Monseñor Pizzaballa concluye su cuarentena por el COVID-19: «Una maravillosa oportunidad» - Alfa y Omega

Monseñor Pizzaballa concluye su cuarentena por el COVID-19: «Una maravillosa oportunidad»

El administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, y varios obispos católicos más, se han visto obligados a guardar cuarentena después de participar en Italia en el encuentro de obispos del Mediterráneo celebrado en febrero en Bari. Ante las restricciones impuestas por Israel y Palestina a las celebraciones comunitarias, están animando a los sacerdotes a rezar con las familias, y a todos a fortalecer su vivencia de la Cuaresma desde el ayuno

Redacción
Foto: AFP / Musa Al Shaer.

Este viernes concluye el período de cuarentena que el administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa, se ha visto obligado a hacer a raíz de la pandemia de coronavirus. Un tiempo que para el franciscano ha sido «una maravillosa oportunidad». En entrevista con Vatican News, el también excustodio de Tierra Santa explica que, en estas dos semanas, ha podido «rezar más, quedarme en casa y hacer cosas que se posponen por demasiados compromisos. Hace bien desacelerar los ritmos. Pude reflexionar sobre lo que está sucediendo en mi comunidad y madurar aún más el sentimiento de solidaridad hacia las víctimas del terrible virus».

Su caso no es único. Como informa el portal de noticias del Vaticano, muchos obispos se han visto afectados por la medida tomada por Israel el 27 de febrero de imponer una cuarentena de 14 días para aquellas personas que hubieran llegado en las dos semanas anteriores desde países con contagio comunitario significativo de COVID-19. Entre esos países estaban China, Corea del Sur e Italia, y España se sumó una semana después.

La medida ha afectado a Pizzaballa, y también a su auxiliar, monseñor Giacinto Boulos; al custodio de Tierra Santa, Francis Patton, y al obispo maronita Moussa el Hage. Todos ellos habían participado en Bari en el encuentro de obispos del Mediterráneo, celebrado del 19 al 23 de febrero. Esta situación ha obligado a suspender la Asamblea Plenaria de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa, prevista para esta semana.

Aforo reducido en las misas

La pandemia de COVID-19 ha afectado a toda la Iglesia de Tierra Santa, si bien de forma un poco «esquizofrénica»: en Jordania la Cuaresma se está desarrollando con normalidad. Palestina, en cambio, permanece desde el 5 de marzo «completamente bloqueada: las iglesias permanecen abiertas solo para el culto personal, las misas solo se permiten a grupos de no más de 20 personas o si se celebran es al aire libre», y en Belén se ha cerrado la basílica de la Natividad y todas las mezquitas después de conocerse que un turista alojado en un hotel había dado positivo.

Mientras en Israel la situación se ha ido volviendo cada vez más restrictiva. Uno de los pilares de las medidas del Gobierno son las cuarentenas, tanto para quien haya estado en contacto con alguno de los 109 contagiados contabilizados hasta ahora como para quien volviera de zonas de riesgo. Pero en Jerusalén, explica monseñor Pizzaballa, comenzaron a celebrarse las liturgias cuaresmales en el Santo Sepulcro, uno de los puntos fuertes de este tiempo litúrgico.

Sin embargo, esta semana ya se ha decretado el cierre de los colegios y universidades y la prohibición de entrar en el país a todos los extranjeros. Los residentes legales tendrán que hacer cuarentena también, independientemente del país de origen de su viaje. Decenas de miles de personas están en esta situación. Además, se han limitado las reuniones públicas a no más de cien personas. El Patriarcado ha pedido a sus comunidades que busquen la forma de implementar esta medida en todas las celebraciones, incluidas las dominicales.

Frente a estas limitaciones, sobre todo las impuestas en Palestina, se está insistiendo «en que los sacerdotes recen mucho con las familias». Otro recurso que ayuda a los fieles a experimentar el espíritu de la Cuaresma es el ayuno, que «aquí se siente mucho. Debido a la tradición oriental y al Ramadán de los musulmanes, es un momento fuerte de la vida cristiana». Algo que, además, hace a los cristianos de la región ser un poco críticos con Occidente, que «hace dietas pero no ayuda».

Vatican News / Redacción