Música que escuchaban los filósofos
Temas de música es un programa brillante de Radio Clásica los sábados y domingos de 3 a 4 de la tarde. Aunque en estos tiempos de inmediatez, hacer hincapié en horarios de radio es una ingenuidad del siglo…
Temas de música es un programa brillante de Radio Clásica los sábados y domingos de 3 a 4 de la tarde. Aunque en estos tiempos de inmediatez, hacer hincapié en horarios de radio es una ingenuidad del siglo pasado, y tan vintage como el uso de aquello que llamábamos transistor. Ahora te descargas el audio completo, y te lo llevas servido para la hora que decidas. El programa acaba de inaugurar el monográfico La música que escuchaban los filósofos. Me atrajo el título. Hasta ahora, se nos han contado breves reseñas de Copérnico, Rousseau, Locke y María Zambrano, con fondos musicales que van y vuelven a primer plano, según convenga al guión. El título es equívoco, porque no escuchamos las músicas que los protagonistas apreciaban, sino las que sonaban en su época, que no es lo mismo. Habría que rehacer la cosa para conocer las verdaderas músicas de los filósofos, las que por ellas se inmiscuían en la realidad. Tampoco me acaba de gustar que los textos sean cosa de guionista; yo hubiera preferido las mismísimas páginas de los filósofos, abiertas en canal.
El último capítulo fue dedicado a María Zambrano. No conozco en absoluto los que fueran sus gustos musicales, pero dejó escrito que, de pequeña, supo intuitivamente que no quería ser una caja de música. Le parecía brujería que se abriera una tapa y, sin más, saliera una melodía enterita, toda ya hecha, de la primera nota a la última. «Yo no podía ser caja de música, porque no sería mi música, yo tendría que ser una caja de música inédita, de mi música, la música de mis pasos, de mis acciones». Es hermosísimo este texto. No sé si calibramos su hondura, porque Zambrano alude a la persona como criatura incapaz de ser reproducida en serie. El sonido de la persona es único, como su vocación y su destino. El trabajo de María Zambrano estaba irremediablemente trufado de literatura, tenía la profunda convicción de que, a través de ella, se alumbraban creativamente los significados más profundos de la vida. «En la poesía y la novela podemos encontrar la vida en su plenitud. Son dos vehículos de expresión de la palabra que guardan y facilitan el acceso a una verdad oculta, un saber complementario al decir filosófico».
María estaba enamorada de la palabra creadora, ojo, no de cualquier cosa impresa, de la palabra creadora. Las cosa escrita no es, sin más, texto literario. Hoy circula mucha palabra sin vocación creativa, encerrada en sí misma. Nos vendrían bien los juicios de la filósofa… De fondo sonaba en el programa música de Rodrigo, Falla, Toldrá, López Chávarri, Turina, Reynaldo Han, etc.