María Vallejo-Nágera: «Nos distraemos en Misa al no entender las lecturas»
Conversa tras un viaje en 1999 a Medjugorje, esta escritora propone en su Biblia para zoquetes (Editorial Palabra) un acercamiento desde el humor y la sencillez al Antiguo Testamento. Sorprendida de que los católicos no conozcamos en profundidad los textos sagrados, propone que los teólogos hagan «un poquito más ameno el camino» para que los «de a pie» entendamos a Dios.
La realidad es que la mayoría de los católicos no ha leído de seguido la Biblia. Vamos a trozos, según las lecturas del día o incluso las dominicales. ¿Qué pasaría si la leyésemos completa?
Para empezar, que comprenderíamos mucho mejor la Misa. Tengo lectores que me han dicho que, tras leer el libro, por fin se enteran de las lecturas del Antiguo Testamento. La Biblia, según mi criterio, es la «garganta de Dios»: si la leyéramos, nos enamoraríamos del Señor, al que no conocemos más que de paso y a través de ir a Misa, donde, lamentablemente, muchas veces nos distraemos al no entender las lecturas. Es una locura que la Biblia no se haya leído en familia, o individualmente, nunca, mientras que la gente que se dice católica lee todo tipo de lecturas de ínfima calidad.
Entonces, constatamos que hay una gran falta de formación bíblica. Al menos en España.
Así es: en Harvard, cuando estudié Biblia en el año 2017, era la abuela de la clase. Me quedé horrorizada al ver que todos los alumnos (protestantes todos, yo era la única católica) conocían la Biblia casi de memoria y yo no era capaz de memorizar ningún versículo. Vergonzoso. Nos han adelantado en eso: los protestantes se la leen, la conocen, la saben. Y, ¿qué ha hecho el católico? No leerla, como un auténtico zoquete, no enterarse de su impresionante contenido, de sus sublimes enseñanzas. Una pena que debemos reparar.
Para hacer este primer tomo, y los que vendrán, habrá tenido que analizar la Palabra desde todas sus aristas. ¿Algo que haya sorprendido especialmente, inesperado o revelador?
Todo me ha sorprendido. Además de ser un libro sobrenatural que refleja el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros, la Biblia es sorprendente a todos los niveles: históricos, de sapiencia, de ética y moral, del perdón, de la creación… infinita riqueza a todos los niveles.
¿Cada vez que la leemos de nuevo encontramos una enseñanza distinta?
Así es. Ahí está todo lo que el hombre debe saber. Dios actúa cuando leemos esos versículos con el corazón.
¿Un católico de a pie necesita ayuda para comprender la profundidad de la Escritura y por eso se animó a analizarla para el común de los mortales, es decir, los que somos unos zoquetes?
Sí, yo lo era y lo sigo siendo. Comprendí que debía aportar un granito de arena para que el de a pie dejara de serlo. Yo intento avanzar cada día.
Pero esta lectura no sustituye, supongo. Es incentivo.
¡Por supuesto que no sustituye! Nada ni nadie sustituye la Palabra sagrada de Dios. Solo he intentado despertar la curiosidad para arrancar a leerla, para desempolvar la Biblia que tenemos llena de telarañas en el desván o para comprarnos una nueva, que ya es hora, y leerla de una bendita vez.
Hablemos de Teología. ¿Debería dar el salto del mundo académico y acercar la formación a los fieles de manera más divulgativa y así hacer más comprensible para todos la Palabra?
Yo creo que sí. Pretendo ser el aperitivo inicial, pero lo que realmente deseo es que la gente después de leer este libro corra hacia la Palabra de Dios.
Utiliza también el humor para presentarnos la Palabra. ¿Se puede abordar de forma amena la Escritura?
Por supuesto. Estoy harta de teólogos aburridos —todos mis amigos y conocidos lo están—. Necesitamos entender y amar a Dios, pero deben esforzarse un poquito por hacer más ameno el camino. Los de a pie no somos teólogos, solo somos gente con hambre de Dios.