Monseñor Osoro presidió una vigilia de oración por los refugiados y migrantes: «¿Notan que estamos cerca de ellos?»
En vísperas de la cumbre extraordinaria de la Unión Europea del 14 de septiembre, el Seminario de Madrid acogió una vigilia de oración para pedir que los líderes y la sociedad europea antepongan la vida y la dignidad de las personas a cualquier otra consideración ante la mayor crisis de refugiados en el continente desde la II Guerra Mundial.
Por toda España se celebraron el sábado vigilias y encuentros de oración en respuesta a la petición de Cáritas Española, la Comisión Episcopal de Migraciones, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz. El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro presidió la convocada por la recién constituida Mesa por la Hospitalidad de la Iglesia en Madrid, en la que están representados distintos organismos de Iglesia relacionados con la acción social. El objetivo es responder de forma coordinada a la crisis de los refugiados. La Mesa celebrará este martes un segundo encuentro, tras una primera toma de contacto la pasada semana.
«Fui forastero y me acogisteis»
Monseñor Osoro adelantó su regreso de Oviedo, donde asistió a la celebración de las bodas de oro episcopales de monseñor Gabino Díaz Merchán, para participar en el encuentro del seminario. «El pastor tiene que ir delante, y si no, mal pastor es», dijo.
El eje central de la vigilia de oración sobre la realidad de los refugiados y migrantes fue la lectura de Mateo 25, con el pasaje: «tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis…».
«Los pobres se acercan a nuestra vida nos juzgan en un juicio que es de amor», explicó el arzobispo durante la homilía. «Ante la tragedia de miles de refugiados que huyen de la guerra y el hambre, el evangelio nos llama ser próximos a los más pequeños y abandonados», y a ofrecerles «ternura, hospitalidad y justicia».
No basta –advirtió– con elaborar buenos planes. «El ser humano puede tener ideas y proyectos excepcionales, pero tenemos que cambiar el corazón» y aprender a reconocer en el otro a una imagen de Dios. «Hay muchas imágenes que se rompen, que las rompemos nosotros, por no reconocer lo que en verdad son cada uno de los que nos encontramos en la vida, y por no arrodillarnos ante todos los hombres, sean quienes sean. Los más pobres nos urgen».
Monseñor Osoro urgió a llevar esperanza a las «personas sin hogar, sin patria, a los desposeídos», compartiendo con ellos lo poco o mucho que se tenga, pero sobre todo, estando a su lado. El arzobispo de Madrid recordó la historia que le contó un director de cine de un montañero que sufrió un accidente y se quedó colgando de un precipicio. «Él veía que ese era último momento de su vida. Pero llevaba una radio pequeñita en su bolsa. La enciende y oye que le están buscando. Y ese hombre cuenta que recuperó la esperanza en aquel momento: ¡le están buscando!». Esa es la actitud que demandan hoy de nosotros los migrantes y refugiados. «Cristo busca a todos los hombres. ¿Les buscamos nosotros? ¿Notan que los buscamos? ¿Notan que estamos a su lado, que estamos cerca de ellos, les llega esa noticia?».