Moria 2, entre el frío y las inundaciones
La adaptación al invierno del campo de Mavrovouni, en Lesbos, acabará en primavera. Europa y Grecia preparan la construcción de un nuevo centro
Lluvia, viento, nieve y granizo, con temperaturas en torno a los 5 ºC y a veces a los 0 ºC. Y, como único refugio, tiendas diseñadas para el verano y algunas mantas que poco abrigan cuando se mojan. Son las condiciones que soportan desde hace semanas los migrantes y solicitantes de asilo del campo de Mavrovouni, en la isla griega de Lesbos. Este campo se puso en marcha de forma apresurada en septiembre, tras el incendio de Moria, y alberga a 7.500 personas.
«Las obras para prevenir inundaciones y la conexión con la red municipal de electricidad, agua y alcantarillado no se han contemplado aún», explica Maria Alverti, directora de Cáritas Grecia. Por no haber, «no hay suficientes duchas de agua caliente». A comienzos de enero, el Gobierno griego anunció que la empresa encargada de ello había retrasado la fecha de finalización hasta el 23 de marzo. Tres días después del inicio de la primavera.
La única adaptación de las tiendas al invierno hasta ahora ha sido una capa adicional de plástico y ponerles debajo palés de madera para levantarlas sobre el nivel del agua. Porque «sin un sistema de drenaje, cualquier cantidad de lluvia causa una inundación», añade Shirin Tinnesand, vecina de la isla y colaboradora de grupos como Moria Media Team o Stand By Me Lesbos, con los que los migrantes intentan organizarse.
Peligro de incendio
Durante este tiempo, han estado repartiendo ropa de abrigo. «En diciembre intentamos entregar colchonetas eléctricas y no nos lo permitieron por el peligro de incendio», narra Tinnesand. Ya han ardido dos tiendas, afortunadamente sin consecuencias que lamentar. La causa está en los convectores que algunos migrantes compran de su bolsillo como único medio para calentarse. Cuando pueden llegar a usarlos («todavía hay tiendas sin electricidad», y en otras no hay suministro durante horas o días) «se producen cortocircuitos al conectarlos a la red», ya que los generadores no tienen potencia suficiente.
No es lo único que ha causado indignación entre los habitantes de Mavrovouni. El 27 de enero el Gobierno griego y la Comisión Europea reconocieron que al menos parte del suelo del campo está contaminado con plomo. El centro de emergencia se construyó en un campamento militar, donde desde 1926 se realizaban prácticas de tiro que han dejado restos de este peligroso metal. Después de las continuas advertencias y denuncias de Human Rights Watch, se detectó plomo en todas las muestras de tierra. En una, por encima de límites peligrosos para la salud.
«Debe hacerse más»
Aunque Moria 2 y su tristemente célebre predecesor son los ejemplos más claros de lo que ocurre en las islas griegas, no son los únicos. Así lo demuestra la reciente decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de abrir una investigación sobre las condiciones de vida en algunos de ellos, después de que varias ONG denunciaran los casos de ocho personas con problemas de salud a las que se les negó la atención sanitaria adecuada.
«Se han puesto en marcha iniciativas para apoyar a los refugiados, pero debe hacerse más para asegurar la dignidad y seguridad» de todos. «En primer lugar, deben mejorar las condiciones en los campos», exige Alverti. Pero son necesarias además «soluciones humanas y dignas, un mecanismo de reubicación justo y permanente que asegura la solidaridad y la responsabilidad compartida entre los estados de la UE y la descongestión de las islas». Sin embargo, Europa parece querer seguir en la misma línea que hasta ahora. En diciembre, explica la directora de Cáritas Grecia, el Gobierno heleno y la Comisión Europea firmaron la construcción de un nuevo centro de recepción de migrantes en Lesbos para principios de septiembre de 2021.