Munilla: «Dios ha encomendado a los padres el derecho y el deber de educar a sus hijos»
El obispo de San Sebastián y el secretario general de la CEE salen en defensa del derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos
El obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, ha tildado de «inaceptables» las palabras de la ministra de Educación Isabel Celaá, quien en su oposición al pin parental propuesto en Murcia dijo que «de ninguna manera los hijos pertenecen a los padres». La señora ministra «está olvidando tanto la Declaración Universal de los Derechos Humanos como la Constitución española», que hablan del «derecho preferente de los padres a elegir el tipo de educación» que consideren oportuna para sus hijos.
El prelado se ha preguntado en el programa Sexto Continente, de Radio María, «“¿quién es el Estado para imponer una determinada concepción antropológica o moral a una familia?”. Obviamente, es pretender constituirse en dueño de la educación de los hijos. Es pretender decir que es el Estado, y no las familias, quien tiene la responsabilidad primordial, originaria y directa sobre la educación de los hijos».
En el fondo, advierte monseñor Munilla, «la frase de Celaá contrapone dos modelos. Por un lado, el modelo humanista cristiano, «que piensa que los hijos son de Dios, pero que Dios ha encomendado a los padres el derecho y el deber a esa educación de los hijos». La otra concepción, «la del marxismo, es decir los hijos no son de nadie, y como no son de nadie es el Estado —el político de turno— el que asume la educación o el control educativo de esos hijos».
Frente a esta postura, el prelado vasco ha pedido a «ser conscientes de lo que está en juego» y ha subrayado «la importancia del asociacionismo familiar, para que se puedan ayudar unos a ortos».
No somos propiedad del Estado
Las declaraciones de Munilla siguen a las pronunciadas por el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Arguello, que en un hilo en Twitter aseguraba este domingo que «los hijos no somos propiedad de los padres, ¡menos del Estado!».
Para el también obispo auxiliar de Valladolid, «ser hijo, supone participar de un vínculo, fruto y origen de otros vínculos que respetados y armonizados, hacen posible el bien común, personal y social». Sin embargo, en la actualidad «se propone el ideal del individuo desvinculado» porque «la desvinculación nos debilita frente al poder que viene en ayuda de nuestra debilidad para decidir por nosotros».
Por último, monseñor Argüello alerta contra las «migajas» ofrecidas por el poder, como «decidir en el supermercado, navegar por la red y, sobre todo, decisiones sentimentales o populistas que generan dependencias y desvinculan». Y concluye sentenciando que «el totalitarismo ha aprendido a elogiar al individuo para someterlo más fácilmente. La familia y “la familia de familias” estorban».