Mensaje de paz y libertad - Alfa y Omega

Mensaje de paz y libertad

El 21 de enero, Juan Pablo II llega a La Habana. Castro le esperará al pie del avión. Cuba vivirá cinco días de intensos encuentros con quien lleva un mensaje de paz y libertad

Redacción

Todo el mundo estará pendiente de lo que ocurra en la perla de las Antillas. Han sido muy duros los años en que Cuba cambió la piel de una dictadura por otra, y se convirtió en la abanderada de la revolución armada marxista en Iberoamérica y, por ello, en objeto de acoso y derribo por parte de los Estados Unidos. No ahorró hostilidades a la Iglesia, y fue la plataforma de expansión del pacto entre la hoz y la cruz.

Ahora son otros tiempos. Cuba se encuentra acuciada por las circunstancias: ya no tiene a los amigos de Moscú, y su economía está atenazada. Ni la zafra de azúcar, ni la producción de cohibas, ni el incremento de la producción de níquel, ni el creciente turismo, que coincide con una emigración a cuentagotas, palian la extrema indigencia de la población.

Veinte años de espera

Juan Pablo II lleva veinte años enviando a Cuba mensajes de paz y hablando abiertamente de sus ganas de encontrarse con el pueblo cubano. Han sido muy tensas y hostiles las relaciones de Castro con la Iglesia Católica.

Derribado ya el Muro de Berlín, instaurada la democracia en los viejos países de Europa que fueron sus satélites, y pacificados los vecinos países de Centroamérica, 1992 marcaba un leve cambio para Cuba. En enero, la ejecución de Eduardo Díaz Betancurt hace que la Santa Sede alce su voz en defensa de los derechos humanos. Tres meses después, un nuevo embajador, Herrera Hernández, anuncia en el Vaticano el propósito de eliminar las discriminaciones a los creyentes. Se empieza a permitir la entrada, con cuentagotas, a religiosas y sacerdotes. Aquel diciembre, el cardenal Etchegaray, como presidente de Cor Unum, visita Cuba. Después será el cardenal Angelini, presidente del Consejo para la Pastoral Sanitaria.

En 1996 es Castro quien va a una asamblea de la FAO en Roma, y acude a una audiencia privada con Juan Pablo II. Se sabe que hablaron de la necesidad de ahorrar a Cuba un baño de sangre y de prevenir la sucesión del Comandante Fidel, que ha designado en 1997 como sucesor a su hermano Raúl, vicepresidente del Consejo de Estado y ministro de Defensa, y que, precisamente, el pasado otoño estuvo en Roma.

No hay que olvidar, sin embargo, que al reformar la Constitución cubana en 1992, Castro reafirmó que su régimen se guía por el ideario de José Martí y por las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin. Ha anunciado la reforma el socialismo, pero sin caer en el capitalismo. Aunque el aborto y el divorcio es legal, el imprevisible Fidel se pronunció en Roma a favor de la familia y contra el aborto.

El castrismo teme

El castrismo, y acaso su nomenclatura, es el que tiene pavor a esta visita papal. Los preparativos han creado momentos de alta tensión. La Iglesia ha tenido obstáculos: prohibición de concentraciones populares religiosas, falta de medios para el transporte y, especialmente, la retransmisión en directo de los actos del Papa.

Poco más de un mes antes del viaje papal, Fidel Castro ha puesto punto final a las polémicas.

Además de proporcionar una gran alegría a los cubanos, Juan Pablo II lleva a la isla un mensaje de paz, la paz de san Francisco, dijo en Asís. Y la defensa de la libertad religiosa, que, junto a los demás derechos humanos, es el caballo de batalla de su evangelización. Libertad religiosa para la Iglesia, que no tiene en Cuba derecho de ciudadanía, ni en el sistema educativo ni en los medios de comunicación. Y que tiene ante sí la expansión de la llamada santería (sincretismo de religiones animistas y de supersticiones afrocubanas) y las sectas.

Al defender la libertad religiosa, Juan Pablo II favorece las demás libertades civiles y, sobre todo, la creación de un clima de diálogo con el que impulsar la vida social: la reconciliación de todos los cubanos mediante el arduo diálogo La Habana-Miami-Washington.

Dos temas sobre los que el Papa ha hablado muy fuertemente en sus mensajes recientes, son del máximo interés de Fidel Castro: la condonación de la deuda exterior, creciente en Cuba, y la condena a las medidas de aislamiento económico impuestas como represalia a todo un pueblo.

Ahora son otros tiempos. La visita del Papa puede ayudar a Cuba a recobrar sus raíces nacionales más sólidas y su rica historia. Aunque el camino que hay que recorrer no será fácil, esta visita es un primer paso.