Misión compartida o el espejo de la sinodalidad
Tras el capítulo general de su congregación en 2017, Marina Panera se encargó de impulsar la misión compartida entre sus hermanas
El tema de la misión compartida ya empezaba a ser recurrente en la Iglesia cuando en 2017 las franciscanas de la Purísima Concepción celebraron su 18 Capítulo General. En él «se acordó impulsar la mentalización y orientación de la misión compartida entre hermanas y laicos». Un tema que apenas habían abordado. «En ese capítulo me eligieron consejera general y, además, sor Miriam Vargas, superiora general, me encargó la parte del apostolado educativo», recuerda Marina Panera, que pertenece a la congregación desde el 3 de febrero de 1990.
Cuando terminó el capítulo, Panera empezó a pensar cómo aplicar ese acuerdo en la parte que se le había encomendado. «Y como todo el mundo me hablaba de Antonio Botana como el gran experto en este campo, le invité para que disertara ante nuestro consejo». La idea era que orientase a las hermanas para dar los primeros pasos.
Tras conocer a Botana, las religiosas se pusieron manos a la obra, y, entre tanto, Marina lideró la elaboración del Proyecto Educativo Congregacional –la orden cuenta con varios colegios con profesorado laico– para avanzar en esto de la misión compartida, que «no se trata de trabajar en equipo», sino de «compartir un carisma. Los laicos tienen que llegar a una personalización vocacional, a descubrir que Dios les llama a vivir su tarea como misión».
Un segundo paso se dio tras una reunión con CONFER, en la que se acordó pasar una encuesta a toda la congregación para conocer su opinión y tras la que quedó fijado el primer encuentro de misión compartida de hermanas y laicos para el 25 de enero de 2020. «En CONFER nos presentaron el borrador para esa cita», revela Marina. La convocatoria fue un éxito. Poco después, en febrero y marzo, se celebraron otros encuentros similares, pero en las dos provincias americanas de la congregación. Panera llegó a España tras el periplo el 5 de marzo y diez días después nos confinaron. «Fue un auténtico Pentecostés. Todos nos sentimos tocados por dentro. Nos cambió», asegura la hermana. A pesar del confinamiento, poco después se constituyeron los equipos provinciales de misión compartida en la congregación, formados por laicos y hermanas. «Hoy son ellos quienes llevan adelante esta misión», concluye Marina Panera, que ofreció su testimonio en la VII Jornada Juntos Somos Más, organizada por CONFER y celebrada el pasado sábado en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo. El objetivo ha sido «dar gracias a Dios por lo realizado hasta ahora» y «ver cómo podemos seguir juntos en este camino», explica Jorge Botana, miembro del equipo de Misión Compartida de CONFER. Una senda más de actualidad que nunca con el Sínodo sobre la sinodalidad en marcha. «La misión compartida es la forma que hace tiempo encontramos las familias carismáticas para vivir la sinodalidad. Llevamos una buena parte del camino hecha, reflexionando sobre cosas como la corresponsabilidad, la escucha al Espíritu… La misión compartida es un buen espejo sobre el que mirarse para avanzar en sinodalidad», concluye.