Mercados financieros y la PlayStation® - Alfa y Omega

Mercados financieros y la PlayStation®

Pelayo Gil-Turner
Ilustración de recurso
Ilustración cedida por Varianza.

Ya en la Atenas del siglo V a. C. estaba asentado que los ciudadanos financiaban espectáculos y obras públicas a través de la leitourgia (contribuciones privadas). Era un acto financiero de prestigio y virtud cívica. Si alguien financiaba actividades contrarias a los valores de la polis, perdía el honor y la reputación pública.

Si avanzamos en el tiempo hasta la Ámsterdam del siglo XVII, nos encontramos con el nacimiento de los mercados financieros modernos; y estos no nacen porque alguna mente pensante forzó su creación, sino que surgen de forma espontánea y evolucionan, desde entonces, por la necesidad humana de reunir capital a gran escala para financiar proyectos y compartir riesgos (beneficios y pérdidas). Es decir, para desarrollarnos como sociedad.

Desde hace siglos la inversión siempre tuvo un objetivo: desarrollarnos. Y también una dimensión moral y social. La pérdida de ese objetivo y esa dimensión es un fenómeno moderno, fruto de la distancia que hemos puesto entre el capital y la realidad.

Hoy, incluso entre personas formadas y con experiencia, persiste una manía con los mercados financieros: al comprar acciones se dice «voy a apostar por…», cuando debería ser «voy a invertir en…». La especulación cortoplacista ha transformado la inversión en algo parecido a las apuestas o a jugar a la consola, desligada del propósito original: financiar proyectos clave para el desarrollo de una sociedad.

Recientemente, esta tendencia se está revirtiendo, constatando la influencia real del capital en el mundo y un silogismo cada vez más evidente: si uno invierte en basura moral, obtiene una sociedad que apesta. Se impone gradualmente la búsqueda de coherencia personal, en inversiones con sentido, rentables y con una gestión del riesgo responsable. Se restablece una conexión que nunca debió perderse: las inversiones no son algo ajeno a la realidad y, a través de ellas, somos financiadores y corresponsables de la sociedad que se construye.

En respuesta a esta demanda, en Varianza hemos lanzado un fondo gestionado por nuestro equipo y asesorado por Altum Faithful Investing para garantizar su alineamiento al 100 % con la DSI, promoviendo la dignidad humana, la familia, la vida y el cuidado de la creación. Es nuestro pequeño granito de arena para ofrecer a los inversores una opción que combine coherencia ética, propósito y solidez financiera.