Miles de noches en vela para llevar a otros «a la vida eterna»
Alejandro Braceras fue el impulsor del Servicio Sacerdotal de Urgencia en Argentina. Gracias a su labor, especialmente valorada por el Papa Francisco, miles de enfermos pudieron recibir en sus últimos momentos la Comunión y la Confesión
Más de 70.000 enfermos de Buenos Aires le deben en buena medida a Alejandro Braceras la posibilidad de recibir al Señor en la Eucaristía o el perdón sacramental de Dios para sobrellevar mejor la enfermedad, e incluso el viático por última vez antes de morir.
Este empresario argentino que acaba de fallecer en Buenos Aires fue el impulsor del Servicio Sacerdotal de Urgencia (SSU) desde que este llegó a la capital argentina, en 1953. El SSU había nacido apenas unos meses antes en la ciudad de Córdoba, y al año siguiente fue imitado en la capital argentina. «Se hizo en muy poco tiempo, pero no sin dificultades, y Braceras estuvo ahí muy pronto, ayudando con la parte económica y administrativa del servicio», recuerda hoy su amigo Enrique Méndez Elizalde, con el que compartió guardia y responsabilidades en el SSU durante décadas.
Así nació en Servicio Sacerdotal de Urgencia de Buenos Aires, y hoy todo el mundo sabe en la diócesis que llamando de noche al 4801-2000 puede encontrar al otro lado del teléfono a un equipo de laicos y a un sacerdote dispuestos a escuchar, acompañar y llevar la Comunión.
Desde su misma fundación, el SSU de Buenos Aires tuvo a Alejandro Braceras en su comisión directiva, de la que repetidamente fue elegido presidente. Cuando comenzó a liderar el SSU, Braceras tenía 24 años, y se rodeó de varios amigos pertenecientes a la Acción Católica Argentina. «Supo contagiar a todos su impulso, y tomó ya desde la primerísima reunión, decisiones trascendentes, organizando más estrictamente la formación de cada guardia y promoviendo la necesidad de tener reuniones semanales, algo que se ha ido manteniendo desde entonces», cuenta Méndez Elizalde.
La labor del argentino en el SSU se vio acompañada en paralelo por una vida familiar y laboral también intensa. Se casó, tuvo cinco hijos y numerosos nietos, y se convirtió poco a poco en un empresario de éxito en el sector agropecuario y en el hotelero. Su implicación con la Iglesia no se limitaba al SSU, sino que también fue asesor económico del Arzobispado de Buenos Aires, colaborador de la emisora Radio María, e impulsor de la Asociación Católica de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Pero su mayor preocupación y el objeto de sus mayores esfuerzos fue el SSU. En el servicio se recuerdan sus innumerables iniciativas y tómbolas para financiar los gastos habituales y los pisos en los que hacían la guardia voluntarios y sacerdotes. Por su impulso, el proyecto trascendió las fronteras de la diócesis de Buenos Aires: Braceras empezó a recorrer el país proponiendo a los obispos argentinos la implementación del SSU en su territorio. Así nació, con los años, la Federación de Servicios Sacerdotales de Urgencia, con 16 representaciones hoy en activo, además de dos presencias en Chile y Uruguay.
Y así llegó a Madrid, aunque de modo indirecto. Fue en el año 2016 cuando el político madrileño Luis Peral vio en el hotel de Buenos Aires en el que se alojaba un folleto con los servicios del SSU, y al volver a España se lo propuso al cardenal Carlos Osoro, que cogió el guante e impulsó la creación del SARCU (Servicio Asistencia Religiosa Católica Urgente) al año siguiente.
En sus casi 70 años de historia, el SSU ha sido valorado, no solo por los enfermos sino también por los obispos y hasta los Papas. Juan Pablo II dijo de él en su visita a Argentina en 1987 que «en este esfuerzo apostólico se hace visible la solicitud de la Iglesia, que vela día y noche por sus hijos más necesitados».
Hasta el mismo Papa Francisco hizo varias guardias en el SSU, tanto cuando era provincial jesuita en Argentina como cuando después fue nombrado arzobispo de la capital. «Él no tenía turno fijo, pero siempre estaba dispuesto a cubrir el puesto de un sacerdote cuando no podía venir», cuenta Méndez Elizalde.
Cuando, en marzo de 2012, el SSU regaló un sencillo reloj de plástico a sus sacerdotes colaboradores, el entonces cardenal Bergoglio lo agradeció con una nota manuscrita dirigida a Alejandro Braceras en la que subrayaba su «gratitud» al SSU porque «¡solo Dios sabe cuánto bien hacen!». Ese reloj marcó la hora de Bergoglio mucho después de haber tomado el nombre de Francisco.
Méndez Elizalde recuerda también que en los últimos años Braceras tenía la costumbre de llamar al 4801-2000 solo para escuchar al otro lado de la línea: «Servicio Sacerdotal de Urgencia», porque «a pesar de tanto tiempo le admiraba que fuera una realidad».
Hoy Braceras ya no puede acudir a su guardia nocturna mensual, pero desde el cielo es testigo de que, como dice su amigo, «nuestro primer objetivo es salvar la vida, pero la vida eterna. Eso es lo que hacemos».
«Hemos hecho juntos la noche de los 16 de cada mes desde hace 30 años, y hemos trabajado codo a codo en la comisión directiva del SSU desde hace casi 70 años», dice Enrique Méndez Elizalde, para quien su amigo Braceras «fue toda su vida un católico fervoroso de convicciones firmes e inquebrantable en sus ideas». Así, lo mismo que «criticaba sin reparos lo que llaman matrimonio igualitario», también era «duro» en sus asuntos comerciales. Sin embargo, su amigo recuerda que, junto a ello, «humanamente tenía la virtud de escuchar y aceptar las opiniones ajenas», y en el trato personal «era cercano y cordial, con un corazón muy grande».