Miles de libaneses piden, con el patriarca Raï, la intervención de la ONU
Una manifestación frente a la sede del Patriarcado maronita defendió el sábado la neutralidad del Líbano frente a los intentos de Hizbulá de controlar el país
La sede del Patriarcado maronita, en Bkerké (Líbano), fue escenario el sábado de un hecho inusual. En un país que desde hace más de un año es testigo de continuas manifestaciones de protesta, miles de libaneses (15.000 según el Patriarcado) se congregaron en apoyo de la petición del cardenal Bechara Boutros Raï de organizar una conferencia internacional bajo el patrocinio de la ONU para salir del punto muerto en el que se encuentra el país. En medio de una grave crisis económica desde 2019, Líbano no tiene Gobierno desde agosto, cuando el primer ministro Hassan Diab dimitió como consecuencia de la explosión del día 4 del mismo mes en el puerto de Beirut.
Desde su sede, Raï agradeció a los manifestantes haber «venido para salvar al Líbano». Una intervención de la comunidad internacional como la que pedían, añadió, contribuiría también a preservar la neutralidad del país «para que no vuelva a convertirse en víctima de conflictos y guerras y divisiones», subrayó Raï dirigiéndose a la multitud. «No hay dos estados en una tierra, ni dos ejércitos en un Estado», prosiguió el patriarca.
«Fuera Irán»
Aunque no aludió al grupo chiita proiraní Hizbulá, entre los manifestantes se escucharon gritos de «Fuera Irán», informa Reuters. Sin presencia de líderes políticos para no politizar la convocatoria, esta contaba con el apoyo de partidos cristianos contrarios a este movimiento, a caballo entre grupo armado y fuerza política. También estaban presentes, añade Naharnet, líderes religiosos chiitas, sunitas y drusos.
Hizbulá intenta desde hace décadas arrastrar al país de los cedros al ámbito de influencia iraní, lo que lo ha alejado del apoyo de los países árabes del Golfo, sunitas. Dentro de este juego de poder, está siendo uno de los obstáculos que impiden constituir su gabinete al primer ministro designado en octubre, Saad al Hariri. Al mismo tiempo, su creciente influencia ha alejado las inversiones occidentales, claves para salir de la crisis, y frenado las reformas que la comunidad internacional exige a cambio de ayuda económica.
Nuevo rumbo a la revolución
En su homilía del domingo (el púlpito semanal desde el que desde hace meses intenta arrojar luz sobre la crisis institucional del país), Raï subrayó la alegría de los manifestantes del día anterior, que se marcharon «con los corazones llenos de esperanza y valor». «La llama de la revolución» que se vive en el país desde octubre de 2019 «tomó un rumbo nuevo y diferente», recoge Naharnet.
La neutralidad, insistió el patriarca, permitiría al Líbano «llevar adelante su mensaje como patria del diálogo de culturas y religiones y tierra de la unión, de una convivencia igual e integrada, y de respeto mutuo entre cristianos y musulmanes». Además, permitiría al país «vacunar» su soberanía interna y externa «por medio de sus propias fuerzas armadas», en oposición al protagonismo de milicias como Hizbulá.
«Una declaración de guerra»
Fue precisamente un domingo, el 7 de febrero, cuando Raï pidió por primera vez que se convocase una conferencia internacional encargada de consolidar los cimientos institucionales y políticos de la nación. La propuesta, como era de esperar, se encontró con el rechazo de Hizbulá. Su líder, Hassan Nasrallah, afirmó el día 16 que cualquier intento de internacionalizar la crisis equivale a «una declaración de guerra» que abriría la puerta a injerencias internacionales bajo el patrocinio de Naciones Unidas para inmiscuirse en los asuntos internos el país, informa Fides.
Otros partidos, sin embargo, dieron la bienvenida al llamamiento. La semana pasada, Bkerké acogió de representantes de las Fuerzas Libanesas (liderado por el líder cristiano Samir Geagea), el Partido Socialista Progresista (encabezado por el líder druso Walid Jumblatt), y la Corriente Patriótica Libre (CPL), el partido fundado por el actual presidente del Líbano, el exgeneral maronita Michel Aoun, y actualmente aliado de Hizbulá. Los dos primeros apoyaron abiertamente la iniciativa, mientras que el tercero manifestó su «no oposición» y agregó que esta propuesta debe ser objeto de un «consenso interno» antes de ser presentada a la ONU.
Por su parte, el exministro de Trabajo Sejaan Azzi, en declaraciones concedidas a la prensa libanesa, explicó que el proceso que propugna el Patriarca para la convocatoria de una conferencia internacional solo se puede lograr con paciencia y con mucho tiempo, y que el objetivo a largo plazo del Patriarcado maronita es el de una «conferencia comparable a la que llevó a la neutralidad de Austria o Suiza».