Medalla para un nobel de arquitectura y el CEO de los buses turísticos - Alfa y Omega

Medalla para un nobel de arquitectura y el CEO de los buses turísticos

Tres destacados sevillanos acaban de recibir la medalla Pro Ecclesia et Pontifice, la mayor distinción de la Iglesia a los laicos

José Calderero de Aldecoa
Rafael Manzano es también catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura. Foto: Raúl Doblado

Al prestigioso arquitecto internacional Rafael Manzano fue la fe la que le llevó a la arquitectura. Y su padre, con el que «de pequeño me recorrí todas las iglesias de Jerez durante el Santo Jubileo Circular», una iniciativa por la que cada día se exponía el Santísimo en una parroquia diferente de la ciudad y que todavía hoy se sigue celebrando. «Me llevaba a cada uno de los templos y allí rezábamos el viva Jesús sacramentado». Pero «a mí la oración repetitiva me era un poco pesada y me entretenía mirando las bóvedas». De aquella experiencia «surgió, no una vocación de cura, que era lo que hubiera querido mi padre, sino una vocación de arquitecto, porque me encontré con una colección de iglesias fantásticas», asegura.

Por eso, ahora que Manzano acaba de recibir la medalla Pro Ecclesia et Pontifice –la mayor distinción que la Iglesia católica otorga a los laicos–, «se la quiero ofrecer a la memoria de mi padre», que «era un hombre verdaderamente santo y piadosísimo». Además, «creo que no me la merezco. No soy un cristiano perfecto, ni muchísimo menos», confiesa.

La humildad de Rafael Manzano, sin embargo, no está avalada por su trayectoria profesional. Al contrario. «He trabajado como arquitecto del servicio de monumentos» de la Iglesia de Sevilla, restaurando edificaciones de la talla de la colegiata de Osuna. También ha estado a cargo de la conservación de los Reales Alcázares o de la comisión de obras del Real Patronato de la Alhambra y el Generalife. Su carrera tocó techo en 2010, cuando obtuvo el Richard H. Driehaus Prize, considerado el Premio Nobel de la arquitectura. Un «premio importante, desde luego», pero que Manzano recibió entre lágrimas «porque coincidió con la muerte de mi mujer».

Enrique Ybarra recordó a su padre al recoger la medalla. «De él aprendí la fe, la familia, el respeto y el ejercicio de la caridad». Foto: J. M. Serrano

El dueño de City Sightseeing

Junto a Manzano, otro sevillano ilustre como Enrique Ybarra también recibió el viernes la medalla pontificia. Su nombre quizá no les suene, pero seguro que han visto a sus característicos autobuses turísticos descapotables rojos circulando por su ciudad. El CEO de City Sightseeing «nunca habría imaginado recibir una medalla de este tipo», reconoce. Él es más de entregarlas. De hecho, fue Ybarra quien adquirió un medallón de la época visigótica hallado en la ciudad romana de Itálica y lo cedió al museo de la catedral de Sevilla. Además, encargó un buen número de reproducciones en oro, plata y cobre, aseguran desde la diócesis hispalense, «para que el arzobispo instituyera la medalla Pro Ecclesia Hispalense» con la que «se honra a personas distinguidas en la vida parroquial» sevillana.

El empresario asegura que esta disposición a ayudar a la Iglesia en sus necesidades es algo que ha heredado de sus padres. «Va en el ADN de la familia no solo ayudar a la Iglesia, sino también a personas que lo necesitan», subraya. Precisamente él se encuentra en un momento profesional complicado, «como el resto de empresas turísticas por culpa de la pandemia», pero ante esta situación difícil «me he apoyado en la fe. Es parte importante de mi vida, tanto en los buenos momentos como en los malos».

Instituida por León XIII en 1888

La medalla Pro Ecclesia et Pontifice tiene forma de cruz y fue instituida por León XIII en 1888, con motivo de la celebración de sus 50 años de ordenación sacerdotal. Es entregada a diferentes laicos que han destacado por su fidelidad a la Iglesia o que se han distinguido por su servicio a la comunidad eclesial.

A Rodríguez-Buzón le fue impuesta en una ceremonia en la que el arzobispo destacó la «generosidad» con la que «ha asumido la custodia, restauración y promoción del vastísimo patrimonio artístico de esta villa ducal».

Hasta la colegiata de Osuna

Patricio Rodríguez-Buzón, el tercer laico que recibió la medalla Pro Ecclesia et Pontifice de manos del arzobispo de Sevilla, es el director de aquella misma colegiata, la de Osuna, que fue restaurada por el arquitecto Rafael Manzano. En este caso, Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, ha tenido la deferencia de acercarse él mismo a la colegiata –al contrario que en el caso de los otros dos premiados, que han acudido ellos al palacio arzobispal– para imponerle la medalla. El motivo es el de la COVID-19, que ha limitado los aforos de todos los actos y también acercarse al «inmenso patrimonio que aquí se custodia», al que Rodríguez-Buzón considera como «un camino directo y fácil para que los visitantes puedan llegar a Dios» y del que el arzobispo sevillano es un reconocido enamorado.