Mañana, solemnidad de San Pedro y San Pablo. El Papa nos necesita - Alfa y Omega

Mañana, solemnidad de San Pedro y San Pablo. El Papa nos necesita

La misión del Papa es «dar la vida por los que ya son discípulos de Jesucristo y por quienes están llamados a serlo: todos los hombres y mujeres». Pero, a cambio, el Papa necesita —y espera— mucho de los católicos. Entre otras cosas, fidelidad, oración y ayuda económica, el famoso Óbolo de San Pedro. Así celebran los obispos españoles el Día del Papa:

Redacción
Benedicto XVI reza ante la tumba de san Pedro.
1
Cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona

«La Iglesia de Roma es, desde siempre, el punto de referencia en lo referente al contenido y a la unidad de la fe. El Concilio Vaticano II dice que el Papa es el principio perpetuo y el fundamento visible de la unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles. Benedicto XVI ha sido llamado el Papa de las cosas esenciales. Él ha centrado su ministerio, sobre todo, en la evangelización y en la proposición de la fe cristiana al mundo de hoy. Lo revelan con claridad dos de las iniciativas que ha propuesto recientemente a toda la Iglesia: el Sínodo del próximo octubre sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana y la celebración del Año de la fe».

2
Monseñor Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo

«En los grandes temas en los que se debate nuestra sociedad, emerge la figura del Papa Benedicto, que se preocupa como pocos por el hombre, por las grandes cuestiones e interrogantes, por el sentido de su quehacer en la vida, por el valor y la dignidad de la persona humana, por crear futuro y abrir nuevas esperanzas, basadas en los derechos inalienables del ser humano, sin hacer componendas con los poderes establecidos, sino basándose en la verdad del hombre, que éste ha recibido de Dios. ¿Qué hace el Papa cuando a su alrededor se generan tantos conflictos, asuntos delicados? ¿Qué cuando es criticado por los que siempre critican o por los que no ayudan a resolver problemas o provocan? Hacer lo que Dios quiere, sufriendo lógicamente, pero también no dejar de preguntar por los hombres, a quienes ama y sirve con todas sus fuerzas».

3
Monseñor Gil Hellín, arzobispo de Burgos

«El Romano Pontífice no es un monarca ni el Primer Ministro de una nación. Su misión es hacer las veces de Jesucristo en la tierra, ser su Vicario en medio de los fieles. Su misión es dar la vida por los que ya son discípulos de Jesucristo y por quienes están llamados a serlo: todos los hombres y mujeres del mundo. ¡Inmensa responsabilidad y peso muy superior al que pueden soportar unos hombros humanos! Benedicto XVI no está clavado todavía en la cruz del dolor físico. Pero sí en la cruz de un dolor moral. Pienso que de nosotros espera el Papa que le apoyemos con nuestra oración constante y nuestro sacrificio generoso, con nuestra aceptación gustosa y fiel de sus enseñanzas, con el mejoramiento de nuestra vida cristiana, con la vivencia alegre de nuestra fe y con el testimonio sencillo y gozoso de nuestra condición de discípulos del Señor».

Bajorrelieve de los santos Pedro y Pablo (Aquilea).
4
Monseñor Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza

«El ministerio de Pedro se actualiza a lo largo de la Historia en el ministerio del Papa. Ahora bien, para cumplir su ministerio de custodio de la totalidad de la Iglesia, de su unidad y universalidad, el Papa, que sucede a Pedro, necesita medios. Estos medios son instituciones, como es el caso de la Santa Sede. Estos medios son personas. Y estos medios son, asimismo, de índole económica. Por eso, cuando Pablo sube por segunda vez a Jerusalén para entrevistarse con Pedro, con Santiago y con Juan, tenidos allí como columnas, éstos, reconociendo a Pablo el don con que el Espíritu le había bendecido, le dieron la mano a él y a Bernabé, y sólo les pidieron que se acordaran de sus pobres, lo que fue tomado muy a pecho por Pablo. Con sobradas razones, la Iglesia ha establecido la norma de destinar todos los años una de las colectas imperadas al sostenimiento del ministerio petrino, intrínsecamente necesario en la Iglesia».

5
Monseñor Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla

«Con el Óbolo de San Pedro, el Santo Padre atiende además a las innumerables solicitudes de ayuda que, como pastor universal, recibe del mundo entero. Atiende, sobre todo, al grito de los pobres, de los niños, ancianos, marginados, emigrantes, prófugos, víctimas de las guerras y desastres naturales. El Papa, como Cabeza del Colegio episcopal se preocupa también de las necesidades materiales de las diócesis pobres y de los institutos religiosos especialmente necesitados. Acude, además, en ayuda de los misioneros, que promueven infinidad de iniciativas pastorales, evangelizadoras, humanitarias, educativas y de promoción social en los países más pobres de la tierra. Para ello necesita la ayuda de toda la Iglesia».