«Más en las obras que en las palabras»
Coincidiendo con el año convocado por el Papa, el Día del Seminario mira a san José. «Aprendo de él cómo acompañar a las personas», señala un seminarista. Otro valora su ternura y flexibilidad
Playa de Copacabana, verano de 2013. Quique de Arteaga, que entonces tenía 17 años, había acudido a la JMJ de Río de Janeiro y se lo estaba pasando como nunca cuando por esa playa pasó Dios como una brisa suave, pero con una fuerza arrolladora. «Sentí una llamada muy fuerte a la misión y, a raíz de ahí, al sacerdocio». Primer toque. El segundo, el que le llevó directamente a llamar a las puertas del Seminario Conciliar de Madrid, le llegó de los pobres. Ese mismo verano se apuntó a dar desayunos a las personas de la calle. A través de ellas, Dios le hizo darse cuenta de que sus comodidades y seguridades no le daban «la felicidad como entregarme a Él y a los demás».
Lleva ya siete años recorriendo un camino de «seguimiento de Jesús, donde le vas conociendo más, y en el que puedes compartir tu vocación con otros». El coronavirus ha modificado algunas de las rutinas de los seminaristas: la mitad de sus clases en la Universidad San Dámaso son online, y no comen todos juntos sino por cursos. Pero su vida de oración intensa, y también de compartir momentos de ocio y deporte, se mantiene. Los miércoles tienen partido de fútbol en un seminario plagado de madridistas, «alguno del Atleti» y los del Barça, «que son dos o tres, tienen que soportar mucho», ironiza. Quique está ya en etapa pastoral, de modo que los fines de semana va a su parroquia, Virgen de la Candelaria, donde hace de todo: ayudar en Misa, atender a los jóvenes, el voluntariado, la catequesis, «barrer la entrada»… Lo que haga falta.
A las puertas del Día del Seminario, que se celebra este 19 de marzo con el lema Padre y hermano, como san José, el joven anima a ver el seminario como algo de todos, como «una inversión que merece la pena» porque «mi vocación no es solo mía, toda la Iglesia me acompaña». En la parroquia ha podido experimentar ese corazón de padre que san José le inspira en este año jubilar: «Aprendo de él cómo acompañar a las personas, y me ayuda a poner más la fuerza en las obras que en las palabras». Como ejemplo, un «encuentro muy bonito el otro día con una mujer que no venía a la parroquia, pero que se acercó porque acababa de fallecer su marido». Vio cómo Dios «a través de mí puede consolar» en una «experiencia paterna y de hermano que acompaña en el sufrimiento».
Oración y limosna
De Copacabana a la catedral de Madrid. El 6 de febrero de 2015, Alonso Salcedo, a punto ahora de cumplir los 25, estaba, por primera vez en su vida, en la vigilia de oración de jóvenes Adoremos. Desde pequeño había tenido «una relación muy natural con el Señor» pero en la adolescencia, cuando salió el tema de la vocación, se atoró. La entrada en un convento de clausura de una conocida, «inteligente, simpática, de una familia muy normal», y las hermanas que allí vivían, «todas jóvenes, felices», le hizo «flipar». Pensó para sí mismo: «Si el Señor te llama al sacerdocio, puedes ser inmensamente feliz, como estas monjas».
Aquel día en la catedral, de rodillas ante el Santísimo, supo de repente que «el Señor estaba pasando por delante, igual que cuando los apóstoles estaban limpiando las redes y pasó Jesús». Y se lanzó a la piscina: «Señor, ¿quieres de mí ser sacerdote?». Le entró el vértigo porque tuvo la certeza de que sí: «Dios mío, sacerdote, ¿qué me estás contando?».
Quique y Alonso son dos de los 101 seminaristas que actualmente se forman en el Seminario Conciliar de Madrid. En este recorrido, que dura ocho años, les acompañan el rector, seis formadores y tres directores espirituales. Para la campaña del Día del Seminario de este 2021, el de Madrid ha añadido el recordatorio Gracias a tu generosidad seré sacerdote. Una generosidad que ayudará a sufragar los 15.000 euros anuales que suponen los gastos de alojamiento, formación y manutención de cada seminarista. Se puede colaborar a través del 91 365 29 41, de la web seminariomadrid.org/ayudanos o enviando un Bizum con el código 01369.
En la diócesis de Madrid hay además otros 52 jóvenes en formación sacerdotal en el Seminario Redemptoris Mater, centro diocesano vinculado al Camino Neocatecumenal.
Para Alonso, estos años de seminario están suponiendo entrar «muchísimo en el conocimiento personal de mí mismo, y en que el Señor me ha llamado Alonso, y Alonso sacerdote, con mi historia personal», que se acomoda perfectamente a su persona. Es un tiempo de «ahondar en la vocación», de abajarla a la vida, y «si permites que Dios entre y que la Iglesia te vaya ayudando, da un fruto inmenso». Y desde aquí pone la mirada en san José, algunos de cuyos rasgos le interpelan especialmente: la ternura de Dios manifestada en su persona; la delicadeza en el trato a la Virgen que Alonso traslada a todas las personas, «que son tesoros de Dios», y la «flexibilidad para cambiar sus planes».
A las puertas de una celebración que los sitúa en primera línea, tanto Alonso como Quique aseguran que sin la oración, los sacrificios y la limosna no estarían allí. Es preciso que desde fuera, explican, se ayude a los futuros sacerdotes que son «signo que lleva a la gente a Dios». Ellos son enviados, como explica la Conferencia Episcopal, «a cuidar la vida de cada persona, con el corazón de un padre, sabiendo que, además, cada uno de ellos es su hermano».