Más de 200 internos de 20 cárceles trabajan ya en el Sínodo - Alfa y Omega

Más de 200 internos de 20 cárceles trabajan ya en el Sínodo

El Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal invita a los presos a participar en la consulta mundial de la Iglesia. «Que se escuche su voz», pide su responsable

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Dos internos en la prisión de Soto del Real, en Madrid. Foto: AFP Photo / Dominique Faget.

«La participación va a ir incluso mejor de lo que al principio pensábamos», afirma Florencio Roselló, responsable del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, al hilo de la iniciativa organizada para que todos los presos de cárceles españolas que lo deseen puedan participar en el Sínodo de los Obispos Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión, previsto para el mes de octubre de 2022. «En este momento contamos con más de 200 internos que pertenecen a 20 prisiones de toda España, pero seguramente vaya a haber más», afirma Roselló, a pesar de que, debido a las restricciones por la pandemia que hay en algunas comunidades autónomas, algunos capellanes y voluntarios tienen más limitado el acceso a la cárcel y la organización de los grupos de trabajo.

Hace unos meses, el departamento que dirige este religioso mercedario recogió el guante que lanzó la Secretaría General del Sínodo para abrir los trabajos preparatorios a los más alejados y vulnerables. «En algunos capellanes empezó a surgir esta inquietud y este deseo de participar, y al final nos dimos aliento unos a otros para elaborar un material adaptado a las posibilidades de los presos. Se trata de que los que, en general, no cuentan para la sociedad, puedan participar también y que en la Iglesia se escuche su voz», afirma.

Así, los internos cuentan desde hace unas semanas con el dosier Sinodalidad desde la Pastoral Penitenciaria, donde se recogen los diez núcleos temáticos que ofrece la Secretaría del Sínodo. En cada uno de ellos hay una pequeña presentación y un texto bíblico, seguidos de una batería de preguntas para que los presos puedan dialogar y compartir. «Hay que tener en cuenta que muchas expresiones eclesiales se quedan muy lejos de sus vivencias, por lo que hemos tenido que aterrizar a su realidad muchas de las cuestiones», señala Roselló.

El objetivo final es que cada delegación diocesana de Pastoral Penitenciaria recoja el material y lo envíe luego a la oficina encargada en cada diócesis de coordinar las aportaciones de todos los grupos de trabajo. «Pero en el departamento de la Conferencia Episcopal reuniremos las respuestas de todos los presos y haremos un documento propio que publicaremos en el mes de junio, para que sus aportaciones no se diluyan en el conjunto o resulten irrelevantes», destaca el mercedario.

El peso de sentirse juzgados

Durante estos meses los presos responderán a cuestiones como: «¿Te sientes parte de la Iglesia?»; «¿y juzgado por ella?»; «¿las celebraciones que se organizan en la cárcel te dicen algo?», o «¿rezar te ayuda en tu vida diaria?». «Algunos de ellos quizá no verbalicen de este modo lo de sentirse parte de la Iglesia, pero hay muchos presos que se consideran creyentes y cristianos», asegura Florencio Roselló. «Hay un grupo muy grande que participa en nuestras celebraciones; según nuestro último estudio, cerca del 12 % de población reclusa. Eso supone un vínculo muy grande».

Sin embargo, pese a esta realidad, «todavía hay muchos que se sienten juzgados por la Iglesia como institución. A pesar de la labor de capellanes y voluntarios, y de todos los beneficios que reciben por su medio –peculio, ropa, orientación jurídica, pisos de acogida…–, nos están llegando respuestas que indican que se sienten así. Es algo que ocurre fuera de la cárcel también; se dan valoraciones positivas de la labor de la Iglesia a pie de calle, pero van unidas, sin embargo, a una desconfianza hacia lo institucional». Con todo, «estamos preparados para asumir y aceptar las respuestas que nos den, aunque no nos gusten o aunque nos pueda parecer que están equivocados», señala el responsable de Pastoral Penitenciaria de la CEE.

Por eso, aunque «a muchos la palabra Sínodo les suene a música celestial o no les diga nada, les hemos transmitido que el Papa quiere conocer su opinión sobre la Iglesia, cómo la ven y cómo se sienten dentro de ella», dice Roselló, quien desvela que a los internos les llega mucho la figura de este Papa: «Nosotros difundimos sus palabras cuando visita alguna cárcel, y quizá por eso son tantos los que quieren participar» en esta consulta mundial.

Para Roselló, «lo ideal es que transmitieran una imagen de la Iglesia compasiva, que acoge y no juzga, que es importante en su vida y que los ayuda durante este tiempo tan duro que tienen que vivir en prisión, pero respetaremos lo que nos digan».

Una carta del Papa por Navidad

«En esta cruz que ahora tengo conmigo no hay solamente una manualidad. Hay una certeza: en la cruz Jesús nos amó hasta el fin, y en la cruz Dios nos regala cada día una nueva oportunidad para dejarnos renovar por su amor». Estas palabras forman parte de una carta que el Papa Francisco ha hecho llegar a los presos que atiende la diócesis de Teruel y Albarracín.

Hace unos meses, un grupo de internos del centro penitenciario de Teruel realizó con sus propias manos una cruz de cuero acompañada de una carta, y en cuyo interior colocaron varias oraciones. Durante la Misa de Nochebuena que celebró con ellos, el obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, leyó la carta de agradecimiento del Santo Padre, a la que todos los presos respondieron con un gran aplauso.

RELACIONADO