Muere el imán de Bangui (Centroáfrica), «un hombre de Dios y de paz»
Cuando estalló el conflicto civil en República Centroafricana, el imán Kobine Layama, el arzobispo Dieudonné Nzapalainga y el pastor evangélico Nicolas Guerekoyame-Gbangou se dedicaron a recorrar aldeas para promover la paz y la convivencia
La Iglesia de Bangui, en República Centroafricana, ha recordado estos días con dolor y cariño al imán Kobine Layama, presidente del Consejo Islámico Superior del país fallecido este sábado. Una figura que se hizo célebre por recorrer pueblos y aldeas junto con el arzobispo de Bangui, cardenal Dieudonné Nzapalainga, y el pastor Nicolas Guerekoyame-Gbangou, para promover la convivencia entre grupos religiosos. Muerto el día 28 tras una breve enfermedad, el clérigo musulmán fue enterrado el domingo en la mezquita de Al Atiq.
«Es un baobab que ha caído, porque era un erudito, un hombre de sabiduría», ha destacado de su compañero, a quien considera su «hermano mayor», el cardenal Nzapalainga. En declaraciones recogidas por Fides, añade que «sabía recoger, tenía siempre en la boca una palabra de unidad, respeto y estima por el otro».
En un comentario para La Croix Africa, el cardenal ha narrado cómo en un primer momento se habían conocido de forma más «teórica, por no decir abstracta» en las reuniones de diálogo interreligioso. Hasta que en 2013 estalló en su país un conflicto militar y político que muchos se empeñaron en teñir de religión. En medio de continuas matanzas de musulmanes a cristianos y viceversa, Layama y el pastor acudieron al arzobispo para plantearle la necesidad de hacer algo.
Construir la paz aldea a aldea
Poco después, el cardenal invitó al imán a mudarse a su casa para refugiarse de la violencia que lo amenazaba a él y a su familia. Cuando llegó en coche a recogerlo a su casa, «acababa de coger su Corán y su esterilla de oración. En poco tiempo, lo había perdido todo. He conocido la figura bíblica de Job a través del imán Kobine», recordaba. Al final, vivieron juntos durante varios meses.
Tras un intento infructuoso de implicar a los líderes políticos con una carta conjunta, los tres líderes religiosos decidieron apostar por construir la convivencia desde abajo. Comenzó entonces su labor de visitas a los poblados para reunirse, primero por separado y luego de forma conjunta, con las distintas comunidades religiosas. En estos encuentros les enseñaban a afrontar los agravios desde el diálogo, para evitar que el conflicto se alimentara de ellos. Así nació la Plataforma Interreligiosa por la Paz.
Además, emprendieron otra misión viajando a diversos países para dar a conocer la situación real del país y pedir ayuda. «La crisis fue una ocasión para trabajar, reunirnos y soñar con una nueva República Centroafricana. Juntos hemos luchado por preservar la unidad invitando al respeto y la estima al otro», explicaba el cardenal. En los últimos tiempos antes de su enfermedad, el imán estaba particularmente implicado en evitar los mensajes de odio en la campaña electoral para las elecciones presidenciales del 27 de diciembre.
Reconocimientos
Su labor pronto llamó la atención. Llevó a Francisco a elegir Bangui para inaugurar en 2015 el Año de la Misericordia, y a crear cardenal al arzobispo un año después. Entre los premios recibidos por este proyecto de diálogo interreligioso, está el Premio a la Fraternidad de la revista Mundo Negro, en 2017. En 2019, el representante especial de la ONU en República Centroafricana, Mankeur Ndiaye, subrayó el «excelente trabajo» que los líderes religiosos habían llevado a cabo para rebajar la última escalada de violencia.
Otro de los colaboradores católicos del imán, el padre Marial Demele, ha destacado para La Croix Africa«su moderación, su flema ante las incomprensiones de su propia comunidad y ante la brutalidad de los otros». Como muestra, el también ex vicario general de la diócesis ha recordado «las llamadas que recibía, a veces a mitad de una cena, para amenazarlo de muerte. En seguida retomaba el curso de la conversación sin dejar traslucir nada. Ni estas agresiones verbales, ni su familia dispersada y expuesta a la cólera de los violentos, ni su casa tomada por los vándalos… nada lo ha desviado de su objetivo y de los valores que lo animaban. Venero la memoria de un hombre de Dios y de paz».