Madre Teresa te «miraba al corazón y te hacía sentir como si fueras único en el mundo»
Algunas de las personas que la conocieron hablan de los gestos más humanos de la santa y de su amor extraordinario en las cosas ordinarias
«Yo siempre digo que madre Teresa salió de pesca y nos pescó a mi hermana y a mí». Con esta cariñosa broma resume el padre Brian Kolodiejchuk su primer encuentro con santa Teresa de Calcuta. Es el postulador de la causa de la fundadora de las Misioneras de la Caridad a la que el pasado día 4 vio subir a los altares. «Conocí a madre Teresa en 1977 en Roma. Mi hermana era ya misionera de la Caridad y viajamos desde Canadá para visitarla. Por aquel entonces nació el grupo de hermanos contemplativos a los que, cuando ingresan en la orden, se les coloca una cruz sobre el pecho. Madre Teresa se hospedaba en la casa de San Gregorio al Celio y allí me la presentaron. Al conocerme me dijo: “Sabes, me gustaría ponerte una cruz a ti también. Únete a los hermanos”. Yo tenía solo 21 años y ella quería que ya me quedara allí. Pero regresé a Canadá aunque meses después, efectivamente, entré en la congregación. Se llevó un pez gordo, al menos por el tamaño», bromea el padre Kolodiejchuk, un hombre bastante corpulento que durante 17 años ha capitaneado todo el proceso; una causa que san Juan Pablo II autorizó abrir tan solo dos años después del fallecimiento de madre Teresa sin esperar los cinco que estipula el Derecho Canónico.
«Preparó nuestra habitación como si fuera nuestra madre»
La alemana Mary Prema, superiora general de la orden y segunda sucesora de madre Teresa, viajó desde la India para la ocasión. Se ha hospedado en la misma casa romana que mencionaba el padre Kolodiejchuk. Allí, en un tranquilo jardín, nos cuenta cómo ingresó en la congregación de la mano de la misma madre Teresa. Habla de su delicadeza y de que era una auténtica madre para todos los misioneros y misioneras: «El día que entré en la congregación ella estaba en Essen esperándonos. Ingresamos dos chicas y nuestras madres vinieron con nosotras. Madre Teresa se reunió con ellas y les dijo: “Gracias por entregar a vuestras hijas a Jesús”. Recuerdo que cuando se marcharon, comenzó a preparar nuestra habitación con mucha energía, movió muebles, nos hizo las camas… Tal y como solo haría una madre».
«Cada vez que me encontraba con ella me acariciaba»
Actualmente la orden cuenta con 5.161 misioneras de la caridad repartidas en 139 países del mundo. Una de ellas es sor Therese Magdala, que conoció a madre Teresa en Roma pocos meses antes de su fallecimiento. Rememora la ternura con la que trataba a cada persona y, en especial, se emociona al recordar un gesto que siempre tenía hacia ella: «Cuando era novicia en Roma tenía un problema en la piel que era bastante evidente, sobre todo, en mi cara. Cada vez que me encontraba con ella, me acariciaba el rostro y me preguntaba si estaba en tratamiento para solucionarlo. Yo era una simple novicia pero demostraba conmigo una enorme atención y ternura. Eso me impactó muchísimo».
Así era en la intimidad santa Teresa de Calcuta, una mujer «que hacía las cosas ordinarias con un amor extraordinario». Como también nos recuerda sor Mary Prema, «no miraba el exterior de las personas. Miraba al corazón y veía la belleza de cada corazón creado por Dios».
Chocolate para las novicias
«Cada persona era Jesús para ella. Podía estar ante un presidente, un primer ministro, un rey o el pobre más pobre del comedor, todos eran lo mismo. Te hacía sentir como si fueras la única persona en el mundo», nos cuenta el padre Kolodiejchuk. Señala, como rasgos principales de madre Teresa, su humildad y su carácter sencillo y servicial que ponía en práctica por ejemplo cada vez que visitaba las casas de la congregación: «Quería ser una madre y que nos sintiéramos sus hijos. Por eso, era ella misma la que nos servía el café. Traía las tazas y nos preguntaba si queríamos alguna galleta. Yo a veces pensaba: “Es la famosa madre Teresa ¡y nos está sirviendo!”». Y resume la anécdota asegurando que la religiosa «era, esencialmente, una persona muy normal».
Tan normal que también se permitía alguna travesura con las novicias. Sor Therese Magdala habla de algo muy distintivo en ella, la alegría: «Siempre tenía algún gesto de complicidad con nosotras, las novicias. Nos solía reunir a todas para demostrarnos lo que le alegraba que estuviéramos allí y siempre nos daba chocolate».
