Más de dos personas al día murieron en 2022 en su puesto de trabajo
En este 1 de mayo, la Iglesia reclama a los poderes públicos que se eviten los accidentes laborales porque «se ha empezado a normalizar lo que no puede ser normal»
1 de mayo, san José Obrero, Día Internacional de los Trabajadores marcada por números intolerables para la España del siglo XXI. En el año 2022 se produjeron en nuestro país, de acuerdo a los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, un total de 1.196.425 accidentes laborales, de los cuales 826 resultaron mortales, un 17,2 % más que el año anterior. Esto supone la muerte de más de dos personas al día. 3.801 de estos siniestros fueron graves, 631.724 causaron baja laboral y otros 564.701 no produjeron baja laboral.
Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) recopila estos datos para reclamar en esta jornada a los poderes públicos medidas legales y recursos que eviten nuevas muertes en el puesto de trabajo. Estos números solo muestran una parte de la siniestralidad laboral, dado que las estadísticas no recogen los casos que se producen en el ámbito «de la economía sumergida, de quienes trabajan sin contrato o se les paga en negro, de quienes no se les ha diagnosticado una enfermedad laboral porque no se especifica su origen, o sus patologías no son reconocidas como tales o los profesionales desconocen los procedimientos para calificarla como laboral», reza el manifiesto de este año de ITD bajo el lema Un trabajo decente tiene que ser un trabajo saludable.
Las entidades que forman la ITD denuncian que este sistema laboral separa el trabajo de la persona, construye precariedad, inseguridad y somete a los trabajadores a largas jornadas laborales, a altos ritmos de producción y les priva del merecido descanso. Estas circunstancias conllevan evidentes consecuencias en la vida personal y familiar de los trabajadores que requieren también respuesta.
Atajar la precariedad
Por eso, en este 1 de mayo, ITD recuerda que la dignidad de la persona está por encima de la productividad y se compromete a impulsar movimientos que defiendan la salud y la seguridad en el trabajo.
Estas entidades reclaman a los poderes públicos, en primer lugar, que atajen la precariedad laboral que provoca la siniestralidad. Les exigen también que velen por el cumplimiento de la legislación laboral, destinen más recursos para que se investiguen los accidentes y muertes en el trabajo y se depuren responsabilidades. También que se pongan los medios para que no vuelva a suceder y se facilite los trámites burocráticos a las víctimas y sus familias para que les sea reconocida su situación de siniestralidad.
«En el día de la vida repitamos: ¡no más muertes en el trabajo! […] y esforcémonos por lograrlo […]. Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo». Con estas palabras del Papa, ITD insiste en la urgencia de «no normalizar esta situación porque no puede ser normal».
Esta idea es también el centro del mensaje de los obispos de la Subcomisión para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española en la nota publicada con motivo del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el 28 de abril. También reclaman el fin de las muertes en el trabajo siguiendo el modelo del buen samaritano para «actuar ante la siniestralidad laboral y para implicarnos y comprometer a otras personas e instituciones». Señalan desde la CEE que para ello es necesario crear conciencia en nuestras comunidades eclesiales para que cada cristiano sea capaz de denunciar esta injusticia en el mundo del trabajo.
Consecuencias del paro
El cardenal Juan José Omella urge en su carta dominical a encontrar una solución para quienes sufren «vacaciones permanentes» por no encontrar trabajo. El presidente de la Conferencia Episcopal Española destaca que si se siguiera la Doctrina Social de la Iglesia «muchos de los males que sufre la sociedad se aliviarían o desaparecerían». «Es fundamental que entre trabajadores y empresarios exista un buen diálogo que permita llegar a acuerdos beneficiosos para unos y otros», insta el arzobispo de Barcelona.
Por su parte, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, en su mensaje por esta jornada recuerda que cuando no hay trabajo el panorama del presente y del futuro se oscurece: «Sin trabajo, cuando se instala el paro en la sociedad, en las familias, en los jóvenes, afecta a la salud física, psicológica y espiritual. Sin trabajo, es fácil que la persona llegue a enfermar y a muchos les cueste encontrar el sentido de la vida».