Maestros de la costura o cómo hacer un hábito de monja en televisión - Alfa y Omega

Maestros de la costura o cómo hacer un hábito de monja en televisión

José Calderero de Aldecoa
La religiosa Rosa María Molina durante su participación en el programa. Foto: RTVE

En horario de máxima audiencia, durante el programa Maestros de la costura —emitido por La 1 de TVE y que este lunes congregó a cerca de dos millones de personas ante la televisión—, una religiosa dominica apareció en escena nada menos que para hacer de modelo a los concursantes del programa, que tenían que elaborar un hábito religioso calcado a la de la monja.

La participación de la hermana en el programa surgió a raíz de uno de los redactores de Maestros de la costura, «que ahora trabaja en televisión pero que hace muchos años fue voluntario» de la residencia que atienden las monjas en Granada. «Nos preguntó si queríamos participar. Al principio tuvimos algunos reparos porque no queríamos ser motivo de escándalo». Las religiosas terminaron aceptando después de que, desde el programa, «nos aseguraran que iban a ser muy respetuosos», explica a Alfa y Omega Rosa María Molina, superiora de la comunidad. «Entendíamos nuestra participación como una manera impactante de hacer visible la vida religiosa entre los jóvenes», añade la religiosa de 35 años, que fue la encargada de asistir a la grabación.

Por su parte, los responsables del espacio televisivo «entendían nuestra participación como algo social». Esto influyó de manera decisiva para que las dominicas terminaran dando su visto bueno. «Los seis mejores hábitos nos los donaron para que nosotras pudiéramos seguir desarrollando nuestra labor». No se trataba de «coser por coser, sino de coser y que con ello se ayudara a alguien».

Atención a personas mayores desfavorecidas

Los hábitos confeccionados por los participantes de Maestros de la costura han ido a parar a las monjas dominicas de Nuestra Señora de Nazaret. Las hermanas atienden la residencia El Refugio, una obra de la Hermandad y Hospital de la Caridad y Refugio de Granada fundada por Isabel la Católica en el año 1513.

«En la residencia viven personas mayores que, además, no tienen los recursos económicos necesarios para pagar una residencia de este tipo. Nosotras nos dedicamos a la atención integral de las residentes. Les prestamos atención espiritual, las acompañamos en cada una de las actividades diarias que ellas necesitan», explica Molina.

Admiración por la vida consagrada

En conversación con Alfa y Omega, la religiosa confiesa haberse sentido «muy bien» durante la grabación. Asimismo, «percibí un gran respeto y admiración por la vida consagrada». Incluso, «varios de los concursantes hablaron de su vida de piedad ante la cámara». Concretamente, la superiora se refiere los gemelos Sergio y Vicente, que ahora participan en el concurso, pero que son —así les definen en el programa— «catequistas, asiduos al voluntariado, cantan en el coro de una iglesia. Todos los días cosen y rezan el rosario».

«Justo este domingo fuimos a Misa y yo me confesé. Al cura le dije que me sentía muy frustrado porque no tenía el ritmo que yo quisiera tener, que yo quería ser más rápido. El cura me dijo que “lo que tienes que hacer es ofrecérselo al Señor. Todo lo que hagas, se lo ofreces”. Cuando ha llegado la monja y me he enterado de que era un hábito lo que teníamos que hacer, he pensado: “Qué mejor para ofrecer al Señor que un hábito de una monja que da su vida para ayudar a los pobres. ¡Qué maravilla!”», explicó Sergio, de 31 años, en el programa.

Signo de consagración y pobreza

Antes de concluir, Rosa María Molina explica el significado del hábito para una religiosa: «No es un uniforme cualquiera como el que se usa en muchas profesiones. Es un signo de consagración. Viendo a una religiosa, te das cuenta rápidamente de que hay una presencia de Dios. Por eso nosotras portamos el hábito. También es un signo de pobreza. No estamos todos los días pensando qué ponernos, sino que nos ponemos nuestro hábito todos los días».