Santa Teresa de Calcuta convirtió esa alegría en un lenguaje universal. «Tal vez no hablo su idioma pero puedo sonreír», solía decir. Para la superiora, el secreto de por qué la santa genera la admiración y el interés de personas creyentes y no creyentes radica en esta sonrisa: «Creo que se debía a su humildad, a su cercanía, a que se acercaba a la gente con una sonrisa. También porque era capaz de aceptar incondicionalmente a cualquier persona. Nos hacía conscientes de que Dios es un padre para todos y de que hay siempre esperanza de hacer de la propia vida algo bello».
La noche oscura de madre Teresa
Sin embargo, tras su alegría había un terrible sufrimiento interior. Durante más de 50 años padeció una amarga noche oscura. No se sentía amada por Dios. Sor Mary Prema pasó años a su lado, así que la pregunta se nos hacía casi obligatoria: «¿Usted no percibió por lo que estaba pasando madre Teresa?». Con una enorme serenidad nos responde de forma escueta: «No. Yo no me di cuenta».
El padre Kolodiejchuk hace una interesante reflexión en la que pone en relación las enseñanzas del Papa Francisco con la noche oscura de la madre Teresa: «El Papa Francisco nos invita a ir a las periferias, que es precisamente donde estamos los misioneros y las misioneras de la Caridad, con los más pobres entre los pobres. Pero el Papa también habla de las periferias espirituales. Madre Teresa sabía lo que era eso. Decía que la pobreza de nuestros días era no sentirse amado, querido o cuidado. Su experiencia de oscuridad la permitió identificarse con quienes viven en esa periferia, en esa pobreza espiritual, ya sean ricos o pobres. Por tanto, ella conocía esas dos clases de pobreza de las que habla el Papa Francisco».
Esa aridez no le impidió sin embargo continuar con su obra y permanecer unida a Dios. Sor Mary Prema relata un episodio que le resultó clave para comprender el amor de madre Teresa por Cristo. Cuenta que una vez le contó que había cometido un error: «Entonces me miró y dijo: “¿Cuánto crees que le duele el corazón a la madre? Pero sobre todo, ¿cuánto más crees que le duele el corazón a Jesús?”. Me di cuenta de lo unida que estaba a Cristo en sus sentimientos, en sus pensamientos. Estaba centrada en Jesús. Para ella era importante lo que Jesús sintiera, no lo que ella sintiera o lo que yo sintiera. Toda su vida la dedicó a hacer feliz a Jesús, a consolar su dolor».
Pronunciar su nombre estaba prohibido en Albania
Estos días en Roma los siempre discretos miembros de la congregación que fundó la religiosa albanesa han respondido a las preguntas de una marea de periodistas internacionales que han inundado la Ciudad Eterna. Al menos 125 televisiones del mundo emitieron el domingo pasado la ceremonia de canonización, a la que asistieron 120.000 personas.
Muchas, con una historia personal vivida con la nueva santa. Las banderas de Albania eran las más numerosas en la plaza. Para ellos madre Teresa es un orgullo nacional, el símbolo de que ni la dictadura comunista que prohibió a Dios pudo arrancar las raíces cristianas de sus corazones. «Pronunciar el nombre de madre Teresa estaba prohibido en Albania», recuerda Visar Zhiti, el representante de Albania ante la Santa Sede. Este diplomático pasó casi una década en prisión acusado por el régimen de escribir poemas subversivos. «Cada vez que un preso nuevo llegaba le preguntábamos por lo que pasaba en el exterior. Uno se enteró por la televisión italiana –que también estaba prohibida por la dictadura– de que una religiosa albanesa había ganado el Nobel de la Paz. Nos lo contó y algunos creían que era mentira. Que se trataba de un invento de la resistencia para provocar al régimen». Cuando cayó la dictadura y Albania se abrió al mundo, Zhiti fue la persona que tradujo las oraciones de la santa a su lengua madre. «Se lo dije cuando vino por fin a Albania. Me miró a los ojos fijamente y me dijo: “Has hecho bien”». El diplomático se emociona al recordar estos momentos. Su despacho está plagado de fotografías de madre Teresa y, por supuesto, de la suya con ella, un tesoro que nos muestra orgulloso. «Pocas personas en la Albania comunista sabían que existía madre Teresa y ahora es una santa universal», reflexiona. Y concluye: «Aunque para nosotros siempre fue una auténtica santa».