poco de libertad y espacio a los comunicadores. Esta radio es técnicamente perfecta, pero le falta alma.
Ha tratado con muchos músicos, ¿quién fue su mayor sorpresa?
Casi todos los que admiro constituyeron una sorpresa, cada uno a su manera: José María Granados, Loquillo, los Hombres G, Antonio Vega, los Siempre Así, Rosendo…
Esta sección se llama Cuando se apagan los focos, ¿son tan frívolos como aparentan los artistas?
En absoluto. He encontrado en el corazón de los artistas una profundidad y complejidad muy superior a la media de cualquier otra profesión. Los artistas musicales, al menos en España, son de una enorme sensibilidad, son guardianes de la belleza y, estoy seguro, son los que seguirán haciéndose las grandes preguntas de la vida y de la muerte cuando todo lo demás se haya extinguido.
¿Se pagaron los excesos de los 80?
Hacia finales de los 80, en lo artístico, se había superado la fase más frívola y a menudo cansina de la Movida, y emergieron y maduraron los que de verdad habían llegado para quedarse: Antonio Vega, Los Secretos, Loquillo, Manolo Tena… Al tiempo, surgieron bandas más sólidas ya desde sus inicios como La Guardia, La Frontera, Celtas Cortos, La Granja, Los Limones o Modestia Aparte. Los excesos personales se pagaron, sin duda, pero no es exclusividad de los músicos. El sufrimiento de las familias de los 80 es un drama silencioso. Pero prefiero quedarme con los muchos que lograron realzar el vuelo. Me interesan más los pecadores arrepentidos y luchadores que los inmaculados.
¿La música sirve al artista para mostrar sus anhelos más profundos?
Los buenos artistas sacan sus canciones del fondo del corazón. Lo hace Perales, lo hace David Summers y los hace Eva Amaral. Yo encuentro en todos una búsqueda de la belleza, de la verdad, de lo más profundo del hombre.
¿También hay búsqueda de Dios?
Si lo analizamos de un modo explícito, escasea. Si lo analizamos con cierta distancia, nos sorprenderemos al encontrar que muchas de las canciones del pop español que nos encantan hablan de una búsqueda que es, en realidad, la de Dios. Incluso aunque a menudo el autor no lo sabe.
¿A qué suena nuestro presente?
Artistas como Leiva han conseguido que hoy las generaciones del pop de ayer y las actuales interactúen con naturalidad. Nuestro presente suena a buena música porque el pop español está en un gran momento. Están los mejores de ayer y no paran de salir nuevos artistas de inmenso talento.
¿Y a qué le gustaría que sonara nuestro futuro?
Hay dos cosas importantísimas que la música española puede aportar. La primera, mantener la profundidad, la reflexión y la sensibilidad en una sociedad que es cada vez más insensible por sobreexposición. La segunda, cohesión. España necesita más que nunca estar unida por encima de las diferencias y nada nos une más que las canciones. Nos vimos en los bares es un homenaje a los artistas que nos han hecho reír o llorar o brindar en bloque a millones de personas de toda condición. El humor, la música y la cultura son la tabla de salvación de esta España errante, siempre partida en trozos.