«Mi abuelo (adoptivo) es un crack»
«Jamás he oído a un universitario criticar a su abuelo», contó en el congreso Católicos y Vida Pública el presidente de la Asociación de Abuelas y Abuelos. Un dato: 10.000 jóvenes están en lista de espera de una ONG para adoptar a uno
Alberto Cabanes lleva cinco años visitando a Bernardo en su residencia. Lo conoció cuando iba a ver a Clemente, su abuelo, ya fallecido. «No había tenido hijos, y un día me confesó que su mayor deseo era tener un nieto. Le dije que lo adoptaba yo». Esta experiencia lo animó a replantearse su vida, y con 25 años dejó la multinacional en la que trabajaba para fundar la ONG Adopta un Abuelo. El pasado viernes compartió su experiencia en la mesa redonda Abuelos y nietos. Un diálogo fructífero del congreso Católicos y Vida Pública. Su misión es poner en contacto a jóvenes con personas mayores en residencias, para que los visiten semanalmente por parejas. Hablan, juegan a las cartas o al dominó, pintan las uñas a las señoras e incluso —ocurrió en Córdoba— les enseñan a leer.
«Soy mucho más feliz ahora»
El proyecto funciona en 27 centros de 21 ciudades españolas, y está comenzando su andadura en Portugal. No visitan solo a ancianos que no tengan a nadie; también a aquellos que necesitan ayuda en su socialización. «Llegar a ser mayor es muy doloroso. Es cuando más cariño y compañía necesitas, y no lo tienes. Yo soy muchísimo más feliz» ahora, reconoce Aurora, una mayor adoptada.
Las visitas semanales y el contacto con los jóvenes —ha constatado la ONG en diálogo con las residencias— mejoran bastante el estado general de los ancianos. Sobre todo, su agilidad mental, su capacidad de atención y concentración, su conducta y su apertura a los demás. Amparo, otra beneficiaria, explica por qué: «Hay muchas cosas que yo no conozco, y cuando ellos me hablan de ellas me entero más».
La distancia geográfica y la falta de tiempo de los hijos y nietos no son las únicas razones de que muchas personas mayores estén solas. Lo explica la psicoterapeuta María Jesús Nieto, presidenta de la Asociación Madrileña de Terapia de Pareja, Familia y Otros Sistemas Humanos (AMTPFOSH), que también participó en la mesa sobre abuelos y nietos. Las causas suelen ser más profundas, y estar relacionadas con cómo han sido las relaciones familiares. Si la «transición de cada miembro de una etapa vital a otra se ha manejado bien», a pesar de los problemas «los hijos se organizarán para apoyar a los padres buscando un cuidador, haciendo turnos (incluso con los nietos mayores)…». Si ha habido conflictos —«de los que todos son responsables y víctimas a la vez»—, las dificultades materiales pueden tener la última palabra.
Uno de los temas que más preocupan a la presidenta de AMTPFOSH son las rupturas conflictivas, «cuyas víctimas son los niños pero también los abuelos. En estos casos, uno de los cónyuges no facilita que el nieto se relacione con la familia del otro. Cada vez hay más casos de abuelos que reclaman judicialmente ver a sus nietos». Sin llegar a eso, incluso cuando el niño puede pasar tiempo con ellos, «se establece un sistema de lealtades hacia el primer cónyuge que implícitamente no le permite disfrutar».
También para los jóvenes es una actividad muy atractiva: además de los 400 voluntarios en activo, «tenemos 10.000 jóvenes, de doce países, en lista de espera —comparte Cabanes—. El intercambio con los mayores es muy bonito, porque tienen muchísimo que aportar». La voz se le ilumina cuando habla de Bernardo: «Tiene una humildad y sencillez tremendas. Ha tenido una vida muy dura, y ahora que está viudo echa mucho de menos a su mujer. Pero hace frente a ello con una actitud muy positiva. Es un crack. Me ha enseñado que a veces nos complicamos, y la felicidad está en lo sencillo».
«No somos antigüedades»
La labor de Adopta un Abuelo pone en práctica la alianza entre mayores y jóvenes que el Papa pide con insistencia y que se vive de forma natural en muchas familias. La misma que promueve Francisco Muñoz desde la Asociación de Abuelas y Abuelos de España («de cualquier edad, no solo mayores», insiste). La relación abuelo-nieto ha cambiado desde que Muñoz era niño. «Les tenías tal respeto que casi ni te atrevías a hablar con ellos. Hoy mis nietos se me tiran al cuello, se meten conmigo porque soy del Atlético…». El objetivo de su asociación es que los abuelos no se conviertan en «antigüedades que admiras en la tienda pero nunca te llevarías a casa. Tenemos que conseguir que nos respeten lo suficiente como para que acepten los consejos que les podemos dar sobre los valores de siempre. No hace falta ponerse a su nivel, sino dar algún paso hacia ellos. Y ellos lo darán hacia nosotros».
Pone como ejemplo comprender que un «hola, tío» no es una falta de respeto sino su forma de expresarse. Y, sobre todo, utilizar los mismos medios de comunicación. «Un nieto al que su abuelo le pide una postal por Navidad va a pensar que él, y todo lo que le diga, está pasado». Pero si le pide ayuda para manejar WhatsApp o Skype, «pueden tener una conexión fenomenal. A veces, los nietos comentan con los abuelos cosas que no dicen a los padres. Estos tienen la obligación de educarlos, mientras que nosotros los formamos de otra manera».
Muñoz constata que, a medida que los adolescentes y jóvenes maduran, «crece en paralelo su interés por estar contigo. Y aunque quizá no te abracen o te digan “te quiero”, presumen de ti ante sus amigos. Jamás he oído a un universitario criticar a sus abuelos».
En un congreso dedicado a los jóvenes, los más jóvenes tuvieron un protagonismo especial. Más de 200 niños participaron en el congreso infantil, más de 500 personas en la Noche Joven, y unos 60 adolescentes, alumnos de los diez colegios del CEU en España, en el congreso juvenil, que por primera vez duraba el fin de semana entero, a modo de convivencia. El momento central de este encuentro de adolescentes fue la visita al hogar de acogida de los hermanos de San Juan de Dios de Madrid, donde pudieron charlar con algunos acogidos. «Hemos aprendido a mirar con otros ojos a las personas de la calle. Nos hemos dado cuenta de que todos tenemos sentido y, lo que es más importante, hemos entendido un poco más el valor del sufrimiento ofrecido a Dios», compartieron en un manifiesto. Carlos Ortiz, organizador del congreso juvenil, cuenta que les impactó cómo estas personas destacaban del valor de los amigos. Por eso, se comprometen a «ser apóstoles de una verdadera amistad» en sus centros de estudio. «En un mundo de sobreinformación —continuaban—, urge una pastoral de oración y caridad. Al ponernos delante de Dios, nuestra vida cambia».